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HUELGA GENERAL CONTRA EL 'DECRETAZO'

Más de 100 vuelos cancelados en el aeropuerto de El Prat en un amplio seguimiento del paro

Jornada sin incidentes pese a la denuncia sindical de abusos en los servicios mínimos

Mostradores vacíos, más de 100 vuelos cancelados y papeleras rebosantes daban fe del amplio seguimiento del paro en el aeropuerto de El Prat, en donde cerraron todos los bares y parte de los comercios. Hubo pocos incidentes. Los piquetes informativos mantuvieron un pulso durante buena parte de la mañana con los taxistas que habían decidido no secundar la huelga, y también se concentraron ante los mostradores de Spanair, que había programado el doble de vuelos de los establecidos en los servicios mínimos. Los piquetes paralizaron en algún momento la facturación de esta compañía.

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'El miércoles fue mucho peor, entonces sí que vivimos momentos de tensión con los pasajeros', explicaba una de las trabajadoras de la oficina de información del aeropuerto. En la terminal A, la de compañías internacionales, a primera hora de la mañana aún se podían ver las secuelas de la huelga de los controladores aéreos franceses y de otros países europeos, que el miércoles provocaron retrasos de entre 45 y 148 minutos y la cancelación de decenas de vuelos. Gente durmiendo en el suelo, caras de cansancio y aire resignado que hacía que algunos de los pasajeros afectados ni levantaran la vista al paso del piquete informativo de la huelga general.

Los sindicatos informaron de que en el aeropuerto de Barcelona secundó la huelga el 85% de los trabajadores que no estaban movilizados por los servicios mínimos. Estos últimos, sin embargo, habían sido numerosos. Francesc Abadías, responsable de UGT en AENA Cataluña, señaló que la empresa estatal que controla los aeropuertos españoles había decretado unos servicios mínimos del 90% al 100% en algunos casos, lo cual ha sido considerado abusivo por los sindicatos.

La misma consideración recibieron los decretados en Spanair y las empresas que cubren sus operaciones en tierra que, señalaron, convocó al 60% de la plantilla -el 10%, según la compañía-. Ésta, además, facturó y atendió el doble de los vuelos establecidos en los servicios mínimos dictados por el Ministerio de Fomento. 'Spanair no sólo ha aplicado unos servicios mínimos abusivos, sino que además ha aprovechado para hacer la competencia desleal a las otras compañías', señaló Miguel Rubio, delegado de CC OO en Iberia.

La compañía explicó: 'Se han programado más vuelos de los establecidos en los servicios mínimos porque la mayoría de los trabajadores, el 90%, no ha secundado la huelga y hemos podido cubrir la mitad de las operaciones de un día normal, pero sin ninguna intención de aprovecharnos de la situación'. La protesta de los piquetes ante el mostrador de esta compañía comportó que en algunos momentos de la mañana se paralizara la facturación de los vuelos previstos. Para los pasajeros que estaban en la cola fue un alivio, especialmente en el caso del grupo de 80 personas que no habían podido salir por la mañana con el catamarán Turbocat en dirección a Menorca, que suspendió su trayecto entre las iras del pasaje. Nadie quería perderse las fiestas de Sant Joan de Ciutadella, por lo que no tenían problemas en enfrentarse al piquete y reclamar su derecho a volar. Ello no era óbice para que algunos se declaraban partidarios de la huelga.

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En el interior de las terminales no se vivieron momentos de especial tensión y los pasajeros en general esperaban resignados su turno para embarcar con el alma en vilo ante el temor de una cancelación. Fuentes del aeropuerto de Barcelona informaron ayer de que de los 139 vuelos que tenían prevista su salida antes de las siete de la tarde, habían podido despegar 82. La misma cifra de llegadas frente a una previsión de 133 aterrizajes. La mayoría de los aviones, informaron los sindicatos, tenía además una ocupación muy baja.

La principal tensión se vivió por la mañana en la cola de taxis. No había muchos, pero los escasos taxistas que habían decidido no secundar la huelga fueron el blanco del piquete, que impidió en algunos momentos que embarcaran pasaje y salieran de la terminal. La policía les facilitó la salida formando un pasillo que traspasaron enmedio de una lluvia de imprecaciones y gritos de 'esquiroles'. Algunos decidieron irse de vacío y otros aguantaron y por la tarde volvían a estar en su puesto reivindicando su 'derecho a trabajar'.

Los pasajeros que acababan de aterrizar se encontraron con una difícil disyuntiva ya que también a ellos los piquetes les pedían solidaridad y, por otra parte, no disponían de ningún otro transporte público ya que los trenes pasaban cada dos horas y el autobús era casi invisible.

Dos jóvenes argelinos acabados de llegar a España se ganaron los aplausos del piquete. Se bajaron del taxi y decidieron llegar a Barcelona sin saber cómo porque, aseguraban, 'no está bien trabajar cuando se ha convocado huelga'.

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