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Piquetes en la madrugada

La eficacia de los comités informativos resulta decisiva en la extensión de la protesta

'Yo voy a salir conduciendo mi autobús, lo quieran o no estos señores de los piquetes. ¿Dónde estaban los sindicatos de clase, hace pocos días, cuando nosotros hacíamos huelga y ellos la boicoteaban?'. Es José Antonio Muñoz, conductor de autobús, militante del sindicato corporativo Actub y ex presidente del comité de empresa de Transportes Metropolitanos, destituido por sus compañeros el pasado viernes tras afirmar que no secundaría el paro general.

Mientras Muñoz realiza declaraciones a este reportero, dos columnas de antidisturbios -piernas abiertas, brazos en jarras, defensa enfundada- flanquean el acceso a las cocheras de la avenida de Borbó, junto al paseo de Maragall. Entre los sindicalistas asoma la diputada socialista Isabel López, que comenta con ironía la actitud prepotente de 'los guardias de Julia García-Valdecasas'.

Los antidisturbios flanquean el acceso de la terminal de avenida de Borbó, junto a Maragall

Son las 5.30 del jueves 20 de junio. La madrugada de los piquetes alcanza su cenit. Ha habido más que palabras con los antidisturbios en las entradas de Mercabarna y momentos de tensión en algunos bares de La Rambla. Pero, en general, 'todo ha ido bastante bien', dice Diego Martínez, vicesecretario de UGT de Cataluña, que compara los inicios de esta huelga con la de 1988, con Felipe González en La Moncloa y Justo Domínguez en el despacho actual de Pepe Álvarez, el secretario general del sindicato de inspiración socialista.

A lo largo de la noche, la animación no decrece. El modus operandi ha sido idéntico al de anteriores convocatorias, sólo que en esta ocasión, en vez marchar todos juntos, los concentrados la noche anterior en el Portal de la Pau se dividen en tres grandes grupos: 300 agitadores se dirigen a la Zona Franca y Gran Via sur; otros 250 a Sant Andreu, y más de 400 Rambla arriba, barriendo el centro histórico de Barcelona.

El piquete de la Zona Franca abre el fuego, a las 10.00 del miércoles, frente a las instalaciones de la empresa de limpieza FCC, con la presencia del citado Álvarez y de Joan Coscubiela, secretario general de CC OO. La huelga legal empieza dos horas antes en las empresas que realizan cuatro turnos diarios.

Casi tres horas después, ya el jueves 20, los locales de La Rambla van cerrando al paso de los sindicalistas. En la plaza Reial, el grupo va de izquierda a derecha, mientras, debajo de los porches, las cervecerías chapan a toda prisa y el patrón del emblemático Jamboree echa el candado.

Ya son casi las 6.30 y el lucero del alba se ha convertido en una pelota brillante que cierne la mañana canicular. Los tres piquetes de la larga marcha del 20-J sobre Barcelona empiezan a confluir a la cita de Glòries que ha de servir para reagrupar a los militantes y prepararlos para otra marcha, ahora en dirección a la plaza de la Universitat, donde a las 13.00 los líderes sindicales realizan un análisis de la jornada.

Caras felices. Las noticias son buenas: el seguimiento del paro en Cataluña se cifra entonces en el 90%; se estima que 1,7 millones de trabajadores catalanes no han acudido a sus puestos de trabajo y la huelga ha sido prácticamente total en algunos sectores como la industria y la construcción. El éxito se mide también a partir del Servicio Catalán de Tráfico: la circulación de coches no supera el de un día festivo. El seguimiento del paro en la sanidad pública es del 70%, y del 50% en la privada. El 70% de los bancos ha parado, mientras que en las cajas de ahorros el porcentaje se sitúa en 65%.

Pero la jornada no ha terminado. En el repliegue de mediodía en las Glòries, los piquetes dejan tras de sí un rastro de eficacia. El botiguer del Clot, de Gràcia y de Poblenou, muy habituado a sortear estos envites, mantiene la persiana a media asta y, según la proximidad o lejanía del piquete, acaba por cerrarla o abrirla.

En el paseo de Gràcia, Joan Ferran, diputado del PSC, se encuentra entre los huelguistas que recorren las tiendas. A partir de primera hora de la mañana, el mundo de la moda -los Miró, Coco Chanel, Boulevard Rosa Zegna- titubea. Las megatiendas de la confluencia de la calle de Pelai con la plaza de Catalunya y los establecimientos de Zara y Mango han optado por mantener cerrado todo el día. En los bares Tapa-Tapa, Baguetina y Caffé di Roma, los empleados aplauden a los piquetes.

Un empleado de El Corte Inglés en la plaza de Catalunya discute con una integrante de un piquete.
Un empleado de El Corte Inglés en la plaza de Catalunya discute con una integrante de un piquete.CARLES RIBAS

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