Las claves del arte de Manolo Valdés

Manolo Valdés (Valencia, 1942), uno de los autores fundamentales del arte español contemporáneo, ha decidido mostrar por vez primera una selección de los dibujos y bocteos que ha utilizado como base para sus pinturas y esculturas. El autor descubre estas herramientas de trabajo 'como si enseñara los pinceles o los zapatos', según sus palabras. La recopilación se exhibe en la sala de exposiciones de la BBK de Bilbao y compone una mirada sobre la historia del arte a través de 116 de sus trabajos de los últimos 15 años. Desfilan así las sombras y recuerdos de Rembrandt, Matissse o de Las Meninas, un referente icónico para Valdés desde sus comienzos en el Equipo Crónica.

Nunca antes Manolo Valdés había mostrado sus dibujos 'instrumentales', creados con el fin de servir a sus obras mayores. Son piezas preparatorias o 'de guión', como él las denomina, que revelan muchas de las claves del proceso creador del artista, residente en Nueva York desde 1989.

La recopilación de la Fundación BBK (Gran Vía, 32) muestra trazos geométricos de perfiles reconocibles en el territorio de Picasso, Bonnard, Velázquez, Rembrandt o Matisse, que Valdés cifra bajo el prisma de su mirada y cristaliza en el papel o en la arpillera con una visión propia. No es la perspectiva clásica de la pintura figurativa, sino una radiografía matérica, según explicó Kosme de Barañano, director del IVAM y comisario de la exposición, durante la presentación.

De Barañano destacó que el valor del dibujo de Valdés no es el de apunte o el de estudio, sino su sentido proyectivo, también en el sentido de proyectar los dibujos para componer sus cuadros, para estructurarlos. Recordó el comisario que en la historia del arte se han dividido los dibujos en dibujos 'en sí' y 'para'. Los primeros son obras cerradas, autónomas; los segundos, los elegidos por Valdés, tienen una utilidad de bocetos, modelos, cartones. Su destino es servir a otra experiencia plástica.

La mayoría de las obras recopiladas se presentan cubiertas por un plástico transparente. El artista proyecta el dibujo sobre la tela del cuadro que quiere pintar. Lo que se proyecta no es exactamente el dibujo realizado al principio, sino un dibujo técnico que le permite mantener ciertas proporciones. 'Este dibujo, como de geometría estructural, ayuda a mantener un camino por donde tiene que pasar esa columna vertebral que permite a Valdés no tener que estar permanentemente rayando sobre unas telas que previamente ha teñido y arrugado, y que se echarían a perder con la huella de un carboncillo', explica De Barañano.

Son rostros de perfil, de frente, fases en las que un rostro o un cuerpo parecen avanzar o caer, o símplemente mirar. Las obras están hechas sobre papel. Ocho de ellas son trabajos a lápiz; dos, piezas cartón, acuarela y grafito; cinco, nogalina y carbón; 83, tintas sobre acetato; seis, tintas y gouache; tres, tintas y cera. A ellas se suma un óleo, gouache y carboncillo, y ocho collages, en los que Valdés juega con papeles de colores recortados para hacer una serie de floreros o para elaborar una portada para El País Semanal en 1997, como si fuera el cartel de un inexistente Bar Etxarri.