Un atentado suicida palestino contra un autobús mata a 19 personas en Jerusalén
Arafat condena el atentado, uno de los más sangrientos desde que empezó la segunda Intifada
'Destruye a Arafat, destruye a Arafat...', gritaban ayer encolerizados los vecinos del asentamiento de Gilo, al sur de Jerusalén, mientras el primer ministro israelí, Ariel Sharon, observaba los restos del autobús de transporte público donde minutos antes se había suicidado un terrorista palestino, provocando 19 muertos y medio centenar de heridos. El atentado más trágico y sangriento que se produce en un vehículo de transporte público desde que se inició la Intifada fue reivindicado por las Brigadas de Ezzedine al Kassam, brazo militar del movimiento fundamentalista Hamás.
El autobús de la línea 32 A, que une el asentamiento de Gilo con la Universidad Hebrea de Jerusalén, saltó por los aires poco antes de las ocho de la mañana, mientras en el interior se apretujaban estudiantes y oficinistas. El vehículo, articulado, había abandonado hacía pocos segundos su última parada de la avenida Dov Yosef y esperaba ante la luz roja de un semáforo cuando se vio sacudido por una tremenda explosión.
Un pasajero, Kayed al Ghul, de 24 años, estudiante de Sharia -Ley Islámica- de la Universidad de An Nayah, en Nablús, acababa de accionar la bomba que llevaba en una mochila. El activista, un militante del movimiento fundamentalista Hamás, miembro del Ejército clandestino de las Brigadas de Ezzedine al Kasam, había abandonado hacia tres días su domicilio en el campo de refugiados de Al Faria, al norte de Cisjordania, para dirigirse hasta Belén, donde vivió sus últimas horas. Kayed logró sortear todos los controles y subir al autobús en una parada intermedia.
'Todas las partes del autobús salieron volando en un radio de 150 metros', aseguró Slomo Calderón, uno de los testigos del atentado. Jerusalén acababa de sufrir uno de los peores atentados de los últimos años, sólo comparable al acaecido en 1996, también en una línea regular de transporte, en el que murieron 26 pasajeros.
Anuncio de venganza
Ayer por la mañana, mientras la clase política israelí, encabezada por Ariel Sharon, se daba cita en el lugar del atentado para consolar a las víctimas y anunciar venganza, las fuerzas de seguridad desencadenaban una operación de caza al hombre tratando de localizar a cinco jóvenes, supuestos componentes del comando de apoyo. Un hermano del suicida, enfermero en un hospital de Jerusalén Este, fue detenido pocas horas más tarde. La operación de búsqueda continuaba anoche, mientras la ciudad era sometida a un verdadero asedio. 'Esto es la continuación del terror palestino, debemos combatirlo y esto es lo que haremos', comentó Sharon.
Como siempre, la mayor parte de los dirigentes políticos israelíes volvieron ayer a responsabilizar a Arafat del atentado. Las acusaciones culminaron con unas rabiosas declaraciones del diputado Michael Kleiner, líder del movimiento ultrarreligioso colono, quien pidió por la radio: 'Por cada judío que ellos asesinen nosotros debemos matar 1.000 palestinos'.
La Autoridad Palestina hizo público un mensaje de condolencia, en el que aseguraba estar dispuesta a 'perseguir a los colaboradores de estas operaciones contra los civiles, que ponen en peligro el destino de nuestra nación' y con el que 'intenta destruir los esfuerzos de la comunidad internacional, que trata de poner fin a la ocupación y apoya la creación de un Estado de Palestina'.
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