Apariencia engañosa
No es infrecuente que los gobiernos autoritarios den la impresión en un primer momento de que son capaces de coger el toro por los cuernos y enfrentarse con problemas que la sociedad viene arrastrando desde hace mucho tiempo sin darles respuesta. Pero la apariencia suele ser engañosa. En lugar de enfrentarse realmente con los problemas, los gobiernos autoritarios suelen ofrecer una respuesta simplificada para los mismos, que no sólo no los resuelven, sino que los acaban agravando.
Es lo que está empezando a hacerse visible después de seis años con la política seguida por el Gobierno del PP, especialmente después de la mayoría absoluta. El Gobierno da la impresión de que tiene una respuesta para todo, pero realmente no la tiene para casi nada. Lo estamos empezando a ver en multitud de terrenos: pacificación del País Vasco, inmigración, educación universitaria y no universitaria, paz social, inflación... En todos estos terrenos estamos peor de los que estábamos hace unos años y con tendencia a seguir empeorando.
En el País Vasco hay menos atentados terroristas que hace diez años, pero la fractura social es mayor, como nos ha recordado un estudio realizado por 40 prestigiosos profesionales vascos dado a conocer esta misma semana. La cruzada antinacionalista protagonizada por Mayor Oreja no sólo no está resolviendo el problema, sino que lo está agravando. Eso es lo que evidenciaron los resultados de las últimas elecciones autonómicas y es lo que ha venido a recordar la reciente nota pastoral de los obispos vascos.
La inmigración también iba a encontrar una respuesta con la ley Mayor Oreja, que iba a poner fin al 'efecto llamada' generado por la ley aprobada por consenso en el Congreso de los Diputados al final de la legislatura anterior. El fracaso no ha podido ser más estrepitoso. El Gobierno no es capaz en este momento de ponerse de acuerdo ni siquiera consigo mismo, haciendo declaraciones contradictorias un día sí y otro también.
En el terreno educativo se ha aprobado a uña de caballo la LOU con el rechazo de todos los rectores y claustros de todas las universidades públicas. Y se lleva el mismo camino en la llamada Ley de Calidad de la enseñanza, cuya tramitación ha generado ya por primera vez el abandono del Consejo Escolar de casi la mitad de sus componentes. Éste es un terreno en el que las consecuencias de esta manera de proceder tardan más en verse. Pero se verán. Imponer un modelo educativo sin contar con nadie, cuando además tiene que ser ejecutado por las comunidades autónomas, que en bastantes sitios no están de acuerdo con el mismo, no puede conducir a ningún sitio.
La ruptura de la paz social con la aprobación mediante decreto ley de la reforma del desempleo, que ha desencadenado la convocatoria de una huelga general, no resulta comprensible ni siquiera para los propios militantes del PP y para sus propios medios de comunicación. Buena prueba de ello es que el Gobierno ha tenido que contratar cuñas publicitarias ante la incapacidad de explicar su política a través de los dirigentes y cuadros del partido.
En lo que a la inflación se refiere, creo que las cifras hablan por sí mismas. Tras el euro y la definición de la política monetaria por el Banco Central Europeo, únicamente el Gobierno español puede ser responsable del diferencial de inflación con los demás países de la Unión Europea. ¿No tiene nada que ver la rebaja del IRPF y la subida de todos los impuestos indirectos? ¿O la ausencia de reformas estructurales, que son las que tienen costes para los gobiernos? ¿Qué le hace más daño a la imagen de España, la cifra de inflación o la huelga general?
La enumeración es puramente ejemplificativa. Pero creo que es suficiente. La apariencia de solución para los problemas de la sociedad española está haciendo agua por todas partes. Se está imponiendo un estilo de hacer política que está en las antípodas del que se inició con la transición, cuyas primeras elecciones se celebraron una semana como ésta de hace 25 años. Y con este estilo vamos a caminar como lo cangrejos.
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