'La ley del PP es incluso más retrógrada que la de Villar Palasí de 1970'
Miembro del Consejo Escolar del Estado desde que se creó hace 16 años, al que fue designada como 'personalidad de reconocido prestigio' en el ámbito pedagógico, Marta Mata (Barcelona, 1926) abandonó, junto a una treintena de representantes de organizaciones progresistas, la sesión plenaria que este organismo celebró el pasado 4 de junio. Inmediatamente después del pleno, Marta Mata redactó su carta de dimisión 'irrevocable'. Era la primera y única vez que esta maestra de maestros, impulsora del movimiento de renovación pedagógica surgido en Cataluña a las postrimerías del franquismo y que propugnaba una escuela pública, laica, catalana y democrática, dimite de uno de los numerosos órganos de participación desde los que ha luchado, a veces con dificultades e incluso incomodidad. En la esfera política, Mata ha sido diputada del PSC en el Congreso y en el Parlamento catalán, senadora y concejal en el Ayuntamiento de Barcelona.
'No creo que los centros apliquen la ley para retroceder en lo que han avanzado'
'En estos momentos las cosas van por mayoría absoluta y no se escuchan opiniones'
Pregunta. ¿Tan mal están las cosas que no ha visto otra salida que tirar la toalla, y de forma irrevocable?
Respuesta. Yo ya tenía pensado dimitir por todo este proceso iniciado con la Ley de Calidad. Hace 16 años que soy miembro del Consejo Escolar del Estado. Este organismo nació de un sueño que tuvimos la gente de los movimientos de renovación pedagógica, que en el documento Por una nueva escuela pública defendíamos la participación de todos los sectores implicados en la planificación de la educación. Esto decíamos en 1975. Ahora, como los vientos políticos que soplan desde la mayoría del PP permiten hacer cualquier cosa, el Ministerio de Educación, sin ningún tipo de discusión y sólo en base a unos defectos de determinadas puntas de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), ha lanzado un primer anteproyecto con un preámbulo vergonzoso por su forma, y otro todavía más vergonzoso por el contenido. En unos meses ha cuajado este turbión que es la Ley de Calidad y nos la encontramos en el Consejo Escolar, lo que para mí ha sido un insulto a este órgano. Además, yo ya soy bastante mayor y tengo todavía trabajo por hacer desde la base. Pienso que la gente joven que quiera continuar en el Consejo debe hacerlo dando testimonio de lo mal que van las cosas.
P. ¿No cree, sin embargo, que su voz sigue siendo necesaria en el Consejo para luchar por el modelo de escuela que lleva tantos años defendiendo?
R. No. Porque en este momento las cosas van por mayoría absoluta y no se tienen en cuenta para nada, ni siquiera testimonialmente, las opiniones de nadie. Me siento demasiado mayor para aguantar esto. Es la primera vez que dimito de un organismo. Hasta ahora, cuando las cosas iban mal, optaba por continuar porque creía que siempre hay una forma de seguir hacia delante. Pero en este caso no ocurre así. Yo no arreglaré esta situación.
P. ¿Qué es lo que más le ha disgustado de todo este proceso que rodea la Ley de Calidad?
R. Las disposiciones de la Ley de la Calidad son incluso más retrógradas que la ley Villar Palasí, la última ley franquista de educación, del año 1970. Nosotros ya criticamos a fondo aquella ley, aunque admitimos que quien la hizo tuvo al menos la decencia de elaborar un Libro Blanco antes de presentarla. Esta señora no se ha molestado ni en hacer esto y se saca de la manga unas medidas para lograr una calidad educativa que nada tiene que ver con el concepto de calidad por el cual hace 40 años estamos luchando los defensores de la renovación pedagógica. La calidad en este momento, para el PP, significa un examen final, separar los inteligentes de los tontos, los trabajadores de los vagos, los ricos de los pobres, los niños de las niñas. Esto es de juzgado de guardia: no se puede insultar a un niño diciéndole que es vago o tonto. Todo esto se pretende aprobar sin que la opinión pública tenga idea de sus posibles consecuencias. Por ello me vi en la obligación ética y política de proponer la devolución del anteproyecto al Gobierno, pero mi enmienda ni siquiera se incluyó para ser debatida y votada en el pleno del Consejo.
P. Ha mencionado la existencia de 'algunas puntas' en la implantación de la LOGSE.
R. En primer lugar quiero resaltar que la LOGSE es la ley más importante que se ha debatido en el Consejo Escolar. Se aprobó en 1990 después de tres años de un debate amplio y plural entre sindicatos, comunidades autónomas, movimientos de renovación pedagógica... Emitieron sus dictámenes y el ministerio socialista los publicó en cinco volúmenes, acompañados de un Libro Blanco. Cuando el proyecto de ley llegó al Consejo Escolar del Estado, todo el mundo sabía de qué se hablaba y qué opiniones había sobre él. Es la ley más discutida y más bien preparada que se ha hecho nunca en España en materia de educación.
P. ¿En qué ha fallado la implantación de la LOGSE?
R. Los problemas se han producido básicamente en los centros masificados y antiguos. En los centros de nueva creación y de dimensiones reducidas su implantación ha sido un éxito.
P. Usted ha expresado sus dudas sobre si la Ley de Calidad se aplicará en la práctica.
R. Es un disparate tan grande que creo que los centros no la aplicarán cuando suponga una marcha atrás en lo que han avanzado. La ley primará que las guarderías se generalicen, pero creo que el nivel de lucha y conciencia de sus profesionales impedirá que dejen de ser educativas para convertirse en asistenciales. En secundaria, no pienso que un instituto que haya implantado la reforma con éxito se eche atrás. Si, por ejemplo, un instituto funciona bien con un itinerario, no creará dos.
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