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Reportaje:

El amor al arte pierde a Kozlowski

El fisco descabalga al brillante primer ejecutivo de Tyco y pone bajo sospecha su creativa gestión

A Dennis Kozlowski, un genio de las finanzas y un lince en los recovecos fiscales, le ha perdido la codicia. Quien fuera calificado como ' el más agresivo directivo de EE UU' y 'Dennis, una adquisición al mes' en su carrera por convertir al conglomerado Tyco en un gigante que rivalizara con General Electric, ha sido acusado formalmente de evadir impuestos y corre un serio riesgo de ir a la cárcel.

Las autoridades le acusan de no haber pagado un millón de dólares al fisco en la adquisición de obras de arte. A sus 55 años, este brillante ejecutivo y navegante aficionado ha sido obligado a dejar el timón de Tyco, sobre cuyas opacas cuentas pesan muchas sospechas.

Tyco ha perdido a lo largo de este año las tres cuartas partes de su valor bursátil (unos 85.000 millones de dólares)

Hombre expansivo, habitual en la escena social, deportista amante de las motos, los veleros y el tenis, Kozlowski era uno de los directivos más espectaculares de un paisaje tan rico en ellos como el de EE UU. Por unas razones u otras, personajes ricos y pobres en carisma no dejan de caer de sus peanas en los últimos tiempos. La norma hasta ahora eran quiebras, fantasías contables o pésimos resultados en las empresas (Kenneth Lay/Enron, Bernard Ebbers/WorldCom, Gary Winnick/Global Crossing, Chuck Watson/Dynegy...), pero Kozlowski ha roto el molde al arriesgarse a la cárcel por cuestiones de ética individual, por no pagar impuestos en una operación que para él hubiese sido el chocolote del loro: algo más de un millón de dólares para un hombre al que se atribuyen cientos de millones de ingresos en los pasados tres años, entre retribuciones regulares, primas, opciones sobre acciones, ventas de títulos y otras prebendas. Y no perdonaba un céntimo. Kozlowzki exigía el estricto pago de los 75.000 dólares anuales que le correspondían por asistir a las reuniones de su propio consejo de administración, una minuta que sus pares no suelen reclamar.

El fiscal de Manhattan, Robert Morgenthau, le acusa ahora de haber adquirido entre agosto y diciembre de 2001 en Londres y Nueva York obras de arte (un renoir, un monet y un caillebotte, entre otras) por más de trece millones y de no haber pagado el correspondiente 8,25% de impuesto que exige la ciudad de Nueva York a sus vecinos. Kozlowski vive en un piso de una docena larga de piezas en la Quinta Avenida, frente a Central Park, comprado hace dos años por 18,5 millones. Morgenthau alega que el presidente envió a la sede central de Tyco en Exeter (New Humpshire), donde no existen impuestos de compra, unas veces los cuadros y otras cajas vacías, cuando en realidad los lienzos tenían por destino final su residencia neoyorquina. La fiscalía dice contar con el testimonio de un intermediario y con varios documentos para probar la acusación.

'Es un grave delito que una persona con ingresos tan altos deje de pagar algo más de un millón en impuestos', declaró el fiscal en una conferencia en la que anunció que se ha acabado la tolerancia para la violación sistemática de ese impuesto en Nueva York. 'Es un caso en el que no hay pruebas', replicó Stpehen Kaufman, el abogado de Kozlowski. 'Cuando se conozcan todos los detalles, el jurado podrá ver que carece de fundamento'. Kaufman defendió en su día a la hotelera Leona Helmsley, al financiero Michael Milliken y a la consejera de Sotheby's Diana Brooks, todos los cuales fueron condenados.

Un soplo

La fiscalía abrió la investigación en enero tras recibir un soplo, pero agudizó su interés al tener conocimiento de las maravillas que el coleccionista es capaz de hacer con los impuestos. En 1997, Kozlowski trasladó el domicilio fiscal de Tyco al paraíso de las Bermudas para evitar el pago de impuestos en las exportaciones, lo que, unido al empleo de otra filial radicada en Luxemburgo para otras operaciones, permite al conglomerado de Exeter salir cada año con un impuesto de empresas que ronda el 20%, la mitad de lo habitual.

Todo legal, pese a ser discutido por sus críticos, que también hacen notar la creatividad contable que aplicaba sin descanso Kozlowski a un Tyco a cuya presidencia llegó en 1989, cuando el grupo facturaba 2.000 millones de dólares y tenía una capitalización bursátil de 2.600 y lo elevó hasta los 36.000 millones de negocio del pasado ejercicio, en cuyo momento cumbre Tyco llegó a valer 120.000 millones en Bolsa. Eso fue en enero de 2001 al final de una mareante década de expansión en la que Kozlowski adquirió cientos de empresas de todo tamaño y sector, hasta tener en su mano un heterogéneo conglomerado que lo mismo gestionaba fibra óptica submarina que fabricaba perchas, material quirúrgico o plásticos, además de proporcionar servicios financieros o de seguridad. Admirador de Jack Welch, Kozlowski tiene dicho que su meta era convertir a Tyco en un grupo que rivalizara con General Electric.

La imparable expansión capitaneada por Kozlowski gustó a los inversores y atrajo capitales de quienes miraban con recelo a la burbuja de la tecnología y de las puntocom. Era más tranquilizador invertir en un grupo que fabricar enchufes y perchas que dar los dólares a muchos de los aventureros de Internet. Debido a la solidez de sus activos, Tyco capeó mejor que otros la crisis de 2001, pero los extremos contables de Kozlowski empezaron a pasar factura tras la espectacular caída de Enron, cuando inversores y analistas empezaron a preguntarse dónde estaba el nuevo Enron.

Casi al tiempo que la fiscalía de Nueva York abría las primeras pesquisas sobre las transacciones privadas de Koslowzki, el presidente de Tyco cometió su primer error grave al anunciar en enero que se había acabado la expansión -lo que fue considerado lógico por los mercados, asaltados por la revelación de que Tyco no había comunicado la adquisición de otras 700 sociedades a cambio de 8.000 millones- y que iba a dividir el conglomerado en cinco unidades, una de las cuales, la financiera CIT, sería vendida. Esta segunda parte sorprendió negativamente y la cotización de Tyco cayó como una plomada.

Ventas de tapadillo

Al mes siguiente trascendió que el presidente y su director financiero habían vendido acciones de Tyco por importe de 500 millones desde 1999, pese a mantener públicamente que apenas habían negociado papel. En abril, Kozlowski dio marcha atrás en su plan de desmembramiento. Nuevo golpe a la baqueteada confianza de los inversores, que se preguntaron si el presidente tenía estrategia o sólo daba tumbos al frente de un grupo cargado con unos 27.000 millones de deudas y compromisos para este año del orden de 12.000. Kozlowski mantenía su plan de vender CIT por el que pagó 9.200 millones el año pasado, por el que ahora es harto improbable que Tyco reciba más de 6.000.

A pesar de los vaivenes, los consejeros siguieron manteniendo la confianza en su presidente. Hasta que intervino el fiscal Morgenthau. A Kozlowski le ha relevado provisionalmente John Fort, de quien él tomo el relevo años atrás. Tyco ha perdido en lo que va de año las tres cuartas partes de su valor bursátil (unos 85.000 millones) y es la sociedad con peor evolución en el índice Standard & Poor. A pesar del desplome, el conglomerado vale todavía algo más de 32.000 millones, doce veces más de lo que recibió Dennis Kozlowski en 1989. Fort ha anunciado que la estrategia empresarial pasa a partir de ahora por el crecimiento orgánico y la disciplina. En Wall Street hay quienes se preguntan si el rigor hará salir a la luz viejos sapos contables.

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