Los gatos del Canal
He leído con estupor durante las últimas semanas varias cartas, artículos y opiniones acerca de los gatos del Canal de Isabel II y sobre mi decisión de retirarlos de nuestras instalaciones.
Ante el cúmulo de falsedades e incorrecciones que alguien, sin duda interesado, está propagando al respecto, me gustaría hacer una serie de puntualizaciones que permitirán arrojar algo de luz y de sentido común sobre este asunto. Y espero que contribuyan a zanjar esta absurda polémica.
En primer lugar, yo nunca he dado la orden de exterminar a los gatos del Canal. No sé de dónde se ha podido sacar semejante conclusión. Mi orden ha sido la de retirar dichos gatos de nuestras instalaciones simple y llanamente por motivos de salud pública. La retirada de los animales se está llevando a cabo por los servicios correspondientes de Protección Animal de la Comunidad de Madrid.
Si he tenido que tomar dicha decisión -que no ha sido nada fácil- es porque se trata de una colonia de animales que ahora está enferma. Por tanto, no deben estar en unas instalaciones en las que hay agua de la que beben todos los madrileños. Creo sinceramente que es algo de sentido común. Y no se trata de una enfermedad ¿ficticia?, como se ha asegurado por esos mismos grupos, sino que tiene nombre y apellidos y está provocando la mortandad de numerosos animales. Hemos llevado a analizar varios de ellos y tenemos los correspondientes informes que corroboran este punto: leucemia felina y parasitación por nemátodos. Claro que estoy seguro que ahora me argumentarán que al tratarse de leucemia felina no se transmite a los humanos y, por tanto, no hay peligro. Ése no es el problema. El problema es que en instalaciones básicas como son las de suministro de agua no puede haber animales enfermos que se mueren. ¿Es tan difícil de entender esto? Tampoco tiene mucho sentido que varias personas, con su mejor voluntad estoy seguro, dejen a diario comida en nuestras instalaciones para alimentar a los animales. Al cabo de unas horas esos alimentos se descomponen, con el problema que ello supone. Además, no debería olvidarse que en ese entorno en el que vive la colonia de gatos hay muchos cientos de trabajadores que sufren directamente las consecuencias de todo esto.
Y me permito hacer una sugerencia. Los gatos que viven en las instalaciones del Canal de Isabel II son gatos abandonados por personas supuestamente amantes de los animales, que cuando llegan las vacaciones o un puente largo no encuentran mejor solución que tirarlos por encima de la valla del Canal. Es así de triste, pero es la realidad. Mi sugerencia es que no hagan esto. Que si tienen un animal del que se quieren deshacer, no lo tiren a las instalaciones del Canal, sino que se pongan en contacto con organizaciones protectoras de animales, que seguramente darán una solución a su problema.
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