La ardua remontada municipal del PSPV
Hoy sabremos qué candidatos socialistas optarán, respectivamente, a las alcaldías de Valencia y Alicante en los comicios del 2003, ciudades en las que el PSPV ha llevado a cabo a lo largo de la semana las elecciones primarias. En la capital del sur han competido Carmen Sánchez Brufal y Blas Bernal, mientras que en el cap i casal se han visto las caras Ana Noguera y Rafael Rubio. En las vísperas de pasar por las urnas, da la impresión de que los caballeros se llevarán el gato al agua, no obstante haber sido más beligerantes las damas y, aparentemente al menos, más fresco su discurso. Nota común ha sido la moderación de las campañas, quizá por la convicción compartida de que las críticas y maldades con que se obsequian unos a otras sólo sirven para amenizar a los espectadores de sus lances, y a la derecha en primer lugar.
Otra nota común es que los ganadores, por más brillante que haya sido su victoria, está condenada a ser una victoria pírrica, pues no servirá para desalojar a los hoy titulares del gobierno municipal, el PP, usufructuario de una mayoría absoluta que lleva visos de perpetuarse en ambas capitales. En tres lances la ha revalidado Rita Barberá en Valencia, y dos Luis Diaz Alperi en Alicante. Como mucho, además de acortar las diferencias, podría aspirarse a romper esta secuencia de mayorías hegemónicas. Los sondeos de opinión, sea dicho de paso, no auspician este cambio y es dudoso que las cosas mejoren en el año que resta para darle caña a las administraciones de los citados alcaldes, tan confortablemente instalados.
Cierto es que no se dan las mismas circunstancias en un caso y en otro. A la vera del Benacantil, Díaz Alperi gobierna con pies de barro. Que se haya beneficiado de una oposición casi roma, no ha impedido que su imagen y proyección esté empañada por su propia ineptitud y por la sospecha. Prueba de ello es que sus mismos cofrades lo han rebautizado como Luis Quince Por Ciento, lo que le homologa con el ceporro monarca francés y con penosas prácticas. Por otra parte, se sabe, y en el PP no lo desmienten, que su suerte pende de un hilo, ya que esa poltrona es acechada por aspirantes de más fuste político que sintonizan mucho mejor con el presidente del partido, Eduardo Zaplana, a quienes éste apoyaría con más resolución tanto si decide como si no optar de nuevo a la Generalitat.
Al margen de que se produzca o no el relevo del edil popular, la pregunta a la que deberían responder hoy los militantes de aquella plaza es quien de los concurrentes, si Bernal o Brufal, está más capacitado para sacudir la peana del alcalde tocado del ala, proponiendo un discurso más novedoso, agudo y capaz de hincarle el diente crítico al desmadre inmobiliario que campa por estos lares. El secretario general de los socialistas, Joan Ignasi Pla, se ha inclinado por la concejala. Pero él no vota. En cambio, el sibilino secretario local de Alicante, Angel Franco, se ha manifestado con brío como valedor del flácido edil. Entre los populares no se percibe el menor signo de alarma.
En Valencia lo tienen peor, digo de los candidatos socialistas. Aquí el blindaje moral de la alcaldesa resiste cualquier invectiva y su popularidad se acrece con el tiempo. Me temo incluso que mire conmiserativamente a la oposición. Tan solo Ana Noguera, la portavoz del PSPV durante esta legislatura, ha conseguido sacarla de sus casillas a fuerza de señalarle con el dedo puntos negros o grises de su gobierno, y de patearse la ciudad para acentuar la presencia, siquiera mediática, de su partido. Pero esta inversión de tiempo y esfuerzo puede haber quedado liquidada hoy en virtud de una operación que únicamente hemos de interpretar en clave interna. Al vecindario de obediencia progresista le tiene sin cuidado si no se traduce en un avance sustantivo del número de escaños y grado de belicosidad.
Como corolario de lo expuesto diríamos que no vemos por parte alguna las ventajas estratégicas de estas primarias que, junto al desgaste de los contendientes, delatan por sus indicios que van a ser castigadas las candidatas, que son las más pugnaces. No nos extrañe, pues, que el líder socialista pida que opten a la reelección los 183 alcaldes de su cuerda que ejercen en la Comunidad.
METEDURA DE PATA
En las huestes parlamentarias socialistas cunde el resquemor contra el diputado del PP Vicente Martínez Pujalte, debelador del PSOE a la menor ocasión e incluso sin motivo. De ahí que una diputada irreflexiva creyó asestarle un buen puyazo al involucrarlo en el soborno de un jugador adversario del Levante UD, club que Pujalte vicepreside. Los granotas son inocentes de ese presunto apaño, pero su nombre sí quedó salpicado por esta sospecha que la temeraria diputada aventó, y se enfadaron. Suponemos que, además de las disculpas pertinentes, el PSPV sabrá impedir en adelante estas meteduras de pata y recordar a sus diputados que la venganza es un plato que se come frío.
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