Isabel II exhibe los tesoros de la colección real para celebrar sus 50 años de reinado
450 piezas se exponen en la reformada Galería de la Reina, en el Palacio de Buckinham
Con una pequeña selección de la colección de la familia real británica, que desvela los gustos de Isabel II y sus antecesores, se inaugurarán el próximo martes las reformadas salas de la Galería de la Reina, junto al Palacio de Buckingham. La exposición, abierta hasta enero de 2003, incluye dibujos de Leonardo da Vinci, lienzos de Vermeer y Van Dyck, incunables, muebles, joyas y objetos decorativos recopilados durante cinco siglos. Entre las últimas adquisiciones destaca un pequeño retrato de la reina actual de Lucian Freud, que se exhibe por primera vez al público. En total se exhiben 450 piezas de las decenas de miles adquiridas por los sucesivos monarcas en función de sus gustos personales.
Las 450 piezas de la exposición Tesoros reales representan una mínima fracción de la colección real británica, que en los últimos cinco siglos ha recopilado 7.000 pinturas, 40.000 dibujos y grabados e inmumerables objetos decorativos. Forma parte de las celebraciones del jubileo de oro de Isabel II, quien inaugurará la muestra el próximo martes, un día antes de su apertura al público. 'Es una colección única en su variedad y globalidad. No puede compararse con ninguna otra colección dinástica', resalta Hugh Roberts, responsable del vasto fondo artístico.
Esta riqueza queda reflejada en las tres salas principales de la galería, reformadas y ampliadas con un presupuesto de unos 30 millones de euros, a través de obras como el retrato ecuestre de Carlos I, de Van Dyck; la serie de dibujos de Holbein, o el famoso Lady at the virginal with a gentleman, el único de los conocidos vermeer que no se exhibe permanentemente al público.
Provenientes de nueve residencias monárquicas, la selección de las piezas viene dictada por la calidad y el factor histórico para resaltar los gustos particulares de cada monarca. Carlos I, el rey mártir tras su decapitación en 1649, a los 23 años de su coronación, fue un ávido coleccionista de los grandes maestros italianos -Rafael, Leonardo da Vinci, Tiziano y Correggio, entre ellos- y destacado mecenas de artistas contemporáneos, en particular de Rubens y Van Dyck.
Los ausentes
Su sucesor, Jorge III, el rey loco y dedicado bibliófilo, se ve reconocido con un incunable por él adquirido: Salterio de Mainz, del que sólo existen diez ejemplares conocidos, y un extraordinario manuscrito iluminado islámico, Padshahnama. De su época también proceden una vista de la plaza de San Marcos de Venecia, de Canaletto, y obras de artistas británicos del siglo XVIII en un abanico de disciplinas. Reynolds, entre los pintores, y Chippindale, entre los ebanistas, son los grandes ausentes, en tanto que no gozaban de la simpatía del rey.
Fundamental fue la contribución, en los siglos XVIII y XIX, de Jorge IV, un rey que desatendió las labores de Estado pero apadrinó las artes, en particular la pintura, la literatura y la arquitectura. Amplió la colección con obras maestras de las escuelas italiana, holandesa y flamenca, pero, en línea con sus antecesores, descuidó a los maestros españoles. 'A ningún monarca inglés le interesó el arte español. Desgraciadamente no tenemos goyas, y el retrato de Carlos I que pintó Velázquez desapareció hace tiempo', señala Christ Lloyd, uno de los comisarios de la muestra.
La rivalidad entre ambas casas reales, el cisma religioso entre la Europa católica y la protestante, pudieron contribuir a la apatía inglesa respecto al arte ibérico. 'Desconocemos las causas, salvo que la colección está dictada por el gusto de los soberanos', reitera Lloyd.
Sucesivos monarcas, entre ellos la reina actual, se dedicaron a rellenar los huecos dejados por sus antecesores sin afán de abarcar todo el espectro artístico, labor que corresponde a las colecciones nacionales. Así, en el siglo XVII, Carlos II aportó riqueza a la división de dibujos que había iniciado el rey anterior adquiriendo 600 obras en papel de Da Vinci y un excepcional volumen con 87 dibujos de Holbein. La reina Victoria y el príncipe Alberto completaron la sección del llamado arte primitivo de Italia, Alemania y Países Bajos.
Vacío contemporáneo
Isabell II no destaca por su mecenazgo, y en los 50 años de su reinado son muy limitados los artistas contemporáneos que se han sumado a la colección. El vacío de obras del siglo XX se ve compensado con un retrato de la soberana que pintó recientemente el consagrado Lucian Freud. De pequeñas dimensiones, pero efecto impactante, el lienzo parece perderse entre los muebles, arcones y demás cuadros que se exhiben en la misma sala.
En la introducción al catálogo de la exposición, la reina aporta pistas sobre su aparente desinterés por el arte. Recuerda que fue su consorte, el príncipe Felipe, quien propuso abrir la galería al público hace cuarenta años. Y fue el príncipe también quien sugirió adquirir pinturas de Barbara Hepworth y Graham Sutherland, entre otros artistas británicos del siglo pasado.
La labor de Isabel II se ha enfocado en áreas de conservación y divulgación de su herencia artística a través de publicaciones, exposiciones y préstamos a museos. Pero también ha contribuido adquiriendo obras de carácter histórico-monárquico, acuarelas y dibujos recientes de paisajes relacionados con las residencias reales. 'En nuestra era, no sería apropiado que la reina se dedicara a coleccionar ávidamente', justifica Roberts.
A pesar de su afición por el arte, el príncipe Carlos no está representado en la muestra. Es posible que adopte la actitud de su madre una vez que acceda al trono en tanto que, actualmente, ejerce de presidente de la fundación que regenta la colección o, mejor dicho, la colección de colecciones de la realeza inglesa.
Babelia
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