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Tribuna:DEBATE SOBRE EL CRECIMIENTO DE LA COMUNIDAD
Tribuna
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La economía andaluza bien merece más de un titular

A menudo las cosas no son lo que parecen, y con frecuencia la síntesis selectiva que de la realidad ofrecen los titulares nos impide ver el bosque. Tal es el caso de la economía andaluza, cuyas debilidades suelen ocupar portadas con grandes caracteres tipográficos, mientras que sus fortalezas no merecen la misma atención informativa.

Así, cada vez que se publica un avance de las magnitudes económicas regionales, los ciudadanos podemos acudir a la prensa para tener una idea de cómo van las cosas por nuestra tierra, Andalucía. Eso mismo hice hace unos días cuando Funcas (Fundación de las cajas de ahorros confederadas para la investigación económica y social) hizo públicas sus estadísticas del año 2001 sobre la economía regional en nuestro país. Pues bien, casi todos los titulares destacaban el penúltimo lugar que ocupaba Andalucía en renta familiar por habitante o el primero en cuanto a tasa de paro. Con esas pinceladas, lo siguiente que encuentra el lector son las críticas aparentemente justificadas de unos políticos (los de la oposición) hacia otros políticos (los que gobiernan), como si ese fuera el camino, no para arreglar nada si no para ganar los votos de los que sólo prestan atención a los titulares.

Por el contrario, si se analiza el conjunto de datos que nos ofrece Funcas sobre la economía de las diferentes comunidades autónomas se observa que los sectores que presentan una menor productividad son el agropesquero y el de servicios. Justo aquéllos en los que el tejido económico andaluz cuenta con un peso relativo mayor, en términos de valor añadido bruto, del que tienen a nivel nacional. Una vez formada una somera idea de cuál es la estructura productiva de nuestra economía, y puesto que ya disponía de ciertos argumentos para entender ese supuesto menor dinamismo económico de nuestra región, opté por echar un vistazo a nuestras tasas de crecimiento durante los últimos años. Pues bien, me encontré con una realidad bien distinta: Andalucía es una de las comunidades más dinámicas, tal y como lo demuestra el que es la segunda región española que más ha crecido en términos de valor añadido bruto en 2001, y la primera en el año 2000.

Cómo explicar entonces esa menor productividad aparente de la economía andaluza con el hecho de que nuestra región haya registrado durante los últimos años un crecimiento superior a la media nacional, e incluso ocupado la primera posición con respecto al resto de las autonomías. Sin más datos que los que el estudio ponía a mi disposición encontré una respuesta simple a este gran interrogante macroeconómico: si la productividad se mide como el cociente de la producción entre los factores productivos (v.g. el factor trabajo), una menor productividad unida a una mayor tasa de producción sólo es posible si el uso de factores productivos también crece. En efecto, si acudimos a la cifra de empleo encontraremos la confirmación de este razonamiento: Andalucía es la región en donde más se ha incrementado el empleo durante el año pasado, y también donde más ha disminuido el paro.

Por supuesto, hay más ejemplos. Cuando La Caixa publicó el anuario económico de España 2001, los titulares destacaron de modo casi unánime el penúltimo puesto de Andalucía en nivel económico (renta familiar disponible por habitante). Curiosamente, es el único dato desfavorable para Andalucía de los que se recogen en dicho anuario. Pero fue difícil encontrar en portada cualquiera de los demás indicadores económicos, como el tercer puesto de Andalucía en el índice nacional de actividad económica, el segundo en el índice industrial, el primero en cuota de mercado, el tercero en el índice comercial mayorista y el segundo en el minorista, o el segundo lugar en el índice turístico. Magnitudes todas ellas en las que Andalucía figura en los primeros puestos.

En definitiva, un análisis objetivo de los indicadores económicos de nuestra tierra no puede soslayar que Andalucía es una de las regiones que viene logrando un mayor crecimiento económico (un 3,78% en 2001, o el 6,64% en 2000, frente al 3,12% y 4,91%, respectivamente, de media nacional en términos de valor añadido bruto), y también unos ritmos superiores de creación de empleo (3,43% en 2001 frente al 2,48% de media nacional). Ambos registros evidencian que Andalucía sigue un modelo de crecimiento que ha demostrado no sólo ser eficaz, dadas las mayores tasas de creación de riqueza si no que, además, ha logrado trasladar ese crecimiento más intenso hacia una mayor creación de empleo. Y resulta difícil negar que se trata de un modelo de crecimiento coherente con un problema tan real y tan socialmente preocupante como es el desempleo, aunque ello suponga hacer un sacrificio en términos de ese indicador (la productividad) al que se llega por medio de un cociente entre dos magnitudes macroeconómicas.

No obstante, siempre existirá el riesgo de leer sólo aquellos titulares que tratan de resumir en una sola frase, con mejor o peor fortuna, una realidad compleja como es la economía de una región. En tal caso, el tremendismo al uso de los titulares de cierta prensa nos impedirá percibir que Andalucía es una región económicamente dinámica y abierta al exterior, con una estructura productiva en donde conviven sectores tradicionales, cada vez más competitivos, con otros de carácter más innovador. Este dinamismo es fruto de un capital social creciente y una cultura emprendedora que empieza a cuajar ya en una población joven y cada vez mejor formada. Prueba de ello es el hecho de que en el año 2001, Andalucía fue la región española en donde se crearon más cooperativas y sociedades laborales. Un dinamismo que se ha venido beneficiando de la fortaleza del sector público (el gasto de la Junta de Andalucía respecto al PIB es el mayor de todas las administraciones autonómicas), pero que requiere no sólo de la cooperación entre instituciones públicas y privadas, si no también entre estas últimas, para lograr que nuestras pymes, verdaderos motores de nuestra economía regional, puedan contribuir eficazmente al nuevo impulso modernizador que Andalucía demanda para seguir afrontando con éxito el reto de una economía más globalizada.

Antonio Fernández Poyato es vicepresidente ejecutivo de CajaSur.

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