Un tribunal internacional para perseguir a políticos ladrones

'No se puede saquear un país y después seguir siendo un ciudadano honorable', clamó en San Lorenzo del Escorial el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa y presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras. En una Iglesia gobernada por un papa anciano e inválido y unos cardenales en su mayoría por encima de los setenta años, este joven prelado, con apenas 58, creciente prestigio internacional y asombroso dominio de idiomas, se ha consolidado ya como un papable.

Ayer, Rodríguez Maradiaga accedió a hablar media hora con los periodistas acreditados ante el congreso de El Escorial y terminó pidiendo disculpas cuando se le advirtió de que su discurso, contundente y directo, contrasta demasiado con los eufemismos con que sus colegas europeos suelen explicarse en ocasiones semejantes. 'Pido disculpas por hablar así; ustedes viven en una sociedad más justa. Pero no vean en mis palabras una postura ideológica: hablamos desde la doctrina social de la Iglesia y nos dirigimos a personas que tienen derecho a vivir, no sólo a sobrevivir', dijo.

El cardenal de Tegucigalpa, religioso salesiano, demostró gran conocimiento de la realidad europea -sobre todo la española: confesó leer EL PAÍS a diario, por Internet-, y después de ponderar la tarea del juez Baltasar Garzón persiguiendo a dictadores criminales, avanzó un paso de gran calado político a la vista de lo ocurrido en los últimos años en los gobiernos de Argentina, Perú, Colombia, Venezuela y México, entre otros.

'Dineros mal habidos'

Maradiaga reclama la creación de un tribunal internacional que persiga los delitos económicos de dictadores y gobernantes ladrones. 'La corrupción es el principal problema', dijo antes de aludir a 'un presidente que robó todo lo que pudo' y ahora, derrocado, 'está en otro país con una visa [pasaporte] de inversionista'.

El prelado aludía, sin citarlo, al peruano Alberto Fujimori, pero lo mismo podría decirse de otros que en Argentina despilfarraron los inmensos ingresos de las privatizaciones, a las que se refirió. Así que está bien el tribunal contra los crímenes de guerra, pero el joven cardenal cree que debe haber otro, sin excusa, para perseguir los crímenes económicos, para obligar a los gobernantes ladrones a 'devolver el dinero robado', 'el dinero de unos saqueos que ha sido lavado y está descansando en lo que eufemísticamente se conoce como paraísos fiscales, que no son tales sino refugio de dineros mal habidos y que deberían devolverse a los países de origen'. La comunidad internacional no sólo debe acudir en ayuda de Latinoamérica en casos de catástrofes naturales, 'sino para hacer que la justicia y la claridad brillen en esos países', explicó.