Por un colegio catalán de traductores e intérpretes
Los traductores forman un colectivo que goza de un progresivo reconocimiento gracias a organismos como la UE, pero que precisa tener un colegio propio
Últimamente se ha creado el colegio oficial de informáticos, el de logopedas y el de publicistas y relaciones públicas, en línea con el reconocimiento, por parte de la sociedad, de las aspiraciones de diferentes colectivos profesionales que quieren organizarse y regular responsablemente su actividad.
De la misma manera queremos exponer la situación en lo referente a los traductores e intérpretes. Queremos que la sociedad catalana también tome conciencia de las aspiraciones de nuestro colectivo, que de unos años a esta parte ha experimentado una evolución que lo sitúa en la necesidad de regulación de la profesión mediante el instrumento sin duda más útil para todos: el futuro colegio profesional de traductores e intérpretes de Cataluña.
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El acceso a la profesión y el intrusismo son algunos de los problemas pendientes
Tres universidades catalanas imparten hoy enseñanzas de traducción
Es de especial interés recordar aquí la Recomendación sobre la protección jurídica de los traductores y de las traducciones, y sobre los medios prácticos de mejorar la situación de los traductores (www.unesco.org/culture/laws/translation/html_sp/page1.shtml), adoptada en noviembre de 1976 por la Conferencia General de la Unesco.
La conferencia partía de una situación que se trataba de mejorar; a continuación hacía unas consideraciones sobre la importancia de la traducción como vehículo de comprensión entre los pueblos, de cooperación entre las naciones y de intercambio de ideas, así como sobre el papel de los traductores, la protección de cuyo trabajo se quería garantizar 'para que las traducciones tengan la calidad que exige el cumplimiento eficaz de su función al servicio de la cultura y el desarrollo', y finalmente pedía la adopción de medidas concretas de tipo práctico, ya que la aplicación de la legislación vigente en aquellos momentos -se decía- 'no siempre es adecuada'.
Pasados 25 años, ¿cuál es la situación? Aquella recomendación ¿se ha traducido en hechos y actuaciones concretos de mejora? ¿Ha cambiado mucho aquel estado de cosas que la Unesco reconocía mejorable? Felizmente, ha cambiado mucho, en nuestra opinión, y para mejor. Aquella recomendación de la Unesco constituyó un paso adelante.
1. Por una parte, en la formación inicial. Se ha producido la implantación de los estudios de traducción, primero a nivel de diplomatura (hay que recordar la labor pionera de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), con la de La Laguna y la de Granada) y en una segunda fase a nivel de licenciatura.
La implantación de estos estudios (1991) -que en cierta manera se puede comparar a la implantación en su momento de los estudios de Ciencias de la Información para la formación de los periodistas- y su generalización -en la actualidad son tres las universidades catalanas que los imparten: la UAB, la Pompeu Fabra y la de Vic- ha contribuido a la mejora de la formación de los futuros traductores e intérpretes.
2. Por otra parte, se ha mejorado también en lo que se refiere a la habilitación profesional como intérprete jurado. Además del sistema existente hasta ahora, consistente en superar los exámenes que convoca el Ministerio de Asuntos Exteriores (para acceder a ellos se requiere nivel de diplomatura), ahora también existe la posibilidad de convalidación para los licenciados de traducción o interpretación que acrediten haber cursado un número de créditos de materias jurídicas. La Generalitat también regula los nombramientos en el ámbito catalán.
Pero todavía estamos lejos de la normalidad. La habilitación profesional como traductor intérprete jurado no es un reconocimiento de la profesión. Es una situación dispar que requiere una decidida intervención reguladora en la que tenemos mucho que decir las actuales asociaciones y, sobre todo, el futuro colegio.
3. ¿Y desde el punto de vista del propio sector de los profesionales de la traducción? Pensamos que la realidad también ha ido a mejor. Se ha producido una progresiva profesionalización. Es sintomático que cada vez sea menos frecuente encontrar anuncios que solicitan 'secretaria traductora' y más frecuentes, en cambio, los que solicitan traductores a tiempo completo. Es un signo más que indica un cambio en la dirección de una correcta percepción por parte de la sociedad de lo que ha de ser el necesario reconocimiento profesional.
4. Han intervenido otros factores. Uno de ellos ha sido la convocatoria regular de oposiciones por parte de los servicios lingüísticos de las instituciones comunitarias o de las instituciones del sistema de las Naciones Unidas. Otro, la integración en la Unión Europea, que ha supuesto un aumento considerable de todo tipo de intercambios, no únicamente comerciales, con la consiguiente progresiva relevancia y valoración del papel que desempeñan las lenguas.
5. Pero a nuestro entender, el factor más importante y decisivo de todos ha sido la propia vitalidad del colectivo, que poco a poco, y gracias a su esfuerzo y a su dedicación -en un entorno cada vez más modificado por la aparición de las nuevas tecnologías de la comunicación-, se ha ido ganando el reconocimiento que merece su profesionalidad.
¿Cuál es, pues, la situación actual de la profesión? La evolución que acabamos de esbozar ha llevado a una progresiva sensibilización de la sociedad hacia la actividad de la traducción y la interpretación, un colectivo que en Cataluña integra a un número indeterminado de profesionales. Pese a la inexistencia de estadísticas específicas, no se ha de perder de vista que hace siete años que se gradúan licenciados en las universidades catalanas y que, según estimaciones de la Comisión Europea (Panorama), el sector de los servicios a las empresas (traducción e interpretación incluidas) generaba en 1994 a escala europea más valor añadido (15,3%) que el sector de la banca, seguros y servicios de transportes y comunicaciones (12,1%).
Consideraciones de volumen aparte, los traductores y los intérpretes catalanes, como todo colectivo profesional, tenemos unos problemas pendientes de solución y unas aspiraciones mediante las cuales intentamos encontrarles soluciones.
Los problemas pendientes: profesionalización todavía relativamente incipiente; actual fragmentación, por razones históricas, del colectivo profesional; regulación del acceso a la profesión, y en particular a la condición de traductor intérprete jurado; intrusismo profesional; insuficiente reconocimiento profesional; privatización de los servicios de traducción oral y escrita en los órganos judiciales y fiscalías de Cataluña, etcétera.
Por lo que respecta al reconocimiento profesional (se reconocen los estudios, pero no se reconoce debidamente la profesión como tal, sino de forma muy fragmentaria), nos anima a ello que la nueva ley 1/2000 de enjuiciamiento civil disponga que los colegios profesionales faciliten a los partidos judiciales de Cataluña uns lista de colegiados y profesionales dispuestos a actuar como peritos. Nosotros también queremos participar en ello como colegio. Y está claro que esta situación de normalidad nos vendrá dada en la medida en que la sociedad perciba que le estamos prestando realmente un servicio de calidad.
Como medio de poner orden en toda esta situación, la aspiración más unánime es la creación de un colegio profesional. Esa aspiración se vio culminada el 20 del pasado mes de septiembre, en que TRIAC (Traductors i Intèrprets Associats pro Col·legi) y la ATIJC (Associació de Traductors i Intèrprets Jurats de Catalunya) presentaron ante el Departamento de Justicia de la Generalitat la solicitud de creación del colegio profesional de traductores e intérpretes de Cataluña. Este hecho representa un hito importante para todos los futuros colegiados, y sobre todo para el colectivo impulsor de la idea, TRIAC, que de manera constante ha dedicado una labor de siete años para llegar a lo que representa el punto de partida en el camino hacia la promulgación de la ley del Parlament en que se ha de plasmar la creación del colegio.
Es un buen momento, pues, para hablar de la necesidad que toda sociedad avanzada tiene de unos buenos profesionales, en este caso de la traducción y la interpretación. Estamos en un momento decisivo para que la sociedad catalana reconozca la importancia de la tarea de estos profesionales y haga para con ellos el acto de justicia que representa esa futura ley del Parlament. No únicamente saldrán ganando los diferentes colectivos de traductores e intérpretes, sino también, y sobre todo, el conjunto de la sociedad, que se dotará así, sobre sólidas bases de competencia y exigencia profesionales, los medios para disponer de unos servicios de calidad.
Mercè Bolló y Rodolf Gimeno son traductores y, respectivamente, vicepresidenta y presidente de TRIAC. Firman también esta tribuna Josep Peñarroja, notary public por el Estado de Nueva York, y Miquel-Àngel Sánchez Férriz, ex traductor de la Comisión Europea, respectivamente presidente y secretario de la ATIJC.
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