El clima de la Tierra a siglos vista
Los expertos estudian si el camblio climático actual afectará a la variabilidad natural a largo plazo
La acción humana, por sus emisiones de gases de efecto invernadero, está provocando una grave alteración en el clima de la Tierra. Los científicos intentan ahora averiguar cómo influirá este cambio a largo plazo en el patron natural de evolución climática, que conocen cada vez mejor gracias a los estudios sobre el pasado del planeta.
Los expertos, al estudiar el pasado, van conociendo cada vez mejor el patrón de evolución natural del clima, al que ahora se suma la alteración provocada por la acción humana, cuyas emisiones de determinados gases están reforzando el efecto invernadero natural del planeta. Los científicos saben que a corto y medio plazo, es decir, a unas pocas décadas o a un siglo vista, el impacto antropogénico provoca el calentamiento global, pero intentan averiguar cómo va a reaccionar el sistema climático natural a largo plazo, a varios siglos vista, ante este cambio.
Hace tres millones de años, el clima en África era mucho más templado que ahora, del orden de 3 a 5 grados centígrados superior a la media. No por ello era más seco. La mayor temperatura, unida a una superior disponibilidad de agua oceánica, aportaba lluvias más intensas que se traducían en una extensión también mayor de masas boscosas. El paso del tiempo, sin embargo, ha forzado una evolución del clima que, en términos globales, ha sumido al continente africano en una aridez progresiva.
Entre los paleoecólogos actuales, los científicos que investigan el registro fósil para determinar las condiciones climáticas del pasado, no hay dudas acerca de esta descripción. Tampoco las hay de que la evolución climática a lo largo de este tiempo no ha seguido un proceso lineal sino que han abundado en su representación gráfica dientes de sierra de una variabilidad extrema. Esto explica cómo Africa, y el planeta entero, han alternado periodos fríos con otros más templados de forma natural y cómo estas oscilaciones han influido en la aparición y desaparición de numerosas especies, incluidas las del género Homo.
El acuerdo, aunque reciente, es notable acerca de la existencia de un patrón de variabilidad. La pregunta es: ¿se mantendrá este patrón en el futuro, a largo plazo? Por el momento nadie se atreve a aventurar una respuesta.
Peter DeMenocal, investigador de la Universidad de Columbia (EE UU) y uno de los expertos con mayor reputación en paleoecología, sostiene que en el período actual las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera superan con creces 'las que ha habido jamás' en la historia del planeta. En los próximos años, vaticinó la pasada semana en un encuentro internacional organizado por la Universidad de Barcelona y el Museo de la Ciencia de la Fundación La Caixa, las concentraciones se multiplicarán por tres y el reforzamiento del efecto invernadero se dejará notar al menos 'unos cientos de años', tiempo suficiente como para que el patrón de variabilidad experimente un cambio sustancial. A pesar de ello, DeMenocal considera que no va a ser más que un 'episodio puntual' a lo largo de la evolución, aunque sus efectos puedan ser especialmente nefastos para las poblaciones actuales.
La evolución del clima, resume Francis Thackeray, investigador del área de Orígenes Humanos y Paleoambiente en el Museo Transvaal de Sudáfrica, parece seguir una tendencia de mayor a menor temperatura en los últimos tres millones de años. Al menos, esto podría ser así para el continente africano. Ello no le exime de oscilaciones que parecen repetirse cada 10.000 o 20.000 años siguiendo una línea repleta de altibajos y que guardaría relación directa con la órbita de la Tierra alrededor del Sol.
Cuando la órbita es elíptica, según ha podido comprobarse a partir del registro fósil y del análisis de isótopos de oxígeno atrapados en foraminíferas fósiles, la inestabilidad climática se acentúa. Cuando es circular, aumenta la irregularidad. Los cambios de un tipo de órbita a otro, según mediciones astronómicas, se produce cada 100.000 años.
Las fluctuaciones asociadas a la órbita terrestre alrededor del Sol llevaron en 1995 a DeMenocal a plantear una hipótesis publicada en la revista Science según la cual existiría un doble patrón de variabilidad climática. El primero, que define como de tipo escalonado, habría tendido a un progresivo enfriamiento pero con puntos de inflexión tan importantes como para alterar de forma drástica los hábitats africanos y con ellos los mapas de distribución de muchas especies. Los grandes escalones están situados en 2,8 millones de años, en 1,7 y en 1 millón de años.
Extinción de especies
El experto estadounidense ya señalaba entonces la coincidencia de estos lapsos temporales con la aparición y extinción de Australopithecus afarensis, la especie de homínidos representada popularmente por el esqueleto apodado Lucy. El segundo patrón es el representado por variaciones intensas pero mucho más cortas geológicamente hablando.
Thackeray, que como DeMenocal también ha estudiado los sedimentos de los grandes fondos marinos, ha hallado una correlación directa entre las fluctuaciones climáticas y el proceso de especiación. Tanto es así que, al menos en lo que refiere al género Homo, considera imprescindible reevaluar las distintas especies catalogadas hasta la fecha. Él ha desarrollado un método estadístico para establecer los límites de variabilidad de una especie que está empleando ahora para el análisis de fósiles. 'Estoy seguro de que especies que hoy son consideradas distintas en realidad podrían ser, en principio, una sola', afirma. La razón de ello, consideran ambos investigadores, hay que buscarla en el efecto de fragmentación de hábitats debido a cambios climáticos regionales que habrían separado una especie en poblaciones distintas.
Pero hay más preguntas que flotan en el ambiente científico. Una es saber en qué punto del proceso de cambio nos encontramos. Para Thackeray, hay una tendencia a un enfriamiento que durará aún 10.000 años. Para DeMenocal, la era glacial debería haber empezado hace '500 o mil años'. Otra es de qué modo va a influir la actividad humana en el patrón natural. El investigador sudafricano no tiene respuesta, aunque admite que temporalmente puede llegar a ser 'muy grave'. Para el estadounidense, debería ser un punto de inflexión de una 'longitud desconocida' tras la cual rápidamente las temperaturas recobrarían su pulso natural con tendencia al enfriamiento. Se superaría de este modo el periodo climático que algunos investigadores han bautizado con el nombre de antropoceno o de influencia humana.
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