Garoña, ¿otra Fontaneda?
Mucho se ha dicho y se ha escrito sobre el cierre de Fontaneda. Mucho hemos leído y escuchado sobre si el futuro de tantas familias de Aguilar pasa por mantener la fábrica abierta. Raudos y veloces han acudido los políticos a lanzar sus compromisos y hacer sus promesas.
Los más altos prometedores de la región y algún aspirante nacional se acercaron a soltar sus diatribas. Unos, a apoyar las reivindicaciones; los otros, para decir prematuramente que todo estaba arreglado.
Pero si hacemos un poco de memoria, a ninguno de ellos, ni de los que estaban antes, se les ocurrió buscar una alternativa a tiempo.
Este desenlace era previsible desde que la multinacional compró la marca, pero desgraciadamente esta historia se repite en las muchas fontanedas que hay en este país.
Un ejemplo, sin cambiar de región, pero con un futuro similar, es el de la central nuclear de Santa María de Garoña, en Burgos.
Esta central, cuya vida útil hace tiempo que finalizó, pero que artificialmente se prolonga por medio de interesadas prórrogas administrativas, no acordes a su escaso rendimiento; tarde o temprano (esperemos) se tendrá que cerrar y con ella se acabará el trabajo de muchas familias, las ayudas para rehabilitar iglesias y el patrocinio de actividades culturales.
En cambio, nunca se ha planteado un plan de futuro para cuando deje de funcionar, algo que pensado con el debido tiempo plantee soluciones alternativas a la pérdida de estos puestos de trabajo. ¿Tendremos que esperar a que ocurra como en Aguilar para que aparezcan de nuevo en escena los prometedores, los mesías de la demagogia y el oportunismo?
El próximo año hay elecciones y alguno empezará a prometer, pero para nada hacer.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.