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Tribuna:DEBATE: Las primarias en los partidos | DEBATE
Tribuna
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Elecciones con futuro

Manuel Escudero

Las primarias socialistas no son una ocurrencia improvisada, carente de sentido. Se inscriben en la nueva orientación política hacia la que se dirige la socialdemocracia europea desde hace ya más de veinte años. Ese camino ha estado plagado de intentos: ejercicios similares al Programa 2000 español, realizados en muchos países en los años ochenta, o nuevos intentos en los noventa, como la Tercera Vía de Blair. La socialdemocracia vivía en el mejor de los mundos hasta los setenta. Tenía un sujeto de la acción política: las clases trabajadoras, a defender mediante la acción redistribuidora del Estado; tenía un marco político de referencia de esa acción: el marco nacional. Y tenía una concepción de la democracia y del agente que actuaría a través de ella: votaciones cada cuatro años a favor de un partido de cuadros profesionales que, desde el Estado, haría posible el bienestar de las clases trabajadoras.

Desde entonces hasta ahora han pasado muchas cosas: el marco de acción política ya no es exclusivamente nacional. La nueva orientación socialdemócrata tendrá que partir de un nuevo marco: Europa es la única instancia desde la que se pueden resolver los nuevos problemas centrales de cada sociedad europea (el control y la integración efectiva de la inmigración, el control de los nuevos poderes económicos, opacos y globales, o la seguridad). Y Europa es también el único marco posible para una acción autónoma a favor de un mundo multipolar y estable, frente al inepto unilateralismo de los EE UU.

El sujeto político también ha cambiado. La propia acción de la socialdemocracia produjo una continuada elevación de los niveles de vida. Por ello las clases trabajadoras fueron perdiendo perfil y han pasado, al menos sectores importantes, a la categoría de nuevas clases medias. Cierto que el neoliberalismo, con su excesiva arremetida contra lo público, ha hecho necesario que las banderas del Estado de bienestar sigan enarboladas en el centro de la escena. Pero con el éxito socialdemócrata y las transformaciones operadas por la globalización ha surgido una nueva categoría política, el ciudadano: más formado e informado, vitalmente crítico y con propios criterios, con una nueva complejidad en la que la política existe, pero no con la centralidad de antaño, con un nuevo potencial de conciencia global, con nuevos problemas en la vida diaria (envejecimiento, demandas de flexibilidad para compatibilizar el trabajo con la familia, necesidad de educación continua...). El ciudadano, como nueva construcción política, es titular de todos los derechos humanos y sociales, y en cualquier parte del mundo. También es titular de deberes, de modo que su intervención activa, complementando el apoyo público, es parte importante de su propio destino. El ciudadano, nuevo sujeto político, hace que la política de la izquierda se oriente hacia la libertad para todos, de modo que todos tengan la oportunidad de realizar su proyecto de vida... No es casualidad que ésa sea, precisamente, la nueva definición del socialismo que ha adoptado el PSOE en su nueva etapa.

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Pues bien, si están cambiando el marco político de referencia y el sujeto de la acción política, ¿cómo no habrían de ir cambiando los partidos políticos? El nuevo sujeto político no es compatible con partidos que sigan siendo instituciones herméticas y remotas. Reclama que los políticos abracen una ética ciudadana, menos profesionalizada. Reclama que los partidos se preocupen por aumentar la calidad de la democracia representativa (rendir cuentas, asumir responsabilidades, ser mucho más inclusivos respecto a los ciudadanos, jugar más a la participación y menos a la delegación).

Las primarias, como las listas abiertas, son instrumentos para que la organización socialista sea compatible con y comprensible por los ciudadanos. Prefiguran lo que se quiere fuera, practicándolo dentro: son todos los militantes, y no sólo los cuadros dirigentes, los que eligen a los futuros líderes institucionales. Además, permiten que, a través de la presencia pública de candidatos en competición, los ciudadanos sigan de cerca e influyan en ese proceso de selección interna.

Naturalmente, hubo oposición interna a que las primarias se instalaran en el PSOE. Los que se oponían, en el fondo, defendían el modelo de partido socialdemócrata del pasado, profesionalizado, que sólo pide a los ciudadanos su veredicto cada cuatro años. Al final fueron minoría, lo que indica que las bases socialistas tienen bastante claro por dónde van los tiros...

Por eso, a pesar de las limitaciones con las que se celebrarán el 2 de junio (que si presuntas alianzas regionales, independientes, lo que conviene para consolidar a nuevos dirigentes...), las primarias socialistas tienen un largo futuro. A no ser que el socialismo español vuelva sobre sus pasos y regrese al pasado. Pero entonces, claro está, ni las primarias ni el socialismo español tendrán futuro.

Manuel Escudero es vicedecano de Investigación y profesor de Macroeconomía del Instituto de Empresa.

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