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Los gibraltareños reciben a Straw al grito de "traidor"

El ministro de Asuntos Exteriores británico es insultado en la calle con gritos de 'traidor'

El ministro de Asuntos Exteriores británico, Jack Straw, fue recibido ayer en Gibraltar con insultos, entre ellos el de 'traidor', cuando se dirigió a pie a la residencia del gobernador de la colonia y, antes de seis horas, abandonó el edificio por la puerta trasera protegido por la policía. Straw dijo a los gibraltareños que la situación actual de la colonia es 'insostenible', que los 'problemas con España' deben acabar de una vez y que la única vía es la negociación.

La reacción de los habitantes de la colonia a la visita del jefe de la diplomacia británica es una inequívoca muestra del grado de deterioro de las relaciones entre el Reino Unido y Gibraltar.

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Straw prometió ayer una y otra vez que la última palabra sobre el futuro del Peñón la tendrán sus habitantes, que serán quienes, en un hipotético referéndum, avalarán o rechazarán los acuerdos alcanzados por los gobiernos español y británico. Pero Straw también dijo a los gibraltareños que la situación actual de la colonia es 'insostenible', que los 'problemas con España' deben acabar de una vez y que la única vía es la negociación.

El ministro de Exteriores del Reino Unido llegó valiente. Avanzó a pie ante los manifestantes que lo insultaban en inglés y en castellano y entabló diálogo con dos de las casi 50 personas que lo llamaban judas y traidor. Al trabajador de astilleros jubilado Lionel Olivero le prometió que el Reino Unido nunca dejará solos a los habitantes del Peñón, si bien añadió que es necesario llegar a un acuerdo 'duradero' con España. Straw utilizó las mismas argumentaciones en su charla con manifestantes, en la carta abierta que publicó en el diario Gibraltar Chronicle y en su conversación con el ministro principal de la colonia, Peter Caruana.

Para combatir el carácter presuntamente cosmético de la visita de Straw, Caruana convocó a toda prisa una rueda de prensa en la que acusó a los británicos de 'traicionar' los derechos políticos de los gibraltareños. El ministro principal, que ha endurecido su discurso, llegó ayer a calificar la posibilidad de una soberanía hispano-británica sobre el Peñón como 'vender la mitad de la plata de la familia y encima dejar la puerta abierta para que el ladrón entre a robar el resto'.

Ni la población ni el Gobierno de Gibraltar quieren ninguna fórmula intermedia. Caruana asegura que lo que busca con su postura beligerante es presionar para que España y el Reino Unido no logren un acuerdo que 'sobreviva' a la decisión que pudieran tomar los gibraltareños en un referéndum. El mandatario gibraltareño estima que un acuerdo de soberanía compartida por tiempo indefinido, mientras España no renuncie a su petición histórica de asumirla de modo total, es una bomba de relojería para el actual estatus del Peñón.

Straw, que se sometió media hora al interrogatorio telefónico de los espectadores de un programa en directo de la televisión local, tampoco tranquilizó en exceso a los habitantes de la colonia, ya que, si bien aseguró que el tema de la soberanía no está en la agenda de la negociación entre España y el Reino Unido, no hizo más promesa que la de que los gibraltareños conservarán su 'modo de vida' británico.

Por su parte, Caruana apeló al derecho a la autodeterminación de Gibraltar. En una tensísima comparecencia conjunta ante la prensa, Straw recalcó que el único que puede convocar un referéndum legítimo en la colonia es el Gobierno del Reino Unido. El ministro principal insistió en que, llegado el momento, el Ejecutivo de la colonia realizaría el llamamiento a las urnas.

Straw culpó ayer a Caruana de la situación y aseguró que éste tenía que haber sido más flexible y haber acudido a la reunión de Barcelona en la que España y Gran Bretaña retomaron las conversaciones sobre el futuro de la colonia.

Jack Straw, escoltado por policías, durante su paseo por el Peñón.
Jack Straw, escoltado por policías, durante su paseo por el Peñón.JOSÉ BIENVENIDO

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