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La superficie dedicada al cultivo del cannabis se extiende en Marruecos

Más de un millón de personas viven en el Rif de la producción de kif

'Los campesinos ya no intentan disimular los cultivos de cannabis que se extienden hasta el borde la carretera y casi hasta el centro de las ciudades como Ketama'. Esta omnipresencia de las plantaciones de kif ha llamado la atención a Lluís Romero y Alain Labrousse, que el verano pasado recorrieron el Rif para elaborar un informe conjunto por cuenta del Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional de Valencia y del Observatorio Francés de las Drogas y las Toxicomanías. Su estudio fue publicado el mes pasado.

Si los cultivos son cada vez más visibles es porque desde hace diez años la superficie dedicada al cannabis en el norte de Marruecos no ha dejado de ampliarse. En 1993 rondaba las 70.000 hectáreas, pero las últimas estimaciones la sitúan en las 120.000, con una producción que oscila, según los cálculos, entre las 1.600 y las 3.000 toneladas anuales. Entre el 80% y el 90% del hachís incautado en Europa procede de Marruecos.

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Esta falta de dismulo es, según los autores del informe, 'un fenómeno nuevo que se remonta a la entronización de Mohamed VI y, sobre todo, a la destitución de su ministro del Interior, Driss Basri', en noviembre de 1999.

'Este último', recuerdan Romero y Labrousse, 'tenía la costumbre, cada año en febrero, cuando se siembra el cannabis, de salir en la televisión para exhortar a los campesinos a que no planten so pena de ser sancionados'. Sus sucesores no han reiterado estas amenazas, 'lo que ha dado a los campesinos la impresión de que estos cultivos están ahora autorizados'.

'Más que la ampliación de las superficies, el problema es su progresión hacia zonas agrícolas ricas', resalta el informe. El asunto es tanto más grave que el cannabis 'contribuye con rapidez' a que el terreno en el que se cultiva 'sea inapto para cualquier otra forma de agricultura'. 'El monocultivo del cannabis en un ecosistema frágil como el del Rif tiene consecuencias graves para el medio ambiente'.

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La afición de los campesinos por estos cultivos se debe a que proporcionan 'beneficios que no guardan relación' con los demás. La producción de cada hectárea de kif no transformado genera unos ingresos medios de 16.700 euros. 'El cannabis es entre 12 y 46 veces más rentable que los cultivos cerealistas'. De ahí la gran dificultad de promover cultivos alternativos.

En total, de los cinco millones de habitantes de Rif, unas 200.000 familias -entre millón y millón y medio de personas- viven del cultivo del cannabis. En la zona más densamente poblada de Marruecos 'el cannabis está originando un fenómeno de regreso a las áreas rurales sin que sea posible evaluar con precisión su profundidad'. 'Además, la región atrae cada verano a numerosos marroquíes que buscan un trabajo durante la cosecha'.

Por todas estas razones los autores del informe advierten que 'cualquier reducción sensible de la producción de cannabis provocará la huida de esta región de una facción importante de su población'. La emigración hacia Europa aumentará.

Único dato alentador del informe: el tráfico de derivados del opio 'se mantiene a un nivel muy modesto desde hace una decena de años' en el Rif.

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