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De 'buen rollo'

El tiempo acompañó. En el recuerdo quedaba la manifestación pasada por agua del año anterior. Hubo buen rollo y el tono festivo en Valencia no restó un ápice de seriedad a la reivindicación de fondo. Las alusiones a la huelga general, que los dirigentes sindicales dosificaron en sus discursos, fueron las más jaleadas. 'Viva la madre que te parió', gritó un espontáneo al secretario general de UGT, Rafael Recuenco, en una de sus muchas referencias al paro general. Un Sifre afónico cerró el turno de parlamentos en valenciano, como hace habitualmente.

Los sindicalistas estaban satisfechos. Habían ganado la partida al sol y a la playa. Fue, sin duda, la marcha más numerosa de los últimos años. Cuando la cabeza de la marcha estaba en la plaza de América, la manifestación continuaba discurriendo por la plaza del Ayuntamiento. Fue una balsa de aceite y el cinturón de seguridad no tuvo que emplearse a fondo. La pancarta Per la igualtat i la millora de la prestació per a la desocupació Ja encabezaba una manifestación en la que lemas, pasquines y pegatinas alternaron con charangas. Los globos, uno de los elementos más visuales de la marcha, explotaban conforme crecía el tono de las intervenciones. También se escucharon canciones de aliento al Valencia Club de Fútbol, a un paso del título de Liga. Por primera vez participaron en la Fiesta del Trabajo un centenar de familiares de guardias civiles, procedentes de las tres provincias y ataviados con el uniforme reglamentario, que denunciaron la falta de libertad de la que son objeto los agentes, que tienen prohibido el derecho de asociación profesional y el derecho a la huelga.

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Tras la manifestación, cada uno a su fiesta y la unidad de acción en la de todos. En Valencia, la fiesta de la UGT se realizó, como cada año, en la Alameda, mientras que los Jardines de Viveros acogieron la de CC OO. En la de UGT se pudo ver al senador socialista Joan Lerma y a diversos dirigentes del PSPV, encabezados por su secretario general, Joan Ignasi Pla, que también se dejó ver en la comida de CC OO.

La marcha en Alicante terminó como cada año en la Explanada de España. Allí, los habituales de la zona hicieron un alto en su paseo y sentados en las sillas integraron el más privilegiado auditorio de las proclamas de los líderes sindicales. Nadie se mueve de las sillas hasta que los dolçainers i tabaleters entonan las últimas notas de la Internacional Socialista.

Junto a los curiosos de la Explanada, la otra nota de color en la manifestación la ponen, en los últimos años, los colectivos extranjeros que se suman al acto con el ánimo sensibilizar a los autóctonos sobre sus problemas. Éste el caso de los palestinos y saharauis radicados en la ciudad que, ataviados con sus trajes típicos, exhibiendo sus símbolos y banderas y a ritmo de tambor, reclamaron el fin de la ocupación del ejército israelí y la celebración del referéndum para la autodeterminación del Sáhara.

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Y tras plegar el mar de banderas rojas de la marcha, los manifestantes, los de UGT por un lado, y los de CC OO, por otro, se fueron a celebrar la fiesta del trabajo con una comida.

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