Encarna Blanco, la 'gourmande'
- Es casi un sentimiento religioso. Me voy pitando a la Feria. Al salir de casa, me encuentro con que a los árboles de mi plaza les ha dado por polinizar. El recorrido hasta la Feria lo hago entre esa nevada de polen. De manera que mientras avanzo por Barcelona parezco Juanito Muehlegg y un personaje de Amarcord, esa peli de Fellini que comienza con una lluvia de polen y un pueblo que celebra la llegada de la primavera con la construcción de una hoguera gigantesca. El tonto del pueblo dirige la operación encima del montículo de madera. Antes de encender el fuego, un gracioso le quita la escalera y la hoguera empieza a incendiarse, con un tonto encima de ella gritando aterrado, y todo el pueblo riendo. Aun así, esa escena cargada de brutalidad, resulta tierna. El polen lo inunda todo. El polen igual es una metáfora de algo que no puedes comprender.
- Vida de Encarna. Feria. Mar Bella, etcétera. Una hoguera construida por miles de personas durante 10 días de primavera. Polen a gogó, etcétera. Me meto en la caseta de la Hermandad Rociera Nuestra Señora de la Esperanza, Badalona. Y le doy la mano a Encarna Blanco (Granada, 1956). Encarna vino a Barcelona a los 19 años. De vacaciones. De retorno a Granada le dijo a su madre que algún día viviría en Barcelona. De hecho, a los seis meses volvió a Barcelona. A establecerse. Empezó a trabajar en un taller de costura. Trabajaba más horas que un Rolex. Sólo libraba los domingos. Pero no tenía un duro para ir a liarla. Cambió de trabajo. La admitieron a prueba en una zapatería. Al final, estuvo en la zapatería cuatro años. En esos años se sacó novio, se casó con un señor de Almería que es mecánico, y tuvo su primera hija. Su madre cuidaba a su hija mientras ella vendía zapatos. Pero su hija era un trasto. Dejó de trabajar para cuidarla full-time. 'Ahora mi hija es un sol. Tiene 19 años. Ha estado trabajando tres años en un laboratorio farmacéutico. Está en el paro'. Tuvo otra hija. 'Mírala. Está de taquillera en la caseta'. Encarna es la jefa de cocina de su caseta desde hace tres años. 'Las mujeres de la Hermandad nos dedicamos a la cocina. Los hombres, a la barra y las mesas'. 'Hacemos dos turnos de cocina'. Son turnos como los del primer trabajo de Encarna en Barcelona. 'Quien no trabaja viene por las mañanas. El turno de tarde empieza a las 7.30 y acaba a las 2.00, o a las 5.00 en las vísperas'. 'Los domingos cocinamos un potaje de fábula'. Hace unos 15 años se apuntó al Centro de la Esperanza, 'un centro rociero andaluz'. 'Hacemos muchas actividades: manualidades, bailes de salón, baile flamenco para las niñas'. El Centro de la Esperanza, por lo que entiendo, es una entidad cultural, y la Hermandad Rociera Nuestra Señora de la Esperanza es su brazo religioso. Encarna pertenece a las dos asociaciones. Le pregunto por qué se ha metido a rociera, una tradición o lo que sea que no vivió en Andalucía. Y ella, me acaba hablando de Domi.
- Domi y la feria. 'No conocía nada de este ambiente hasta que llegué a Barcelona'. 'Mi cuñada metió a una sobrina a bailar sevillanas en el centro, y así empezó todo'. 'En la Hermandad he conocido a muchos amigos. Los mejores'. 'En la Hermandad he conocido a Domi, mi amiga. Como una hermana'. 'Domi y yo hemos vivido muchas cosas. Ella es camarista...'. Le pregunto qué es una camarista. Respuesta: es la que lleva el simpecado. Le pregunto qué es un simpecado. Se va a la cocina, a buscar una foto de un simpecado. Tarda la tira. Invierto el tiempo en ver una actuación de las muchachas de Nou Barris. Encarna vuelve. Sin la foto. Pero, sea lo que sea un simpecado, me explica que en la romería del Rocío que se hace en el Cinturón de Barcelona, colocan el simpecado en un carro. El carro lo tiran unos bueyes o unos caballos. Cuando llegan a su destino, Encarna, Domi y sus amigos presentan el simpecado a la Virgen. Es primavera y, en ocasiones, una lluvia de polen les acompaña. El dinero para el simpecado, para el carro, para los bueyes o los caballos, para la comida, para la caseta que instalan en el Rocío ese sale de esta caseta. Y de su cocina.
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