Si al menos fuera trabajo
Mañana, día 1 de mayo, la ONCE se dispone a celebrar un sorteo extraordinario para el que nos viene preparando desde hace días mediante un anuncio cuyo estribillo reza así: 'Y todo lo demás es trabajo'. El mensaje, nada subliminal, es de cajón: mejor ilusiónate cada día con la posibilidad de resultar agraciado en uno de esos sorteos semanales, a pesar de que tal posibilidad sea muy remota, pues la alternativa carece de toda capacidad para generar la mínima ilusión. Viniendo de quien viene, el anuncio de marras resulta doblemente repugnante. En primer lugar, por hacerlo coincidir con una fecha que muchos millones de ciudadanos a lo largo de la historia han conmemorado como un día de reivindicación y de martirio. En segundo lugar, por frivolizar con la actual situación del trabajo. Porque, si al menos fuera trabajo lo que espera como alternativa a quienes no resulten ganadores del sorteo...
Pero no: trabajo, lo que se dice trabajo, cada vez va quedando menos: lo que había se va perdiendo por la esclusa de los despidos masivos (Ericsson otros 20.000 empleos, Arthur Andersen 7.000, Fontaneda, sólo en este mes) y lo que se está creando es casi siempre empleo temporero. Sencillamente, para ver por dónde van los tiros, recordemos cómo se define hoy estadísticamente la 'ocupación'. Para que una persona figure en las encuestas oficiales como ocupada, basta con responder afirmativamente a la siguiente pregunta: '¿Realizó durante la semana pasada algún trabajo remunerado por muy pequeño que este fuera y de cualquier tipo incluso los considerados como chapuzas?'.
No me lo invento, es textual, recogida del cuestionario de la Encuesta de Población en Relación con la Actividad (EPRA) en Euskadi. Una pregunta similar se hace en la Encuesta de Población Activa (EPA) para toda España. De ahí que se hable de la 'surafricanización' o de la 'brasileñización de occidente': lo precario, lo discontinuo, lo informal, características todas ellas del llamado tercer mundo, están irrumpiendo por la puerta del mercado de trabajo en el mundo occidental de la mano de una tecnocracia neoliberal experta en la privatización de los beneficios económicos y en la socialización de los costes sociales. En el marco de una creciente economía política de la inseguridad, la inseguridad endémica caracterizará el modo de vida de la mayoría de los humanos en un escenario definido por la yuxtaposición de una economía extraordinariamente dinámica, flexible y productiva, una sociedad inestable y frágil, y una creciente vulnerabilidad individual. ¿Puede alguien extrañarse entonces de que cada vez proliferen más en nuestras sociedades los pobres con trabajo: personas ocupadas, sí, pero en unas condiciones que no les permite superar el umbral de la exclusión, característicos del modelo laboral estadounidense y en parte europeo, donde estar ocupado y ser pobre era una contradicción. Recojo a este respecto el significativo dato aportado por el sociólogo Luis Sanzo, uno de los mejores analistas de la estructura social y el mercado laboral vasco, en un artículo de la revista Inguruak: 'Los datos existentes en nuestro país en relación a la incidencia de la pobreza, del desempleo y de la eventualidad en el empleo resultan, desde luego, reveladores de la existencia de una categoría básica de excluidos, cuantitativamente numerosa y cualitativamente significativa. Las personas que, o bien carecen de ingresos propios que les sitúen individualmente al margen del riesgo de pobreza o bien se encuentran desempleadas o en una situación laboralmente precaria, representan un significativo 44,9% de la población activa total vasca'.
Mañana, 1º de Mayo, manifiéstate contra la banalización del trabajo. Participa en cualquiera de las manifestaciones convocadas por las organizaciones sindicales para reivindicar un trabajo decente. Y manda al cuerno rifas y loterías, o lo próximo será lo de Argentina: un concurso televisivo cuyo premio es un puesto de trabajo para el ganador.
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