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Tribuna:OPINIÓN | APUNTES
Tribuna
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Elecciones en el campus de Blasco Ibáñez

En las próximas semanas se renovarán los equipos decanales de las facultades del campus de Blasco Ibañez, en la Universidad de Valencia. En estos momentos no hay ninguna decana en estos centros y ningún equipo es paritario. La representación de mujeres en los equipos decanales es la siguiente: ninguna mujer figura en un equipo de seis miembros en la Facultad de Medicina; una mujer, en un equipo de cinco miembros en la Facultad de Filosofía; dos mujeres, en un equipo de seis miembros en la Facultad de Psicología; dos mujeres, en un equipo de cinco miembros en la Facultad de Geografía e Historia, y, por último, tres mujeres en un equipo de siete miembros en la Facutad de Filología.

En la pasada campaña electoral a rector de la Universidad de Valencia se introdujo en el debate la necesidad de incluir en los nuevos Estatutos de la Universidad una cláusula que regule la representación paritaria entre hombres y mujeres. Sería deseable que a estas alturas nadie vuelva a esgrimir en contra pseudoargumentos conservadores, como que se discrimina a los hombres, que la que vale vale, que no es de la representación del poder de lo que nos hemos de ocupar las mujeres, etcétera, etcétera. Estamos de acuerdo en que la política de cuotas, y mucho más la paridad, al poner en cuestión el mismo sistema de valores que la produce, la igualdad y la libertad como universales, es controvertida. Sin embargo, hay que partir de que la introducción de las cuotas -y de la paridad, en su caso- se da en una sociedad en la que, tanto ideológica como culturalmente, se cree que el reparto de responsabilidades se hace exclusivamente con criterios de méritos y capacidades. Además, se mantiene el prejuicio, incluso por parte de las propias mujeres, de que ellas están menos capacitadas para la toma de decisiones. Muy al contrario, pensamos que las propuestas tienen que ir a favor de cuestionar el sentido que se da a las capacidades. Hay que explicitar que la meritocracia -aunque se esgrima cuando conviene- no es ni mucho menos el único criterio que rige en nuestra sociedad. Cuando se trata del reparto de poder, en todos los ámbitos interviene el sexo, junto al origen, el dinero o el grupo.

Cuando el reparto de cuotas se hace, por ejemplo, por familias ideológicas, nadie pone en cuestión la legitimidad de introducirlas. En el caso de la universidad, constatamos a cada momento la existencia de cuotas determinadas por variables como: estamentos, departamentos, centros, sindicatos, etcétera. En algunos casos es por normativa legal, pero en otros muchos estas variables actúan subrepticiamente. No se explicitan de forma clara y todo el mundo da por supuesta la legitimidad de su influencia. Sin embargo, la evidencia del poder de esos condicionantes en la toma de decisiones no induce a un cuestionamiento de la capacidad de las personas seleccionadas. Sólo cuando se explicita la variable mujer emergen dudas sobre la idoneidad de las seleccionadas.

Es hora ya de que se rompan las inercias que estos mecanismos comportan y se pueda producir en la Universidad de Valencia la representación paritaria entre hombres y mujeres con toda normalidad. Lo que está en juego va más allá de la corrección política (por otro lado, altamente deseable en este tema): Se trata de la dignificación del entorno ideológico y laboral de todos. Esperamos, en consecuencia, que todos los participantes en la renovación de los equipos decanales del campus de Blasco Ibañez aborden este proceso con una mentalidad que tenga como resultado la composición paritaria de los mismos.

Dora Sánchez y Neus Campillo son profesoras de la Universidad de Valencia, al igual que Esther Barberá, Mónica Bolufer, Isabel Martínez-Benlloch, Isabel Morant, Rosa Pastor y Antonia Sánchez, que también firman este artículo.

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