Un documental revive 'Berlín. La sinfonía de una gran ciudad'

Cuando el 23 de septiembre de 1927, el pintor Walter Ruttmann estrenó en la capital alemana Berlín. La sinfonía de una gran ciudad, el entusiasmo del público fue inversamente proporcional al escepticismo de la crítica. Son 1.009 escenas, con una duración media de 3,6 segundos, en apenas 61 minutos: aparte de presentar un día en la capital alemana -desde la llegada en tren de los trabajadores hasta la juerga de los cabarés nocturnos-, el audaz montaje de este clásico del cine mudo esbozaba la visión de una metrópoli que vive y avanza al vertiginoso ritmo de los pistones industriales. Después de 75 años, el documentalista alemán Thomas Schadt ha retomado el formato para presentar una interpretación muy distinta de lo que es una ciudad.

En la película original, el ser humano y su contexto social, político y económico quedaron relegados a un segundo plano, según se apresuraron a remarcar en su día grandes críticos como Siegfried Kracauer y Alfred Kerr. Pese a ello y gracias, sobre todo, a su técnica de montaje, el filme se convirtió en un clásico. Aún hoy día llena aforos cuando se presenta en los cines al aire libre de la capital alemana, o en su trasegar por las filmotecas del mundo bajo los auspicios del instituto cultural alemán Goethe.

Similar destino podría ser el de Sinfonía de Berlín, inspirada en la película de Ruttmann recién estrenada, con bombos y platillos e intepretación en vivo de la correspondiente composición musical, en la Staatsoper de Berlín. Thomas Schadt, un fotógrafo y documentalista muy conocido en Alemania, inicia su película donde Ruttmann finalizó la suya: con fuegos artificiales que estallan en la noche berlinesa.

Entre unas y otras imágenes, sin embargo, han pasado 75 años y mucha, muchísima historia.