Gran insensatez
He aquí una absoluta rareza: rodada con el utillaje de Space cow-boys, la película de Clint Eastwood; hablada en inglés por un elenco plurinacional de actores y dirigida, a pesar de su alto presupuesto reconocido (810 millones de viejas pesetas), por una absoluta principiante, que se desdobla en directora (para lo cual firma sucintamente como Luna: no está mal para una película de ciencia-ficción) y actriz principal (para lo que recupera su nombre, María Lidón), Náufragos seguramente pasará a las páginas de la pequeña historia de nuestro cine por varias cosas.
Una, por tratarse de una película de ciencia-ficción que, por una vez, no parece la eterna peliculilla de tres al cuarto: hay un cierto empaque formal, una apariencia; una fotografía, en fin, que realzan las imágenes hasta hacernos olvidar que estamos ante una película de un género de poca tradición en nuestro cine. Otra, por tratarse de uno de los debús más extravagantes que se recuerdan: ahí es nada fichar a actores como Vincent Gallo, María de Medeiros o, cielos, Pepe Sancho (para realizar, por cierto, uno de los cameos más soterrados de los últimos años)... para hacerles decir cosas como la que en esta película se dicen.
NÁUFRAGOS
Dirección: Luna. Intérpretes: Vincent Gallo, María de Medeiros, Joaquím de Almeida, María Lidón, Danel Aser, José Sancho. Género: ciencia-ficción. España, 2001. Duración: 101 minutos.
Otra, por tratarse de uno de los filmes más palmariamente pesados de los que se tenga noticia. Carente de ritmo, orgulloso muestrario de los diálogos más increíbles que imaginar se pueda; concebido a partir de una anécdota virtualmente inexistente, Náufragos parece, en fin, un caro capricho de nuevo rico, si no algo peor: la temible constatación de lo que ocurre cuando se juntan la inmodestia artística con la insensata pretenciosidad.
Babelia
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