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Vitoria revive la imagen fotográfica del siglo XX

'España ayer y hoy' selecciona imágenes imprescindibles de la vida cotidiana

El recorrido por la España del siglo XX a través de sus imágenes no es tan vertiginoso como pudiera creerse. Es más un caleidoscopio que una sucesión progresiva que muestre la evolución del paisaje y el paisanaje. Así se aprecia en la exposición España ayer y hoy que se presenta en Vitoria hasta el 28 de mayo y ofrece un juego entre la mirada de los documentalistas de hace decenios y la de los últimos fotógrafos. El resultado de la confrontación no es previsible: cambia la decoración o el vestuario, pero el hilo conductor se mantiene en este retrato a la cara menos famosa del siglo pasado.

Pese a que las lecturas del último siglo hayan querido ofrecer periodos destacados, según quien sea el historiador, el recorrido por España ayer y hoy muestra en el Centro Cultural Montehermoso que en todo momento se pueden rescatar imágenes sonrojantes o instantáneas entrañables. La única diferencia en este recorrido que propone la Sociedad Estatal Nuevo Milenio quizá sea la dignificación del oficio en el último cuarto de siglo, cuando ya no hay fotógrafo anónimo. La exposición está comisariada por Patricia Allende, Myriam de Liniers y Miguel Urabayen.

La primera parte de la muestra no cuenta con aportaciones señeras en nombre y apellidos. En una visita rápida se puede apreciar el rigor de los comisarios al elegir las imágenes, ya que muchas de ellas pertenecen a la memoria popular. Es el caso de esa Ventana de Ansó, de José Ortiz Echagüe (1927), La Escuela, de Ramón Muñoz (1900) o Niños jugando a la guerra, de Agustí Centelles (1936).

En este apartado no hay apenas personajes históricos relevantes en primer plano, salvo Luis Buñuel, fotografiado por Antonio Gálvez en el rodaje de La vía láctea. O El Lute, en el famoso retrato anónimo en el que aparece con el brazo escayolado escoltado por dos guardias, como Jesucristo entre los dos ladrones.

Arzobispos y nucas

Es un paseo por la memoria de la vida cotidiana, desde las tres prostitutas albaceteñas de Luis Escobar (1928) hasta el arzobispo Modrego en el ring del salón Price, en una instantánea inolvidable de Carlos Pérez de Rozas (1951). Sin olvidar la nuca del general Franco, inmortalizada por Moreno en 1940 como boceto para un busto del dictador.

Para el aficionado a la fotografía de mediados del siglo pasado, se pueden citar las aportaciones de Xavier Miserachs, Leopoldo Pomés, Gabriel Cualladó, Ramón Masats o el recientemente reivindicado Virxilio Vieitez. Todos ellos figuran en esa primera parte de la exposición dedicada a reflejar los aspectos de cada periodo histórico. Estos autores comparten espacio hasta bien entrado el siglo con fotógrafos anónimos.

Todas estas obras se pueden contemplar en un recorrido que se abre y se cierra con dos audiovisuales que combinan las imágenes del itinerario. En el atrio del centro se ha instalado el segundo apartado, dedicado a 11 creadores que desde 1975 han recogido desde distintas ópticas la vida cotidiana.

Ahí está Alberto García-Alix, quien ha inmortalizado el lado oscuro del Madrid contemporáneo, atendido en su aspecto más sociológico por Miguel Trillo, quien también se acercó a Barcelona para retratar sus personajes más modernos.

Humberto Rivas y Rick Dávila trabajan el retrato, en una orientación que quizás entronca más con la sinceridad de los documentalistas de primeros de siglo, mientras que Koldo Chamorro participa con una selección de imágenes realizadas entre enero y febrero de 2000.

Cristina García Rodero rescarta su incursión en el mundo del porno, mientras que Txema Salvans se acerca al veraneo masivo en la costa mediterránea. Xurxo Lobato, Carlos Canovas, Carma Casulá y Rafael Trobat completan la nómina de fotógrafos elegidos para cerrar el recorrido por el siglo XX.

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