Entre el tango y la samba
La privatización y su futuro en Argentina y Brasil son hoy las dos grandes preocupaciones de EdF
EdF (Électricité de France) es una compañía en el ojo del huracán. El ejercicio 2001 ha sido el más complicado en años y si bien se ha cerrado con unos beneficios importantes de 841 millones de euros, esta cifra supone una disminución del 28% respecto a los del año anterior, cuando, en cambio, el volumen de negocio ha crecido un 18%, alcanzando los 40.700 millones de euros.
¿Qué ha pasado? Sencillamente, el grupo EdF también ha conocido el efecto tango y teme verse atrapado por un efecto samba. Sus inversiones en Argentina y Brasil se han revelado ruinosas, pero François Roussely, el presidente de EdF, no ha anunciado ninguna voluntad de venta, de abandono de su aventura en Buenos Aires y Brasilia, a diferencia de sus compatriotas de France Telecom, que, endeudados hasta las cejas, no encuentran el momento para librarse de sus compras argentinas.
La compra de las acciones en la argentina Edenor de Endesa y Repsol ha provocado una caída de 271 millones en sus beneficios de 2001
EdF compró en abril de 2001 una parte importante de Edenor, pagando por ello 627,6 millones de dólares a las españolas Endesa y Repsol-YPF. Esa adquisición ha supuesto para EdF ver sus beneficios disminuidos en 271 millones de euros. Y las andanzas brasileñas no son mejores, puesto que el 51% de Light, el distribuidor de electricidad de Rio de Janeiro, ha obligado a destinar 545 millones de euros en las previsiones de riesgos, dada la escasa solidez de la divisa brasileña.
El gigante eléctrico francés, oficialmente 100% público, en la práctica parcialmente privatizado a través de sus participaciones internacionales, está a la espera de que acabe el proceso electoral -presidenciales seguidas de legislativas- en Francia para poder proceder a una 'apertura controlada de capital' que, al mismo tiempo que satisface las exigencias de Bruselas, le permita disponer de dinero fresco con que seguir su política de expansión más allá de las fronteras galas, a veces muy arriesgada, como es el caso argentino, otras veces menos, como se supone son sus presencias en Italia a través de Montedison, en Alemania a través del 25% de EnBW, España vía Hidrocantábrico o en el Reino Unido gracias a London Electricity.
La 'apertura controlada de capital' de EdF tiene que acompañarse de una apertura del mercado eléctrico interior, a priori sólo garantizada, a partir del año 2004, para los grandes grupos industriales. Roussely tiene ahí otros problemas que resolver, como el del estatuto del trabajador de la empresa y una plantilla sobredimensionada, pero también el del precio de la energia. Francia suministra el kilowatio a uno de los precios más bajos de Europa y Roussely quería poder aumentar las tarifas en un 5%. El calendario electoral también ha obligado a aplazar esa medida.
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