Bienvenida a la jungla
Mensaje de correo de una amiga:
'El otro día veníamos Miguel y yo en el metro, a eso de las once y media de la noche, de casa de unos amigos, cuando se subieron en el vagón unos diez adolescentes (tipo cabezas rapadas) con botellas de cerveza y muy violentos.
Se ensañaron con un pobre chico joven, asiático, que iba tranquilamente sentado y lo obligaron a levantarse del asiento. Comenzaron a insultarle y provocarle para pegarle. Diciéndole chino, feo, a ver si sabes kungfú, y estupideces similares.
Yo me asusté muchísimo y no dejé a Miguel que interviniera por temor.
Llevaban cadenas, pinchos y supongo que navajas, no sé si pistolas. El vagón venía lleno y el metro también lleno de gente.
Nos bajamos y avisamos a los guardias de seguridad, luego yo llamé a las policías Nacional y Municipal. Para mi total desesperación todos me contestaban que eso era normal en las noches de Madrid, que ocurría con mucha frecuencia, que me tranquilizara, bla, bla, bla.Creo que no soy ninguna mojigata y que he sido testigo, a mi pesar, de escenas de violencia. Pero nunca en mi casa, en Madrid, así de una manera tan absurda y tan injusta'.
Mi amiga ha trabajado durante años como observadora internacional en procesos electorales en zonas de guerra, y, efectivamente, ha sido testigo de escenas de violencia. ¿Qué puedo decirle, qué podemos hacer?
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