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Columna
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Crónica de sucesos

En los últimos días, buena parte de las noticias que salen de la provincia de Málaga parecen dar la razón a aquellos que desconfían de la política. Tenemos de todo o, más bien, de casi todo, pero siempre cubierto de un barniz tosco y agropecuario; nada de guantes blancos ni de ingenierías financieras, que el personal no da para tanto. Parece que se ha entablado una dura competencia para llenar el hueco que deje Jesús Gil cuando sea por fin inhabilitado.

En pleno Jueves Santo se conocía que el PP abría expediente a José Gómez, alcalde de Rincón de la Victoria y probablemente el más aventajado alumno de Gil en materia urbanística. A Gómez -que pertenece a la ejecutiva regional del PP- se le acusa de amañar unas oposiciones en favor de dos familiares, la esposa de un concejal y la novia de otro, así como de un hermano del portavoz del PSOE, quizá por aquello de que en estos casos no conviene ser avariciosos. (Hasta el momento, el PSOE malagueño no ha dicho qué le parece tan generoso reparto).

Menos de una semana después, un juez ordenaba apertura de juicio oral contra el alcalde de Benalmádena por tratar de clausurar una emisora de TV que le parecía demasiado crítica y otro juez de Málaga admitía a trámite una querella contra el vicepresidente de la Diputación, miembro de la ejecutiva regional del PSOE y alcalde de Ardales, Salvador Pendón, por supuestas irregularidades en la concesión de una licencia. Simultáneamente, la fiscalía pedía 18 meses de prisión y cuatro años de inhabilitación al concejal de Urbanismo del Ayuntamiento de la capital, Manuel Ramos, por no haber tramitado dos órdenes judiciales que pedían el embargo, por impago, de su salario.

Ramos es un político peculiar, aunque por desgracia no se le puede calificar de raro, ya que forma parte de una especie que brota con esplendidez en la política municipal. Mal pagador -también estaba en las listas de morosos de los tributos municipales y de su propio partido, al que debía 275.000 pesetas de cuotas-, fue el hombre de confianza de Celia Villalobos para propiciar su vuelta a la Alcaldía cuando la dicharachera malagueña dejase ese Ministerio en el que tan buenos ratos nos ha hecho pasar.

A pesar de enfrentarse a la dirección provincial de su partido, Ramos ha seguido escalando puestos tras la llegada a la alcaldía de Francisco de la Torre, que no se sabe qué ha visto en él para poner en sus manos algo tan delicado como el urbanismo, a pesar de que carece de estudios superiores. Ya ven -y no es precisamente un consuelo-: estas cosas no sólo pasan en el PSOE.

Es curioso que el PP no muestre con Ramos la misma severidad que con el alcalde de Rincón de la Victoria. ¿Por qué tiene bula?

Durante tiempo se ha dicho que los escándalos políticos afectaban sólo a una minoría, pero esta minoría no deja de crecer. Por eso, no sería raro que la ciudadanía termine encrespándose, lo que podría ser catastrófico, porque la experiencia demuestra que en esos casos se termina eligiendo, entre lo peor conocido, a un Gil o a un Berlusconi cualquiera.

Sigamos así.

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