El escolta y el clima
El clima de terror generado por ETA en Euskadi es la causa última de que se produzcan sucesos como el de ayer en San Sebastián, donde el escolta Joseba Andoni Urdaniz, que protegía a una concejal socialista, murió en un tiroteo con agentes camuflados de la Guardia Civil que perseguían a unos presuntos atracadores con sus pistolas desenfundadas. El escolta debió creer que se trataba de un atentado y cayó abatido en el cruce de disparos.
Con independencia de que se esclarezcan todos los extremos del caso, es obvio que la presión que ejercen los violentos sobre toda la sociedad aumenta el riesgo de incidentes fatales. La necesidad de garantizar al máximo la protección de los colectivos amenazados por los terroristas (cargos públicos, concejales, jueces y fiscales, profesores, empresarios, periodistas...) ha ido elevando progresivamente el número de agentes, tanto de los distintos cuerpos de seguridad como privados, que realizan labores de escolta.
El aumento de la demanda de protección y la urgencia que conlleva no sólo representan un desafío a la capacidad operativa de las fuerzas de orden público para garantizar un servicio vital. También lo es para las empresas privadas de seguridad, impelidas a preparar a marchas forzadas a sus trabajadores para actuar en situaciones límite, como la que le ha costado la vida a un joven de 32 años a quien sus compañeros tenían catalogado como 'un verdadero profesional'.
El incidente reabre también el debate sobre las condiciones laborales que soportan los escoltas privados en general y en el País Vasco en particular. Las asociaciones que los agrupan (el fallecido era delegado en Guipúzcoa de la Asociación Española de Escoltas) reclaman mejoras 'básicas' para el adecuado desempeño de su profesión, como trabajar en pareja o disponer de un vehículo propio, sin descartar la equiparación con los miembros de las fuerzas de seguridad que realizan las mismas funciones.
Es un milagro, aseguran expertos en seguridad ciudadana, que hechos como el de ayer no se hayan repetido en más ocasiones teniendo en cuenta el cada vez más elevado número de personas que van armadas en Euskadi. Esta nueva muerte fue lamentada por todos los partidos democráticos vascos. Y, como de costumbre, dirigentes de Batasuna, en este caso sus concejales de San Sebastián, dejaron muestra de su cinismo al calificar lo ocurrido como un 'accidente laboral con el que se busca un eco mediático'.
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