Israel amplía su ofensiva a seis ciudades y bombardea un cuartel palestino en Betania
El Hospital de Ramala carece de medicinas, sangre y comida para atender a los heridos
Israel intensificó ayer sus operaciones militares contra las zonas autónomas palestinas en Cisjordania. El Ejército entró de madrugada en Belén, más tarde en Yenín y anoche medio centenar de tanques se concentraban a las afueras de Nablús. 'Se trata de una campaña en múltiples frentes para crear una franja de seguridad entre los terroristas e Israel', explicó un portavoz militar. Los combates más fuertes se vivieron en Betania, localidad junto al flanco suroriental de Ramala, donde los soldados israelíes bombardearon el cuartel de la Seguridad Preventiva palestina.
'Está cerrado hasta que acabe la guerra', asegura el soldado en el puesto militar de Kalandia, que impide el acceso a Ramala. La guerra, por mucho que el soldado haga el gesto de poner comillas a la palabra, se extiende ya por la mayor parte de las zonas autónomas palestinas: Gaza y las ciudades de Ramala, Belén, Qalquilya, Tulkarem, Yenín y Nablús, en Cisjordania. 'Es cosa de tres o cuatro semanas', declaraba por su parte el ministro israelí de Exteriores, Simón Peres, 'no queremos quedarnos en los territorios palestinos'.
Al otro lado del control, apenas a tres kilómetros en línea recta, ardía a esa hora el edificio de la Seguridad Preventiva palestina. Después de haberlo rodeado con carros de combate el día anterior, el Ejército dio la orden de asalto a primera hora de la mañana. Helicópteros apache y tanques Merkava se ensañaron contra una sede cuya construcción financió Estados Unidos. Tal vez por eso ayer medió para alcanzar una tregua y permitir la salida de algunas de las 400 personas que estaban dentro.
Anoche, 200 personas se habían rendido, pero otras tantas permanecían en el interior. De acuerdo con el pacto apadrinado por la CIA, quienes salieron del inmueble pasarán 24 horas detenidos para verificar que no están en la lista de terroristas buscados por Israel. El general Isaac Eitan, jefe del mando central del Ejército, había asegurado que dentro se encontraba 35 activistas y pedía al responsable de ese cuerpo policial en Cisjordania, Yibril Rayub, que los entregara. El coronel Rayub negó ese extremo a la radio pública israelí.
La falta de acceso a la zona de los combates impedía conocer el número de víctimas. Fuentes sanitarias contactadas por teléfono se mostraban muy preocupadas. El responsable de la Media Luna Roja palestina calificó la jornada como 'el peor día de la historia de Ramala'. A falta de otros datos, anoche se contaban 10 palestinos muertos en enfrentamientos con soldados israelíes en Belén, Hebrón, Ramala y el campo de refugiados de Tulkarem. Un cuarto murió víctima de la agresión de extremistas judíos también cerca de Ramala. Dentro de esa ciudad, continuaron las detenciones masivas. Fuentes militares aseguraron que los detenidos eran 700, pero, según precisaron, 'quienes se comprueba que no están relacionados con actividades terroristas son puestos en libertad'.
El aparcamiento del Hospital de Ramala se ha convertido en un cementerio de emergencia. Ante la acumulación de cadáveres en el tanatorio del centro, su personal decidió ayer abrir una tumba colectiva. El centro, el principal hospital de la ciudad, empieza a carecer de medicinas, oxígeno, sangre e incluso comida, para atender al centenar de heridos ingresados desde el viernes. 'Hemos enterrado ya a los 17 cuya identidad pudimos determinar y tenemos al menos ocho pendientes de identificación', explicó el doctor Munzer Sharif, viceministro palestino de Salud y responsable del hospital.
'Ariel Sharon ha pedido oficialmente a Estados Unidos que le dé unas pocas semanas más para completar esta campaña y acabar con los atentados suicidas palestinos contra los israelíes', aseguraba desde Belén Sami Awad, del Holy Land Trust. Denunciaba que eso significa 'unas pocas semanas más de completo y absoluto aislamiento de los palestinos, de muertos y heridos, de ausencia de electricidad, comida, agua y refugio seguro'.
Belén era en esos momentos objeto de una acción de represalia. Los tanques, que el día anterior apenas se habían asomado a la ciudad y luego se habían retirado a los alrededores (Beit Yala y Al Jader), volvieron a entrar a las cuatro de la mañana para, tal como temían sus vecinos, quedarse. Los soldados se ensañaron en especial con el campo de refugiados de Deheisha, de donde era originario el suicida que el día anterior se hizo estallar en un control policial en Jerusalén. Ayer murió el agente que había resultado gravemente herido en el atentado.
Los activistas palestinos presentaron resistencia con sus rifles de asalto, lo que no evitó que los soldados tomaran todas las calles de la ciudad. Los enfrentamientos dejaron siete muertos palestinos.
Por la mañana, en la batalla que se desarrolló cerca de la universidad, se dio por muerto a un sacerdote católico que oficiaba misa en el convento de Santa María. Más tarde, el arzobispo Pietro Sanbi, enviado del Vaticano en Israel, desmintió la información. Tanto el cura, Jacques Amateis, como las monjas a las que había ido a visitar (seis de las cuales se dijo erróneamente que estaban heridas), se encontraban bien y se negoció con el Ejército su evacuación.
[La milicia libanesa de Hezbolá atacó durante más de una hora con obuses y misiles tres asentamientos de Chebaa, ocupados por Israel. Esto provocó la respuesta de la aviación y la artillería israelí, aunque no hubo víctimas, según informó la policía libanesa.
Horas más tarde, el primer ministro israelí Ariel Sharon advirtió ayer que ni Hezbolá ni Siria 'gozan de inmunidad'.]
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