Finaliza con éxito la Semana de Música Religiosa en Cuenca
La recuperación de obras olvidadas ha marcado la recta final de la XLI Semana de Música Religiosa de Cuenca. Ayer fueron dos dramas litúrgicos medievales de la Pascua de Resurrección de los siglos X-XIII, expuestos con tino y elegancia por Luis Lozano y el grupo Alfonso X el Sabio. El sábado fue el Miserere, de José de Nebra, una obra en la que se perciben de alguna manera los ecos de Pergolesi. De ella, el director, Eduardo López Banzo, ha señalado: ' Nos hallamos ante el descubrimiento de una de las joyas del barroco español y a buen seguro es la obra cumbre dentro de la producción de José de Nebra'.
Trescientos años se cumplen precisamente en 2002 del nacimiento de Nebra, con lo que el recuerdo invita en esta ocasión al homenaje. López Banzo dirigió desde el clave con mucha vitalidad, consiguiendo una versión de gran frescura al frente del grupo Al Ayre Español, con la colaboración de las cantantes Marta Almajano y Lola Casariego, y el refuerzo del grupo Alfonso X el Sabio para el canto llano. Hoy se podrá escuchar en Madrid con el mismo reparto en el Convento de las Comendadoras de Santiago.
La polifonía de De Vitoria
Otro grupo de canto llano, Schola Antiqua, dirigido por Juan Carlos Asensio, ha llevado desde el jueves el peso de los oficios en la catedral. A las Músicas de Pasión en el Siglo de Oro ha dedicado tres conciertos el cuarteto vocal La Colombina, con las liturgias del Jueves, Viernes y Sábado Santos. En ellos ha brillado de forma especial la polifonía de Tomás Luis de Victoria. El compositor más importante de la historia de la música española transmite hoy un sentido de la espiritualidad carnosa, tan embriagante como misterioso. María Cristina Kiehr, Claudio Cavina, Josep Benet y Josep Cabré aciertan a destapar este tesoro de emociones y hermosuras con equilibrio, maestría y un sutil sentido de la poesía compartida. Una experiencia.
Como una experiencia fue asistir unas horas después de escuchar a La Colombina en la escalofriante versión que hizo Víctor Pablo Pérez, con la Sinfónica de Tenerife, de la Novena de Bruckner el día de Viernes Santo, precedida con el Preludio y los célebres Encantamientos del tercer acto de Parsifal. El director burgalés hizo una lectura compacta, precisa y de un enorme lirismo, sacando de la orquesta tinerfeña una densidad de sonido, un sentido de la exactitud y, sobre todo, una conjunción admirables. Fue una de las perlas de la Semana Religiosa.
El balance no puede ser, en conjunto, más positivo. La variedad de épocas y estilos, unida a la cuidada selección de intérpretes y marcos ha deparado en Cuenca unos días de privilegio. Así lo vieron también los grupos que se desplazaron de Bélgica y Alemania que, como muestra de agradecimiento, obsequiaron con bombones al público local después de la sesión de clausura en la iglesia de San Miguel. Un detalle de convivencia para poner el broche de oro final.
Babelia
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