El empleo en el sector turístico se estanca a pesar de las marcas históricas en ingresos y visitantes
Un informe encargado por el CES refleja la precariedad de las condiciones laborales
El turismo andaluz culminó en 2001 una década de registros históricos, al superar por primera vez la cifra de 20 millones de visitantes y confirmar que los ingresos anuales se sitúan por encima de los 12.000 millones de euros. La llamada 'primera industria' de la economía regional pasó con buena nota el descenso mundial en los vuelos turísticos tras el 11-S y las estimaciones iniciales sobre ocupación hotelera en Semana Santa confirman que el sector sigue viento en popa. Pero un informe elaborado por un equipo universitario para el Consejo Económico y Social refleja que la buena marcha del turismo en estos últimos 10 años no se ha traducido en un incremento similar en la creación de nuevos puestos de trabajo.
El estudio sobre el empleo en el sector turístico de Andalucía destaca el desarrollo 'realmente significativo' de la producción de bienes y servicios turísticos, que ha crecido un 77% desde 1990. Si a principios de los años noventa el sector suponía un 9,6% de la producción andaluza, ahora aporta un 15% del total. Es decir, se constata 'una clara tendencia hacia una fuerte especialización de la economía andaluza en las actividades turísticas desde el punto de vista de la producción'. Más aún si se incluyen los efectos indirectos de la actividad turística en otros sectores: entonces la aportación al PIB andaluz supera el 19%.
El turismo andaluz se benefició en la década de los noventa del auge internacional y nacional de esta actividad y del 'mantenimiento de ventajas competitivas' respecto a otros destinos, aunque el estudio destaca que esas ventajas han dejado de basarse tanto en los precios y en los últimos años se centran en la calidad. España se ha consolidado como segundo destino turístico mundial, con unos 50 millones de visitantes, y Andalucía sólo se sitúa detrás de Baleares, Canarias y Cataluña en número de turistas recibidos. Pero este intenso crecimiento del turismo -el estudio no ha podido descontar el efecto de los precios por la falta de un índice de precios espe-cífico-, 'no se ha visto acompañado de manera proporcional' por un auge similar en la creación de empleos.
En 1990, la actividad turística empleaba directamente a 123.400 personas en Andalucía, la inmensa mayoría en restauración y alojamientos. Nueve años más tarde, los empleos directos en el turismo eran 193.333, un aumento muy similar al de la media del mercado laboral andaluz y muy alejado también de las altas tasas de crecimiento de la producción generada por el sector. Así, el peso del empleo turístico sobre el total apenas varió en una década: pasó del 9,13% al 9,33% del total. 'La importancia del sector en la región se debe en mayor medida a su participación en la producción regional que al empleo a él asociado'. Si se incluyen los puestos de trabajo indirectos apenas se alcanza el 11%.
El estudio, realizado por un equipo de especialistas de las Universidades de Cádiz, Huelva y la Pablo de Olavide dirigido por José María O'Kean y Jesús Cruz Villalón, se finalizó en diciembre del año pasado y es uno de los primeros informes encargados a petición propia por el Consejo Económico y Social sobre distintos sectores andaluces. En su análisis, estos especialistas lamentan la falta de estadísticas especializadas, una laguna que trataron de suplir con el envío de cuestionarios a 692 establecimientos turísticos y un resultado descorazonador: sólo 57 los cumplimentaron.
El análisis de las estadísticas no permite a los especialistas concluir si el escaso impacto del auge turístico en el empleo se debe a un incremento de productividad de los trabajadores del sector por la generalización de las nuevas tecnologías de la información, como ha ocurrido en otras ramas de actividad, o simple y llanamente a una mayor explotación laboral, que habría deteriorado la calidad del servicio. El estudio sí constata que el número de pernoctaciones creció un 51% entre 1995 y 2000, mientras el número de ocupados en la hostelería apenas subió un 20% en ese periodo.
Mujeres e inmigrantes
Los especialistas universitarios sí llegan a la conclusión de que el número de trabajadores en el sector turístico sólo crece cuando no hay oportunidad de encontrar trabajo en otras ramas de actividad, 'lo que en un futuro pudiera abrir este sector a los trabajadores inmigrantes, como ya ha sucedido en la agricultura'. El estudio también constata que la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral turístico se aplazó hasta 1998, pero que desde entonces la ocupación femenina crece a tasas muy altas, aunque curiosamente en los puestos que requieren menos formación y en los que exigen titulación universitaria.
'La cualificación de los trabajadores es bastante deficiente, con unos escasos niveles de formación de grado medio y superior'. Sólo un 9% tienen esta formación y un 3% titulación universitaria, según el estudio, que destaca la escasa oferta educativa relacionada con el sector en los distintos niveles de Formación Profesional y en centros universitarios.
Más horas y menos sueldo
El estudio encargado por el CES destaca que el sector hostelero andaluz mantiene unas 'elevadas tasas de temporalidad' que, entre 1992 y 2000, afectaron al 55% de los contratos, muy por encima de la media del sector en España (un 42%) o del promedio del conjunto de las actividades económicas andaluzas (un 47%). 'La inestabilidad laboral influye de forma negativa sobre la competitividad del sector, sobre las posibilidades de formación del trabajador y sobre la calidad del servicio ofrecido', advierte el informe, que admite una 'ligera tasa descendente' desde 1996. Los expertos universitarios que señalan la inestabilidad laboral y la fragmentación empresarial -el 97% de las empresas tienen menos de 20 trabajadores- como las principales amenazas para el futuro del sector, lamentan que la recién aprobada Ley andaluza de Turismo, al establecer las condiciones para clasificar los establecimientos hoteleros, no incluyera referencia alguna al peso de los contratos fijos en las plantillas. El estudio constata en los convenios provinciales 'el elevado número de horas pactadas, la escasa penetración de las llamadas a la reducción de la jornada, la notable flexibilidad en la regulación del descanso y el escaso control de las horas extraordinarias'. Según los datos del informe, los trabajadores andaluces del sector se encuentran entre los que más trabajan (1.801 horas anuales frente a las 1.770 de media en los convenios españoles) y entre los que menos cobran: los expertos mantienen que la retribución de la hora apenas supera los seis euros.
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