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La tragedia de Sarrià sobrevuela Sevilla

Un seguidor del Betis burló el sábado los controles del Villamarín, coló un artilugio disparador de bengalas y, desde su localidad, lanzó al menos 13 contra el grupo de sevillistas más fanáticos

Un individuo, seguidor bético, burló el pasado sábado todos los controles de seguridad del partido Betis-Sevilla, considerado de alto riesgo por parte de las autoridades; consiguió introducir en el estadio Ruiz de Lopera un artilugio y con él bombardeó con al menos 13 bengalas la grada en la que estaban situados los hinchas más fanáticos del Sevilla.

Las espeluznantes imágenes ofrecidas ayer por Canal +, que demuestran la impunidad con la que actuó este sujeto, y la propia grabación realizada por las cámaras del recinto ya están en manos del Consejo de Administración del Betis y de la policía, que tratan ahora de identificar al tipo que disparó los cohetes. Si fuera socio, el club verdiblanco le expulsaría 'inmediatamente', según fuentes del mismo.

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Lo ocurrido en Sevilla empuja a la memoria a recordar la tragedia que azotó al fútbol español hace diez años. Un niño de 13 años murió entonces en el estadio de Sarrià, en Barcelona, abrasado por una bengala lanzada desde la banda opuesta a la que ocupaba. Se le incrustó en el pecho y se la sacó su propio padre mientras su madre, horrorizada, se tapaba los ojos.

Pese a las espectaculares medidas de seguridad, el derby sevillano estuvo repleto de incidentes y se saldó con 20 heridos. Cuando los sevillistas más radicales entraron en el recinto ya se registraron lanzamientos de piedras y pelotas de futbolín, lo que acarreó varias cargas policiales.

Luego, poco antes de iniciarse el choque, el aún anónimo seguidor bético envió sus proyectiles desde el primer anillo de la tribuna hacia el tercer anfiteatro, en la zona reservada a la peña sevillista Biris, entre el jolgorio de quienes le rodeaban pese a que un cohete rebotó en el saliente de la grada y cayó sobre la zona desde la que había sido disparada. Milagrosamente, los proyectiless no causaron lesiones.

El artefacto utilizado para el lanzamiento de los cohetes es una plataforma de superficie plana, de 30 por 15 centímetros, con un mango en una de sus caras. En la otra, dos cáncamos permiten encajar la varilla de los pequeños proyectiles, que tienen una cabeza explosiva del tamaño de una pila. El lanzador evita el riesgo de contacto con el proyectil y las posibles quemaduras y, además, puede orientar la dirección del tiro.

Ante lo inexplicable de que alguien pueda entrar con semejante aparato en un estadio, los directivos del Betis aducen la imposibilidad de controlar a 50.000 personas, especialmente en el lateral, donde se supone que no acuden los aficionados más radicales. 'Si el 11-S se colaron terroristas en los aviones, imagínese en un campo de fútbol', se excusaba ayer Balbino de Bernardo, su responsable de seguridad.

En una nota pública, la directiva bética cuantifica en 60.000 euros los daños producidos por los aficionados sevillistas. Según Juan Luis Aguado, portavoz del club, éstos arrancaron o quemaron unas 1.000 butacas de las 2.600 con las que cuenta la zona en la que se ubicaron. Además, destrozaron los tornos de acceso y arrasaron los cuartos de baño de ese graderío.

En la misma nota, el Consejo de Administración del Betis incluso plantea la posibilidad, para el próximo año, de no vender entradas específicas para los sevillistas más fanáticos, con lo que se pretendería evitar su presencia en el campo.

Augusto Lahore, vicepresidente del Sevilla, aseguró que es una iniciativa interesante y que su club podría estudiar otra semejante, pero que los problemas de la violencia en el fútbol son responsabilidad de las fuerzas de seguridad, especialmente en los partidos de alto riesgo.

La Comisión Antiviolencia ya tiene en su poder el informe de la policía, que relata la quema de asientos, el lanzamiento de las bengalas y la invasión del campo. Pero un miembro de dicho órgano explicó ayer a este periódico que no tienen previsto reunirse con carácter de urgencia. Tampoco lo harán este jueves, el día habitual, al ser festivo.

Mientras tanto, el Comité de Competición revisará el acta arbitral para tomar medidas. En ella, el colegiado Pérez Pérez, que dirigió el encuentro, relata que al final una cantidad indeterminada de público penetró en el césped 'sin mostrar signos de agresividad hacia nosotros' y cifra en 'dos o tres' las bengalas lanzadas. Pese a todo lo ocurrido, el Betis sólo teme una leve multa, de alrededor de 1.500 euros, por la invasión del terreno.

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