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Reportaje:REPORTAJE

Sobrevivir con tres litros diarios

Ramón Lobo

Cada vez que un occidental tira de la cadena del retrete gasta la cantidad de agua con la que vive al día una familia de cuatro miembros en Etiopía: tres litros por persona es la media del Tercer Mundo, frente a los 147 de una española. En África negra, las mujeres son las encargadas de acarrear el agua hasta la aldea. Algunas dedican gran parte de su vida a ese menester. Mil cien millones de personas, un sexto de la población mundial, carecen de acceso a agua potable, y 2.400 millones no disponen de un sistema de saneamiento adecuado. El agua es causa de conflictos -el 40% de la que consume Israel se halla en los territorios ocupados-, hambrunas y de enfermedades. Más de cuatro millones, muchos de ellos niños, fallecen al año por diarrea, malaria... uno cada 15 segundos, menos de lo que usted ha tardado en leer este párrafo.

Si el agua desaparece de una zona, fuerza a la población afectada a emigrar. Hay más refugiados por esta causa que por las guerras
El agua es causa de hambrunas, desplazamientos de población y conflictos: el 40% de la que consume Israel se halla en los territorios palestinos ocupados
Más de cuatro millones de seres humanos fallecen al año por enfermedades relacionadas con el agua (diarrea, malaria...). Uno cada 15 segundos

En Coslada, una localidad próxima a Madrid, la familia Olmos acepta el envite de pasar una jornada completa con la cantidad del Tercer Mundo. Isabel, de 44 años, ama de casa, se afana en rellenar dos recipientes de plástico. Le basta con dar diez pasos desde el salón hasta la cocina y abrir el grifo. Dispone de 12 litros de buena calidad. Luis, de 45 años, operario de Iberia, hace cábalas: 'Es, como en la mili, cuestión de organizarse, de hablar y distribuir tareas. Hay que reservar el máximo para beber y cocinar; la ducha no siempre es indispensable; cada día le toca a uno, y los demás se lavan la cara y el cuerpo'. Isabel, que recuerda el último corte del suministro, añade: 'Vivir un día con tres litros por persona no resulta difícil; lo complicado es tener que vivir siempre así y no disponer de comodidades y de una casa como ésta'.

Sus hijas, Irene, de 12 años, y Almudena, de ocho, escuchan absortas y apenas intervienen. Ambas son muy sensibles a los problemas medioambientales. Al lavarse los dientes mojan el cepillo y cierran el grifo, y riñen a sus padres si no siguen el ejemplo. Irene y Almudena se duchan cada tarde, al regresar de las actividades extraescolares, pero casi nunca por la mañana. A pesar de su predisposición, a menudo se regodean bajo el chorro de agua caliente. Luis se ha lavado ayudado de un cuenco e Isabel ha cocinado espaguetis en un perol. Están sabrosos, pero en la elaboración de ese plato ha gastado cinco de los 12 litros de los que disponía la familia para toda la jornada. Sin posibilidad de tirar de la cadena -las cisternas contienen entre cinco y 15 litros-, de ducharse (40 litros), bañarse (más de 200 litros) ni regar las plantas, los Olmos parecen incapaces de mantener una vida normal.

A miles de kilómetros de España, en Angola, la familia Kaley sobrevive en condiciones extremas. Son camponeses, campesinos que ignoran lo que es una ducha o un retrete. Se asentaron hace años en la localidad de Castanheira, al sur de Matala. Luis, el progenitor, tiene dos esposas y 14 hijos. Todo gira alrededor de la agricultura (sector que consume el 79% del gasto mundial), pero este año la tierra se encuentra yerma. Apenas ha llovido y falta poco para que comience la estación seca. Los cultivos están arruinados y la perspectiva resulta penosa. Cada mañana, con el primer sol, las mujeres de la familia se dirigen a pie a la cachimba (pozo), situada a 500 metros de distancia, o hasta el río Cunene, a un kilómetro. Allí se bañan, lavan la ropa y recogen el agua necesaria. Realizan ese viaje cuatro o cinco veces con un django, vasija tradicional, asentado en la cabeza y en el que caben entre 15 y 25 litros. En cada trayecto de ida y vuelta al pozo tardan unos 40 minutos; una hora en el caso del Cunene. En la estación seca, esos pozos están exhaustos. El agua acarreada se emplea para beber, cocinar y lavar utensilios. Las necesidades íntimas se satisfacen en el campo.

El problema de la distancia

La distancia es un factor capital. En Occidente basta un giro de muñeca para obtener agua; en el Tercer Mundo, no. Allí es imprescindible transitar por senderos de arena y pedregosos. En Suráfrica, por ejemplo, 16 millones de sus habitantes deben de recorrer al menos un kilómetro para acceder a agua segura. Una de cada cinco de esas personas es una mujer que ejerce el papel de matriarca. Con una media de dos viajes por jornada, la distancia caminada por esas mujeres surafricanas es de diez millones de kilómetros diarios.

En Nicaragua, los Martínez, padre, madre y seis hijos. Son paupérrimos. Su chocita está ubicada a 33 kilómetros de Somoto y a cinco de Pueblo Nuevo, dos lugares inaccesibles en automóvil y en todoterreno, sólo se puede subir a pie y en mula. Como sus 175 convecinos, siembran maíz y frijoles, su dieta alimentaria. La sequía ha arruinado la cosecha. En 1998, el huracán Mitch arrasó la comunidad destruyendo 800 metros de tubería de un miniacueducto por gravedad construido por dos ONG. Desde entonces, las familias obtienen el agua de manantiales situados a una hora de distancia y en los que el agua es insegura. Cada una de las 27 familias puede llenar un máximo de dos bidones diarios (40 litros). Es el limite para que no se agote.

La prole de Adbul Jilan se compone de 14 personas. Son afganos y viven desde 1982 en el campo de refugiados de Zar Karez III, en la región paquistaní de Balochistán. Son pastunes, como los talibanes. La mayor parte de sus vecinos, 6.000 según el último censo, comparten adversidad, hambre y desesperanza. Toman el agua de un karez, galería subterránea que procede de la montaña. Antes de la creación del campo el agua era empleada para la agricultura local. Ese agua brota a la superficie en el vecino campo de refugiados de Zar Karez I, donde se transforma en un angosto canal rodeado de desperdicios. En el I habitan 5.000 personas. Mientras las mujeres lavan la ropa y los niños juguetean, los animales abrevan sin miedo. Cuando el cauce pasa junto a la chabola de los Jilan está contaminada.

Si el agua desaparece de una zona, obliga a la población afectada a emigrar. Hay más refugiados por esta causa que por las guerras. Unos 135 millones de personas corren el riesgo inmediato de verse desplazados por sequías. El ministro alemán de Medioambiente, el verde Jürgen Trittin, excluye el agua de las reglas del mercado en la conferencia de Bonn de 2001: 'Nos enfrentamos a una pregunta: ¿debe ser un bien público o es aceptable la privatización? Lo que parece apropiado para la electricidad, el gas o las telecomunicaciones no lo es respecto al agua; el agua potable es irremplazable, como el aire que respiramos', dijo en su discurso. Se trata del primer paso para resolver el problema global, según las ONG Acción contra el Hambre u Oxfam: considerar el acceso al agua un derecho humano básico. Un derecho como la vida.

Este reportaje ha sido realizado con la colaboración de los hidrólogos de Acción contra el Hambre en Angola (Sergio Crudeli), Nicaragua (Luis Herrero), Pakistán (José de Bethancourt).

Cómo ahorrar en casa

EN TIEMPOS DE SEQUÍA, los Gobiernos y los ayuntamientos fomentan campañas de ahorro; en los de abundancia, todo se olvida y regresan los hábitos derrochadores. España era en 1995 el tercer consumidor mundial. El 97,5% del agua del planeta es salada, inútil para regadíos y hogares. Del 2,5% restante, es aprovechable el 0,26%. En la agricultura, responsable del 79% del consumo, existen experiencias interesantes en algunas zonas de Chile, donde redes suspendidas recogen el rocío de la noche y permiten un riego por goteo durante el día. Bastaría con invertir en la modernización y mantenimiento de los sistemas para ahorrar un 30% en pérdidas en redes urbanas y un 60% en agricultura. En el doméstico, un 11,9% del gasto total, se deben seguir estos consejos. - Cisterna. Cada vez que tira de la cadena gasta entre cinco y 15 litros. Limite su uso y no lo utilice como papelera. Coloque en su interior una o dos botellas. - Ducha. Si sustituye el baño por una ducha de cinco minutos, ahorra un mímimo de 160 litros. Si cierra el grifo al cepillarse los dientes o al afeitarse, ocho. - Coche. No lo lave cada semana. En una estación de servicio se gastan 35 litros; a mano o con manguera, 50. - Lavadora. Póngala cuando esté llena. Lo mismo en el caso del lavavajillas. Si lava a mano, no deje correr el grifo y hágalo después de comer. Si los restos no están pegados necesita menos agua. - Fugas. Vigile el estado de los grifos. Un goteo gasta 80 litros/día.

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