La constructora alemana Philipp Holzmann suspende pagos al negarse los bancos a salvarla
El hundimiento de la compañía supone un duro golpe para Schröder en pleno año electoral
La constructora alemana Philipp Holzmann se vio forzada ayer a suspender pagos tras dos semanas de tumultuoso debate entre sus acreedores y sin que el Gobierno interviniera para evitarlo, como sí hizo en 1999. La compañía, fundada en 1849, perdió 237 millones de euros el año pasado. Un plan de rescate presentado la víspera por su mayor accionista y acreedor, el Deutsche Bank, fue rechazado por los otros tres grandes bancos privados del país. La crisis de Holzmann pone en peligro el futuro de una plantilla de 23.000 empleados en pleno año electoral.
El Deutsche Bank intentó salvar a Holzmann hasta el último momento con una oferta de 120 millones de euros, entre inyecciones de capital, avales y una condonación de deuda concertada con entidades extranjeras. Pero el mayor banco alemán se había quedado sólo con su propósito después de que sus tres mayores competidores privados (Hypovereinsbank, Dresdner Bank y Commerzbank) decidieran que no tenía sentido mantener a flote a una empresa incapaz de subsistir por sus propios medios.
Al final, Holzmann fue abandonada a su suerte, una decisión que supone un punto de inflexión en la manera de proceder de los bancos alemanes, más acostumbrados a apoyar casi incondicionalmente a las compañías en las que participan. El canciller Gerhard Schröder lamentó la reacción de las entidades y señaló que había apreciado 'escasa disponibilidad' por parte de algunas de ellas.
La diferencia de opiniones sobre qué hacer con la constructora es ya el segundo ejemplo de profundas divergencias entre los cuatro grandes bancos alemanes. Recientemente, el Deutsche Bank también se había quedado aislado con su propuesta de disgregar, primero, y vender por partes, después, al grupo de comunicación Kirch, también al borde la quiebra. En ambos casos, los competidores han criticado la actitud prepotente asumida durante las negociaciones por la entidad dirigida por Rolf Breuer.
Deudas de 1.500 millones
El Deutsche Bank mantiene un 20% en Holzmann -cuyas acciones llegaron a caer ayer un 40%- y es también su mayor acreedor, con unos 320 millones de euros. En total, las deudas de la constructora con sus 17 bancos acreedores podrían ascender a cerca de 1.500 millones. Debido a la quiebra, las entidades financieras pueden dar por perdida buena parte de esta suma, según advirtieron hasta el final los directivos de la compañía, que favorecían una 'venta ordenada' de la empresa que, a su juicio, sólo habría costado 250 millones de euros a los bancos.
Junto a la violenta crisis que sacude a la construcción en Alemania, Holzmann acusa los efectos de una pésima gestión y de gigantescas inversiones inmobiliarias fallidas, cuestiones ambas de las que, en parte, ha sido también responsable el Deutsche Bank, que hasta hace poco presidía el consejo de vigilancia.
La constructora, encargada de la renovación del Reichstag (sede del Parlamento alemán), ya se había declarado insolvente en 1999. Entonces, la intervención del canciller, Gerhard Schröder, fue decisiva. El Gobierno ordenó aportar 128 millones de euros a un plan de rescate coordinado por los bancos que sacó a flote a la compañía.
El alivio fue momentáneo y la crisis vuelve a desatarse cuando Schröder se enfrenta a unas elecciones en septiembre, complicadas ya por los problemas económicos. La suspensión de pagos de Holzmann pone en peligro el futuro de los 23.000 empleados del grupo. Además, hay que contar con otros 17.000 puestos indirectos de las empresas proveedoras.
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