France Télécom anuncia que saldrá de Argentina al sufrir fuertes pérdidas
La compañía gala se convierte en la primera multinacional que tira la toalla en el país austral
France Télécom ha decidido tirar la toalla en Argentina, convirtiéndose en la primera gran multinacional que anuncia expresamente su deseo de abandonar el país austral. La compañía gala, cuyo capital controla aún mayoritariamente el Estado, dijo ayer que no está dispuesta a invertir ni un euro más en Telecom Argentina, la segunda compañía telefónica del país, que se reparte el mercado junto a la española Telefónica.
'No vamos a poner más dinero en Telecom Argentina', dijo ayer el atribulado presidente de France Télécom, Michel Bon, tras anunciar unas pérdidas para todo el grupo en 2001 de 8.280 millones de euros, las mayores de la historia de la compañía.
France Télécom y Telecom Italia controlan, a partes iguales, el 100% de Nortel Inversora, sociedad que posee el 54,7% de Telecom Argentina. La compañía está ahora inmersa en un difícil proceso de negociación con sus acreedores para amortizar su deuda de 3.250 millones de dólares (3.700 millones de euros). Pero la cuestión no es sólo el nivel de la deuda, sino la imposibilidad de renegociar cualquier acuerdo financiero, debido a la falta de liquidez por las restricciones bancarias impuestas por el Gobierno, y la incertidumbre sobre el marco legal y tarifario (las negociaciones comenzaron ayer), problemas ambos que sufre también, e incluso en mayor grado, Telefónica.
Alta morosidad
En medio, una crisis social y económica sin precedentes que las dos compañías telefónicas sufren en sus carnes en forma de morosidad en el pago de los recibos y en el destrozo y la quema de cabinas, que se ha convertido en un símbolo de las protestas.
El desinterés del operador galo por su negocio en el país es tal, que incluso está dispuesto a entregar su participación a cambio de liberarse de la deuda, según dejó entrever Bon, que, sin embargo, no puso plazo a su salida de la compañía. Telecom tiene, según sus datos, una capitalización actual superior a los 2.000 millones de dólares. En 2001, cuando aún no se había manifestado la crisis en toda su virulencia, sus ingresos cayeron un 5% (3.476 millones de euros), y sus beneficios, un 72% (53,58 millones de euros)
Aunque el mercado telefónico argentino se encuentra en teoría parcialmente liberalizado, Telecom Argentina controla la mitad norte del país, mientras que Telefónica de Argentina (TASA) domina el sur, de acuerdo al reparto que hizo el Gobierno argentino cuando privatizó el antiguo monopolio.
El interés de France Télécom en abandonar Argentina llama la atención por el relativo escaso peso que ha tenido en sus cuentas el impacto de su filial en aquel país (360 millones de euros provisionados como pérdidas en 2001), si se compara con las astronómicas provisiones de otras compañías europeas que la empresa gala compró en pleno boom.
De hecho, los números rojos de 2001 se deben fundamentalmente a provisiones excepcionales de 10.200 millones de euros, por la pérdida de valor de su lista de últimas adquisiciones: la provisión por el operador alemán Mobilcom asciende a 3.190 millones de euros; por el operador de cable británico NTL, 4.580 millones, y por la compañía de servicios para empresas Equant, 2.080 millones de euros. France Télécom no sólo va a irse de Argentina, sino que para paliar su deuda, de 60.700 millones de euros, está dispuesta también a vender su participación del 26% en Wind, el consorcio con el que ganó una licencia de telefonía móvil de tercera generación (UMTS) en Italia, y estudia desprenderse de los negocios de satélites y de su parte en la cadena TDF.
El consuelo que le queda a France Télécom es que no está sola en la desgracia. Los grandes operadores europeos vivieron en 2001 su peor año tras las alegrías en el pago de las licencias de UMTS, en las que se gastaron 120.000 millones de euros, y las macrocompras (Orange por France Télécom o Mannesmann por Vodafone), que deslumbraban a los mercados y hoy son la principal causa de sus problemas en forma de provisiones por 170.000 millones de euros.
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