Rehabilitación cardiaca bajo mínimos
La terapia tras el infarto eleva la supervivencia un 25% pero sólo se hace en 12 centros públicos
El ejercicio es un protector contra la enfermedad cardiaca. Por eso es saludable hacer trabajar al corazón después de un infarto. Pero siempre bajo supervisión médica, sin sobrepasarse y controlando los factores de riesgo, como la obesidad, el tabaco, el colesterol o la tensión alta. Esta terapia combinada es la que desarrollan las unidades de rehabilitación cardiaca (RC) y que a veces incluye también apoyo psicológico.
Nueve investigadores de la Escuela Andaluza de Salud Pública, la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Andalucía, el Grupo de Trabajo de RC de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y los hospitales Universitario de Valme (Sevilla) y General de Valencia se plantearon hace un año el desafío de medir la eficacia de estos programas y su implantación en España. Para ello, hicieron un exhaustivo análisis bibliográfico, al tiempo que un pormenorizado rastreo de los hospitales públicos a fin de elaborar un inventario de las unidades de rehabilitación cardiaca.
En el Reino Unido hay 300 programas; en Italia, 100, y en Austria la cobertura es del 95%
El infarto tiene una prevalencia del 7,5% entre la población de 45 a 74 años
La preocupación por hacer esta radiografía de la rehabilitación cardiaca en España no era gratuita. Las patologías cardiovasculares son la principal causa de morbilidad (enfermedades) y mortalidad. Además, el infarto tiene una prevalencia del 7,5% entre la población de 45 a 74 años.
La búsqueda bibliográfica tenía un sólido punto de partida: un estudio de la Universidad de York publicado en 1998 que tras una rigurosa recopilación de los informes acerca de la rehabilitación cardiaca concluyó que mejoraba la calidad de vida de los pacientes y disminuía la mortalidad tras un infarto entre un 20% y un 25%. Según el rastreo hecho por los investigadores españoles de publicaciones posteriores, éstas no sólo no modifican aquellas conclusiones, sino que las confirman.
Hacer el censo de los hospitales públicos que desarrollan programas de rehabilitación cardiaca en España fue igual de laborioso. Encontraron 12, concentrados en las comunidades de Madrid (4), Cataluña (3) y Andalucía (3). En Valencia y León hay una en cada región.
El estudio confirma las ventajas de la RC y aporta una detallada descripción de su prestación en España. Pero también insinúa que necesita un mayor impulso. 'Muchos pacientes que podrían beneficiarse de la rehabilitación no la reciben', concluye el trabajo, aunque sin arriesgar estimaciones. Otros informes previos calculan que la oferta sólo alcanza entre el 2% y el 4% de los pacientes con infarto. En Austria esa cobertura es del 95%, en Estados Unidos y Holanda del 50%, mientras que en Francia e Italia ronda el 30%. Los médicos responsables de las unidades de RC encuestados en el estudio atribuyeron el escaso desarrollo de las unidades a la falta de espacio, de personal, de financiación y a dificultades de desplazamiento y coordinación.
La investigadora principal, Soledad Márquez Calderón, de la Escuela Andaluza de Salud Pública, insiste en que el trabajo debe interpretarse en positivo: 'No hay que buscar culpables de que no haya más unidades de rehabilitación cardiaca en España, sino reconocer la labor pionera de quienes ya la están desarrollando y potenciar esa cobertura, cuya eficacia está más que comprobada y que debido a los altos índices de supervivencia de los pacientes, abre un amplio campo en el que hay muchísimo por hacer'. Además, la respuesta de los enfermos avala estos programas: el 92% de los pacientes los acepta y el 93% de quienes lo inician, lo acaban.
El hospital General de Valencia fue el pionero, ya que creó la primera unidad en 1974, aunque el grueso de los programas arrancó en los noventa. La media acumulada de pacientes rehabilitados por centro es de 639.
La bibliografía demuestra que los beneficios de la rehabilitación son 'clarísimos' en los pacientes infartados. Su eficacia en otras dolencias está menos estudiada, pero apunta en la misma dirección. De hecho, todas las unidades de RC que hay en España atienden a infartados y pacientes con angioplastia. También casi todas (91%) asisten a enfermos con by-pass. En otras patologías, la cobertura es algo menor, como en el caso de intervenidos de válvulas (73%), insuficiencia cardiaca (64%), otros diagnósticos como angina estable (36%) y trasplantados (27%).
La rehabilitación cardiaca es prevención secundaria, es decir, aquella que se realiza una vez que la persona ya ha pasado un infarto, un by-pass o un trasplante. El avance de los tratamientos se traduce en un aumento de la supervivencia de los enfermos y en un incremento de los pacientes con discapacidad crónica asociada a enfermedades cardiacas. La OMS y la Sociedad Española de Cardiología recomiendan crear unidades de rehabilitación cardiaca.
De las 12 que hay en España dentro de la sanidad pública, cada una tiene su propio sistema de trabajo. Seis hacen RC sólo en el hospital. La otra mitad desarrolla el programa en colaboración con centros de salud, instalaciones deportivas o clubes de pacientes coronarios. Tampoco hay un criterio único a la hora de definir los contenidos, aunque siempre se cumplen tres apartados: ejercicio físico, charlas para controlar los factores de riesgo y programas de deshabituación tabáquica. La mitad de las unidades complementan estas actividades con apoyo psicológico, algunas con ayuda social e incluso una con terapia ocupacional para la reinserción laboral. Siempre el enfoque es multidisciplinar, con equipos en los que hay cardiólogos, médicos rehabilitadores, enfermeros, fisioterapeutas, psicólogos y asistentes sociales.
Un servicio que ahorra
Desde hace varios años el Grupo de Trabajo de Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que preside Ignacio Sainz, viene haciendo hincapié en la necesidad de impulsar la creación de más unidades para aumentar la cobertura, descentralizar la atención y acercar la oferta sanitaria a los pacientes. Pero sobre todo, para dar respuesta a unas patologías que, debido a los avances médicos, cada vez tienen un mayor índice de supervivencia.
Los cardiólogos reconocen que el objetivo requiere inversiones, medios y personal. Como contrapartida, resaltan que, a la larga, se recortan gastos porque hay menos reingresos, más reincorporaciones al trabajo y, en consecuencia, menos pensiones que pagar. Según la SEC, el 90,3% de los pacientes que hacen RC vuelve a trabajar. Entre los que no participan en estos programas el índice de reincorporación es un 53% más bajo.
Según un estudio publicado en la Revista Española de Cardiología, en 1996, por Carmen de Pablo y José María Maroto, la rehabilitación cardiaca supondría un ahorro de 1.641 euros (273.039 pesetas) en total por enfermo.
Salvador Espinosa, cardiólogo del hospital Clínico de Málaga y coordinador de la unidad de RC de ese centro, apunta: 'No se comprende que una actividad que aporta tantos beneficios, que reduce la mortalidad, aumenta la calidad de vida y disminuye los costes sanitarios no se haga en más sitios'.
Ejercicio, consejos y apoyo
Miércoles, 13.00, centro de salud de Carranque, en Málaga. Un puñado de pacientes empieza su sesión de rehabilitación cardiaca. El fisioterapeuta, Ricardo Collantes, les indica los ejercicios que deben realizar. Primero son suaves y poco a poco van cobrando intensidad hasta llegar a la bicicleta estática. La experiencia es una de las dos que hay en España de coordinación entre un hospital y la atención primaria. Antonio Díaz resume las ventajas de la actividad desde la óptica de los pacientes: 'Nos enseñan en qué consiste la enfermedad, cómo controlar los factores de riesgo, qué ejercicios podemos hacer y nos brindan ayuda psicológica. Es un apoyo muy bueno para superar los miedos. Debería haber más unidades de este tipo'. Los enfermos trabajan bajo la supervisión del hospital Clínico de Málaga y el control de José Carlos Bravo, médico del centro de salud encargado del programa. 'Caminar viendo escaparates no sirve de nada, sirve el ejercicio que da un poco de caña al cuerpo, siempre que sea controlado y que no se supere el rango de riesgo individual de cada paciente, establecido en la prueba de esfuerzo', dice. De hecho, cada enfermo va controlando su pulso y si llega al límite, afloja o descansa.
En el hospital Universitario de Valme, en Sevilla, han ido aún más lejos. En colaboración con el de El Tomillar de Dos Hermanas (Sevilla) han desarrollado la única experiencia de RC en España que incorpora la terapia ocupacional para la readaptación al trabajo.
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