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OPINIÓN
Columna
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¡Si es una Tragedia!

En más de una comedia clásica de enredo el último verso del último acto viene a decir, dirigido al público, 'así es si así os parece'. En la política, cada vez más expuesta a la gente en clave de comedia, la apariencia es fundamental para el éxito ante el electorado. Sin embargo, enormes mentiras con apariencia de verdad, sobre todo cuando aparece en escena el totalitarismo con sus ansias de protagonismo, han convertido en tragedia inesperada demasiados periodos del siglo pasado que se iniciaron como si de una opereta austriaca se tratase.

No es verdad, no es así aunque a primera vista lo parezca, no todo es lo que parece. Lo sabían perfectamente los autores clásicos, porque detrás de sus tramas dejaron para la reflexión, como en las capas de una cebolla, demasiadas lecciones que descubrir. Detrás de la primera carcajada del gallinero y del final feliz se siguen descubriendo conclusiones bajo las apariencias.

Cuando prima la apariencia, se quiere dar tratamiento de comedia a lo que es una tragedia
El corral de moda, el escenario ahora elegido, es el próximo congreso extraordinario del PSE

A pesar de la encrucijada trágica que vive Euskadi el genero elegido para huir de la política épica, de la gran responsabilidad, del dominante chapoteo en los charcos de sangre, es la comedia. Casi un vaudeville, con sus cambios de aposento, cambio de cama, cambio de pareja, cambio de personalidad, huyendo de la tragedia a la que cotidianamente asistimos con la muerte como verdadera clave de la obra.

Se nos quiere presentar como una comedia, burocráticamente imitada, lo que es un enfrentamiento entre los grandes valores trágicos, el cumplimiento de la palabra dada, el honor, la libertad, la doble lealtad a la tribu y a la ciudad, y su desenlace en la muerte. Se quiere dar tratamiento de comedia a lo que es una tragedia.

El corral de moda, el escenario ahora elegido, es el congreso extraordinario del PSE. Los argumentos están enfrentados y son divergentes, y la muerte, con su presencia en la realidad, se hace ajena evitando su efecto de catarsis y la incitación a la piedad.

Aparece siempre el apuntador, continuamente entrometido en el libreto con la morcilla de lo maravilloso que es este país y que los enemigos son de fuera. Pero entre los actores, los que digan que sin el PNV no es posible resolver la situación problemática de la patria van a tener que enfrentarse a los otros que corean que parte del problema, que el problema, es el PNV.

Los que critican la línea del anterior secretario general como seguidista del PP van a tener que padecer, así es la política, la crítica de seguidismo al PNV. Los que consideran que el PP realiza un aprovechamiento electoral del terrorismo se van a ver enfrentados a los que manifiestan que eso mismo, y desde siempre, lo ha hecho el PNV. Y en la apoteosis de la obra, los que cantan que no hubo un tiempo mejor para Euskadi que el tiempo de la colaboración con el PNV, tendrán que oír de la otra parte del coro que toda aquella colaboración le sirvió al PNV para acabar en Estella y superar el Estatuto. El resultado es un bodrio, ni comedia ni tragedia, ni tragicomedia, algo más cercano al dadaísmo.

Asúmase la tragedia, así se podrá dar sentido al sacrificio, a la virtud, a la muerte por la libertad, y sobre todo, a la vida por la libertad. Asúmase la tragedia incorporando el conflicto entre la lealtad a la tribu y a la patria en una doble lealtad. Asúmase la tragedia en la honra a los muertos por la democracia, la existente, la palpable, la que otorga la Constitución. Désele sentido a ese sacrificio, y parta de ahí nuestra piedad, y el compromiso de defender la democracia frente al totalitarismo. No en el vaudeville.

Máxime, cuando en el otro corral no se recita, se declama aúlicamente en tono epopéyico, 'antes cortarnos el brazo que firmar una constitución', 'el Estatuto está muerto', 'dejad al pueblo vasco que decida libre y democráticamente su futuro'. Por no citar la prolongación de ese discurso en el corralillo anexo, donde toman un sentido amenazante la enunciación de los derechos de Euskal Herria, el sacrificio de sus presos, jo ta ke irabazi arte¡. Y hay quien prefiere la comedia imposible, cuando en el otro corral es la tragedia el género para el consumo interno. Para el externo, para los extranjeros, la candorosa perorata de lo bien que se vive aquí.

¿Acaso no es tragedia el exilio, las mutilaciones, la viudedad, la orfandad, los muertos? ¿Quién va a exigir actores de comedia cuando de lo que se trata, lejos de toda comicidad o bucolismo alegre y risueño, es el combate de los grandes valores y principios a resolver con grandes dosis de virtud?

Cuando la convivencia en nuestra propia tierra está en crisis lo que se debe plantear, ante esta necesidad que algunos mal llaman prepolítica, es el embate entre principios y valores. Eso es lo que se debiera ver y descubrir en el corral del PSE.

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