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ELECCIONES EN LAS CÁMARAS DE COMERCIO

Miquel Valls teje apoyos para relevar a Negre

Joaquim Molins entra en liza con críticas a la patronal por querer 'la desaparición de las cámaras'

Cataluña tiene casi tantas empresas como habitantes, pero el mundo de las cámaras de comercio es el paraíso de la cooptación. Sobre un total de seis millones de habitantes, el número de sociedades censadas roza los cuatro millones, y de éstas, las que pagan el impuesto de actividades económicas (IAE) suman tres millones. Pero apenas el 4% vota en sus cámaras de comercio respectivas; el resto aplica el silencio cómplice (quien calla otorga) ante la candidatura única de su sector económico o simplemente se abstiene.

En la Cámara de Comercio de Barcelona, el mecanismo tentacular de la cooptación y el silencio han ido forjando una mayoría -simple, de momento- alrededor de Miquel Valls, el empresario que en estos momentos puede tener más posibilidades de sustituir a Antoni Negre en la presidencia de la entidad, el próximo junio.

Valls, presidente de Fichet, tendrá enfrente a Joaquim Molins, presidente del Centro de Cálculo de Sabadell [Grupo Jazztel], quien aparentemente parte como candidato menos potente y acusa a las patronales de querer 'la desaparición de las cámaras'.

El presidente de Fichet parece llevar la delantera, pero no lo tiene ganado; le apoyan unos 25 candidatos, no tantos como era de esperar si se tiene en cuenta que lleva meses de campaña articulada a partir del grupo Impuls Empresarial, y más de 600.000 euros (100 millones de pesetas).

A Valls le respaldan tres líderes de sectores con gran peso en la cámara: Josep Lluís Torra, consejero delegado de Agrupación Mutua y presidente del Banco de la Pequeña y Mediana Empresa (Bankpyme); Joan Gaspart, presidente de Husa y del FC Barcelona, y José Antonio Castro (Cadena Hesperia). Pero, sobre todo, le respaldan las dos patronales: Fomento del Trabajo, a través de su vicepresidente Josep Manuel Basáñez, y Pimec-Sefes, presidida por Josep González. Ambas nombrarán vocales: 9 de los 69 miembros del pleno.

Apoyos en busca de mayoría

Estas cinco familias tienen en común el interés por figurar en el cuadro de honor de la institución. Emergen de luchas intestinas libradas en los gremios y los sectores económicos, cuyos representantes oficiales en el plenario de la cámara se conocerán la próxima semana. El hotelero Joan Gaspart, genuino forjador de mayorías diseñadas en petit comité -en el Barça, en el Gremio de Hoteleros o el Patronato de Turismo de Barcelona-, ha facilitado a la candidatura oficialista el relevo de Jordi Clos (Cadena Derby), que deja su puesto en el plenario a Castro, el patrón de Hesperia, un inversor de gran potencia en los negocios inmobiliarios y propietario de varios nuevos hoteles en Barcelona. Además, Gaspart aporta a la candidatura de Valls a otros dos miembros de su escudería: Gaietà Farràs y Josep Lluís Rovira. A Josep Lluís Torra se le señala como el financiador de la campaña de Valls, extremo que, sin embargo, desmiente un portavoz de Agrupación Mutua, que dirige Torra.

Otro apoyo a Valls es el del promotor Enric Reyna, que quiere volver a su puesto en el pleno de la cámara y ha recibido la promesa de Valls de volver a ocupar un puesto ejecutivo en Fira de Barcelona, donde ya fue presidente del comité ejecutivo. El segundo alfil de Torra es Josep Cercós, vicepresidente de la cámara pero descolgado de la pugna electoral tras su salida el año pasado de la presidencia de la aseguradora Winterthur en plena crisis de ésta.

Los apoyos a la candidatura de Valls tienen ramificaciones -no mayoritarias- entre los 69 miembros del plenario que votarán al nuevo presidente por sufragio directo. Éste es el caso de las aseguradoras y mutualidades, que cuentan con el respaldo de algunos representantes del sector financiero, como la agencia de valores EDM (Eusebi Díaz Morera), cuyo escaño cameral está delegado en Adela Subirana. Esta última llegó a la Cámara de Barcelona en las elecciones de 1998 y en esta ocasión repite en el cargo, tras aceptar Díaz Morera la propuesta realizada por Josep Manuel Basáñez en nombre de la candidatura. Aunque los oficialistas -Valls, Basáñez, Torra y González- pregonan el apoyo de Pedro Fontana, representante del BBVA, este último no se ha manifestado. Antes de consultar al BBVA, la candidatura realizó un intento fallido de convencer al Banco Sabadell.

En la construcción tampoco hay unanimidad en torno a Valls. Las listas oficiales de candidatos, que entregará la cámara a las empresas, ilustran un proceso muy reñido en este sector. Mientras Valls cuenta con el apoyo señalado de los Castro y Reyna, lo cierto es que algunas de las grandes constructoras esperan la aparición de un último candidato capaz de agrupar a todas las corrientes. Es el caso de la constructora FCC, representada en la cámara por Santiago Sardà, y de otras compañías con peso en la Cámara de Contratistas de Obras Públicas, que preside Rafael Romero.

Frente a Valls, se sitúa de momento Joaquim Molins. El ex consejero del Gobierno catalán ha presentado a su empresa, Centro de Cálculo de Sabadell, por cuatro epígrafes diferentes para asegurarse su elección en el pleno.

El bufete Masià-Tejeiro y la llegada del mutualista Torra

La batalla de Barcelona todavía no tiene ganador. Sólo desvela un curioso pacto entre Valls, el patrón de Fichet -una empresa de cajas de seguridad-, y los demonios familiares del antiguo régimen, que iniciaron su andadura en la Cámara de Comercio en la presidencia de Josep Maria Figueras.

Estos últimos, los Gaspart, Reyna, Rovira o Jaume Llauradó (ahora como empresario de canteras a cielo abierto), dispuestos para ganar elecciones corporativas a base de compromisarios, franquean el paso a los nuevos Castro y Torra, hombres de negocios emergentes.

La candidatura de Valls se empezó a preparar hace un año y medio, en septiembre de 2000, cuando el presidente de la cámara, Antoni Negre, decidió retirarse de la presidencia de Fira de Barcelona. Negre, que tomó aquella decisión forzado por el pacto entre la Generalitat y el Ayuntamiento, obligó a cesar en sus funciones a su jefe de gabinete, Fernando Masià, y a su hombre de confianza, Miquel Valls. Ambos decidieron entonces seguir al jefe, pero empezar a conspirar por un nuevo escenario: la presidencia cameral de 2001.

Unos meses después, el salto a la publicidad de la candidatura de Valls adelantó las elecciones en la cámara de Barcelona y permitió tomar la iniciativa a Masià, que para entonces ya era su jefe de campaña.

El despacho de abogados Masià-Tejeiro, que ha situado la sede de la campaña en una oficina de la calle de Maestro Nicolau, hace y deshace con el destino de Valls.

En las interioridades del proceso electoral, el tono de cambalache es moneda corriente. La candidatura oficialista ha vendido su alma al diablo a base de montar una superestructura electoral inamovible -Valls y los dos representantes de las patronales, Basáñez y González, que suman los votos potenciales a partir de sus deseos-. Por debajo de ellos, los hombres de chaqueta en restaurantes de etiqueta se aprestan a cerrar un trato por la mañana y a reabrirlo durante la tarde del mismo día.

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