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Tribuna:SEGURIDAD DE LOS EDILES
Tribuna
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La 'juerga' de Rajoy

El autoritarismo y desvergüenza con que el Partido Popular ejerce su gobierno comienza a ser muy preocupante. Las continuas insidias y desprecios con los que intenta desacreditar a sus oponentes están mostrando su profundo poso antidemocrático, que ha mantenido oculto bajo una finísima pátina de democracia mientras ha venido montando su entramado económico-social, mucho más parecido al de los regímenes autoritarios que al de los sistemas democráticos.

Aunque son muchos los ejemplos que se pueden mostrar relacionados con la política nacional, en este caso haré mención a las palabras del ministro de Interior, Mariano Rajoy, que ha llamado 'juerga' a la reunión de la Comisión Técnica de Seguridad que se reunió recientemente en Arkaute para hablar de la seguridad de los ediles no nacionalistas en el País Vasco.

El Pacto Por las Libertades merece una revisión para que sea útil, y debe acoger a otros partidos políticos

Al parecer, a Don Mariano no le gustan las juergas porque no acudió a la cita ni envió a nadie que le representara. O tal vez solo le gustan las juergas que él o el PP organizan, porque haya encarnado en sí mismo grandes dosis de absolutismo. La disculpa, sin embargo, la ha dado su antecesor Mayor Oreja, quien ha acusado a los socialistas vascos de desarrollar una 'política en buena parte inspirada por el nacionalismo vasco'. Si no fuera porque lo que está en juego es la vida de muchos vascos, bastaría con el repudio más contundente, pero en el País Vasco las cosas son serias y sus posibles consecuencias son tan fatales que la política de los partidos debe hacerse desde la cordura y la buena voluntad, no desde el ansia desmedida de poder.

Cada vez es más evidente que la política que el PP desarrolla en el País Vasco encierra varios objetivos espurios y ocultos que sólo deben considerarse legítimos si no dificultan o enrarecen la convivencia entre los vascos, es decir, si tienden a favorecer la búsqueda de las soluciones entre todos y para todos los demócratas, y ese no es el caso. El comportamiento de los dirigentes populares provocando debates estériles que dificultan la 'unidad democrática' contra la violencia, es mezquino y solo conduce a la ineficacia. Puede que el término 'unidad democrática', -por cierto, acuñado y esgrimido constantemente por el socialismo vasco con gran acierto-, por ser aglutinador incluso del nacionalismo democrático, no sea el que ellos más prefieran. Ocurre con frecuencia que nacionalismos de signo contrario se repelen cuando porfían por intereses que debieran ser comunes. Los nacionalismos lo son porque dicen responder a los agravios provocados por nacionalismos de signo contrario y, así, su acción política se configura como la oposición sistemática a los otros. No es extraño por eso que Mayor Oreja haya esgrimido la influencia del nacionalismo vasco para descalificar a los socialistas vascos. De ese modo intenta confundir a tantos vascos y vascas que desean que los problemas se resuelvan con conversaciones y no con gritos, con diálogos y no con monólogos.

Recurrir ahora al Pacto de las Libertades suscrito entre el PP y el PSOE para descalificar las reflexiones y posibles cambios de actitud de los socialistas vascos es, precisamente, no ser leal a dicho Pacto, porque fue en su momento una contestación firme y atinada al Pacto de Lizarra, que vetaba al nacionalismo democrático en tanto dicho Pacto estuviera vigente. Ahora mismo, hay que estar demasiado ciego como para no darse cuenta de que muchas cosas han cambiado: el Pacto de Lizarra está muerto (así, además, lo han proclamado muchos líderes nacionalistas), los ciudadanos vascos votaron a favor de la paz y, sobre todo, en contra de las estridencias, y en las calles vascas los semblantes de las gentes nobles piden un esfuerzo a los políticos para que muestren a las claras que están dispuestos a resolver el problema cediendo incluso de sus posiciones.

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Los concejales y cargos públicos no nacionalistas (y, ya, bastantes nacionalistas) van escoltados. Otras muchas personas también van escoltadas sólo por pertenecer a gremios o colectivos determinados. Ante esta realidad, no se puede llamar 'juerga' a una reunión que intenta abordar algo tan básico como la seguridad de quienes, por sentirse inseguros, sufren el miedo. No resolver eso sería tanto como devaluar, aún más, nuestro devaluado sistema democrático. Además, ¿cómo abordar otros problemas más intrincados, liados y confusos si no lo hacemos en este tan común a todos los hombres y mujeres de buena voluntad?.

El Pacto por las Libertades merece una revisión para que sea útil. Debe acoger a otras gentes, otros partidos políticos, otras organizaciones y otros conceptos. La paz y la libertad lo merecen. Desgraciadamente, en el País Vasco casi nada es una juerga. Alguien puede achacarme que ya Rajoy ha dicho que la expresión que utilizó no fue la más afortunada. Y bien, no especificó nada más, con lo cual tal vez le parezca bien la expresión 'fiesta' que suena a menos orgía...Pero su silla estaba vacía, su voz no se escuchó en la reunión a pesar de ser tan necesaria, sus aportaciones brillaron por su ausencia y los ediles continúan amedrentados e inseguros.

Lo realmente grave es que asuntos tan serios se tilden de juerga solo para sacar provecho electoral donde la tragedia terrorista no se sufre con la misma intensidad. Grave y miserable.

Josu Montalbán es portavoz del PSE en las Juntas Generales de Vizcaya.

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