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Reportaje:

Guerra contra el 'Metro' en París

La empresa editora del diario gratuito intenta acabar con la oposición sindical con un pacto

Desde hace tres semanas, comandos de sindicalistas recorren París a diario para impedir la distribución de Metro, un periódico gratuito para los lectores, que pretende vivir exclusivamente de la publicidad, como sus homólogos de una veintena de ciudades en el mundo. La guerrilla ha sido organizada por el Sindicato del Libro-CGT y ha dado origen a violencias físicas contra los distribuidores, que el sindicato ha deplorado. El conflicto afectó igualmente a Marsella, pero el problema está a punto de resolverse en esa ciudad, gracias a un acuerdo entre la empresa editora y la rama regional del Sindicato del Libro.

Todo comenzó en la noche del 18 de febrero. Grupos de sindicalistas asaltaron la imprenta donde estaba imprimiéndose el nuevo periódico para Marsella y destruyeron unos 50.000 ejemplares listos para la distribución. La empresa editora, que había entrado en contacto con France Soir para editar el de París en sus instalaciones, decidió a última hora imprimirlo en Luxemburgo y trasladarlo cada noche a la capital francesa.

Desde el primer momento, la CGT intentó evitar que se consolidara una publicación producida al margen de las normas por las que funciona la prensa. A juicio del sindicato, no podía tolerarse la difusión de periódicos gratuitos realizados fuera de convenio, en el extranjero, por personas que no son periodistas, tirados en imprentas ajenas a empresas de prensa y difundidos fuera del sistema cooperativo denominado Nuevas Mensajerías de la Prensa Parisiense (NMPP), que abarata los costos de distribución de la prensa de pago, a costa de someterse a un monopolio.

Los defensores de la prensa gratuita se escandalizan no sólo de las violencias cometidas -el balance exacto de los heridos y detenidos es difícil de establecer- sino de que se ataque a un medio de comunicación por el hecho de no cobrar por su producto. Argumentan que tampoco se cobra a los oyentes de los programas informativos de radio, ni a los que leen periódicos a través de Internet. La editora de Metro -una filial de la casa madre en Suecia- apoya, desde luego, esa doctrina liberal.

Las empresas editoras de los grandes diarios denuncian, por su parte, el modelo económico de los diarios gratuitos; así, Libération ha criticado a los empresarios escandinavos por saltarse todas las reglamentaciones y Le Monde ha fustigado las 'condiciones de dumping económico y social' en que aparecían los nuevos periódicos.

Pelle Tornberg, presidente del grupo sueco Metro, visitó París en medio de la refriega para pactar una solución válida para todos. En el caso de Marsella, se ha llegado a un armisticio: la editora de Metro contará con 300 soportes situados en la vía pública y otros 200 en estaciones de metro y paradas de autobuses.

En esa misma ciudad se distribuyen dos gratuitos, en vez de uno, porque también se cuenta con el título MarseillePlus, del grupo francés Hachette Filipacchi, propietario del diario La Provence, al que no le importa hacerse la competencia a sí mismo con tal de no ceder todo el terreno a la filial del sueco Metro. Este último reivindica unos 70.000 ejemplares diarios en Marsella y quiere llegar a 100.000, mientras MarseillePlus asegura que ya alcanza esa difusión. Todas esas cifras son de imposible verificación.La tercera ciudad francesa, Lyon, cuenta igualmente con un periódico gratuito, que ha salido a calle sin incidentes.

Así pues, la guerra de guerrillas se encuentra circunscrita ahora a París que ya cuenta con un semanario gratuito que se distribuye en las estaciones del ferrocarril metropolitano, sin ningún problema, porque esa publicación cuenta con el acuerdo de la empresa de los transportes municipales. El grupo Spir Communication, distinto del que promueve Metro, ha negociado el lanzamiento del título gratuito 20 Minutos.

Espoleados por las acusaciones de pasividad ante las violencias, los poderes públicos tutelan la búsqueda de una solución para el caso de Metro. Tanto el Ministerio de Cultura como la alcaldía de París han promovido reuniones entre las partes implicadas.

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