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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La calidad de la vida

José Luis Pardo

Ya se ha contado muchas veces: uno de los resultados inevitables del proceso de secularización del cual son consecuencia las sociedades modernas es la desacralización del cuerpo y de la vida humana. La figura novelesca del Dr. Frankenstein profanando clandestinamente las tumbas para obtener el material experimental científicamente necesario que los prejuicios religiosos le negaban no es sino el negativo de un fotograma que la historia ha ido positivando: a medida que los cuerpos han ido dejando de ser sagrados, se ha ido apropiando de ellos la técnica hasta llegar a las cotas actuales de la biotecnología, con respecto a la cual muchos se preguntan si no ha sustituido la profanación de los muertos por una profanación de los vivos. Los Estados laicos no dejan a los cuerpos vivientes desnudos y desarmados frente a los dispositivos técnicos, sino que los protegen con las vestiduras del Derecho. Lo que no es tan claro es cuál deba ser el alcance y la interpretación de tales vestiduras. Éste es el territorio en el que se desarrolla el último libro de Victoria Camps. En sus páginas asistimos al modo en que las sociedades que se autoproclaman liberales intentan presentar las nuevas posibilidades biotecnológicas como un repertorio de nuevos derechos que amplían la libertad de los individuos privados; pero también comprendemos inmediatamente los temores que el uso privado de estas técnicas suscita. Sin embargo, tras todo intento de arbitrar una regulación gubernamental o estatal del uso de las técnicas biomédicas de última generación se agazapa el fantasma de lo que Foucault llamaba biopolítica, es decir, el peligro de una manipulación directa del cuerpo y de la vida por parte de las instancias políticas que, amparada en la 'asistencia social', imponga unas formas de totalitarismo encubierto como las que viene denunciando Giorgio Agamben.

UNA VIDA DE CALIDAD

Victoria Camps Crítica. Barcelona, 2001 249 páginas. 15 euros

Una vida de calidad se esfuerza

por redefinir el campo de la bioética en un sentido coherentemente conectado con toda su obra anterior, que ha constituido una constante defensa de las virtudes ciudadanas. Sostiene, por ello, que la interpretación de las biotecnologías desde un punto de vista meramente técnico y neutral, es un modo de transponer al dominio de los criterios privados o personales de bondad la antigua intangibilidad del cuerpo sagrado, hurtando a la reflexión el hecho de que la medicina no es una realidad únicamente técnica, sino también social. El temor a la 'biopolítica' no es más que el antiguo temor a la política: que las técnicas de la salud se hayan convertido en objeto de controversia obedece, sobre todo, al hecho de que estos progresos se han producido en una sociedad democrática. Por ello, viene a decir Camps, la existencia de un terreno bioético bien fundado será el resultado de la capacidad de nuestras sociedades para abrir un espacio en la sociedad para la deliberación pública acerca de la calidad de nuestras vidas. La existencia de ese espacio será lo único que pueda darnos garantías, tanto contra los abusos 'biopolíticos' de la legislación sobre salud pública como contra el enquistamiento del bien en una privacidad vacía y sórdida. El drama del Dr. Frankenstein no era su imperfección biotecnológica, sino su carencia de semejantes con quienes constituir sociedad.

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