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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No hay voluntad

Es insólito que un presidente de Gobierno se niegue a recibir al líder de la oposición en cualquier circunstancia. Lo es mucho más cuando el tema a tratar es el más grave del momento, en opinión compartida por Gobierno y oposición, y ocurre en medio de una ofensiva de ETA contra los socialistas vascos. El portavoz del Gobierno se limitó ayer a informar de que 'no hay voluntad' de celebrar la reunión solicitada por Zapatero para tratar asuntos relacionados con el terrorismo en general, y con el Pacto Antiterrorista en particular. Todavía peor.

En ningún país del mundo (democrático) un jefe de Gobierno, y menos su portavoz, se atrevería a zanjar el asunto en esos términos: 'No hay voluntad'. Es decir, no nos da la gana. La displicencia con que el propio Aznar se refirió al asunto desde Budapest, diciendo que no había dado 'luz verde' a la entrevista, indica una visión deformada respecto a las obligaciones de un presidente de Gobierno. En un régimen parlamentario hay usos democráticos tan importantes como las normas. Para rechazar durante meses una entrevista expresamente solicitada por el jefe de la oposición es necesario aportar fuertes razones.

Pero Aznar actúa como quien está convencido de que la razón más poderosa es su interés político del momento. Lo dijo expresamente cuando, en vísperas de las elecciones de 1996, se negó a participar en debates televisivos con el argumento de que 'nadie nos puede obligar a hacer algo que vaya contra nuestros intereses'. Luego se negó durante meses a recibir a los presidentes de las comunidades gobernadas por el PSOE. Su primer portavoz dijo en una ocasión que el entonces líder del PSOE, Joaquín Almunia, sólo buscaba 'hacerse la foto' al acudir a Moncloa.

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Un encuentro Aznar-Zapatero sería conveniente ahora para clarificar posiciones y despejar equívocos en relación al Pacto Antiterrorista. Desde el PP no dejan de sembrar dudas sobre la actitud de los socialista. A veces sin motivo aparente y otras con ocasión de declaraciones contradictorias de dirigentes del PSOE interpretadas como intentos de acercamiento al PNV, en contra de lo establecido en el texto del pacto. Ayer mismo, Carlos Iturgaiz, presidente del PP vasco, propuso a los demás partidos un acuerdo para presentar mociones de censura en 17 ayuntamientos gobernados por Batasuna. Pero, según el preámbulo del pacto, para llegar a acuerdos con PNV y EA es precisa la 'ruptura formal' de esos partidos con Estella y sus organismos derivados, lo cual no ha ocurrido. ¿A alguien se le ha ocurrido acusar a Iturgaiz de poner en peligro el Pacto Antiterrorista?

Evitar equívocos y malentendidos parece conveniente, pero da la impresión de que algunos dirigentes del PP, entre los que sería injusto no destacar a su mendaz secretario general, Javier Arenas, se empeñan en lo contrario: en magnificar las divergencias y dar la razón a los que dentro del PSOE tienen más dudas sobre la fiabilidad del PP. Es difícil creer que Aznar no sepa que está jugando con fuego; pero ha preferido la política menuda. Obligado a dar explicaciones sobre el bulo marroquí, ha cogido al vuelo la ocasión de vengarse con un desaire público que pretendía de doble filo para el jefe de la oposición y para este periódico. Si quiere averiguar el detonante de la información no necesita salir de las filas de su propio partido. Pero éste es un asunto a todas luces menor: lo realmente grave es que Aznar crea que puede rechazar por más de tres meses un encuentro con el líder de la oposición para hablar de terrorismo.

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