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Columna
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Batallas

En la Comunidad dos instituciones seculares, la Universitat de València -500 años- y las Cámaras de Comercio - más de 100- se enfrentan al reto de superar una convocatoria electoral. En todos los encuentros electorales el triunfo de la democracia no se encuentra, como muchos piensan, en los resultados, sino en los datos de participación. En cualquier caso, la oportunidad de pasar por las urnas siempre es un acontecimiento.

Francia y Alemania, los países más poderosos de Europa, -de la Europa que juega, se arriesga y a veces, pierde- se enfrentan a su particular batalla electoral en la que la pugna Chirac-Jospin, por la presidencia de la República Francesa y el pulso entre Schröeder-Stoiber, por la cancillería alemana, van a condicionar sin duda la cumbre de Barcelona, la presidencia española de la Unión Europea y el futuro de Europa, condensado en lo que haya de ser su futura Constitución. Los conservadores alemanes -Unión Social Cristiana (CSU) y Unión Cristiana Democrática (CDU)- tienen preparado el borrador de la carta magna europea que limita los poderes comunitarios y refuerza el papel de los Estados y las regiones. Es una opción que, junto con las decisiones posibles mediante las mayorías cualificadas y sin derecho a vetos, significan un cambio sustancial en el marco de la Unión Europea.

En la Comunidad Valenciana, nos enfrentamos a otras batallas como la de la lengua, la de la identidad de la comunidad autónoma, la normalización de la vida civil, el papel de la ciudad de Valencia. En un reciente libro de éxito, con el original título 13,99 euros, el escritor Frédéric Beigbeder, en una ácida crítica al mundo mediático, afirma que 'todo es provisional y todo se compra. El hombre es un producto como cualquier otro, con fecha de caducidad' y acaba confesando 'que ha llegado el momento de dejarlo todo, ya que no sé cómo mantenerme a flote'.

Junto a las pequeñas batallas existenciales y domésticas están aquellas otras que nos condicionan a todos más allá de los océanos y las fronteras. Que la guerra abierta en Oriente Próximo -entre israelíes y palestinos- nos está afectando a todos, ya es una cuestión indudable y si el conflicto de Afganistán acaba extendiéndose a Irak o entre Pakistán e India, sus consecuencias, como ocurrió en la batalla de Almansa (1707) acabará alcanzándonos a todos. Así está ocurriendo con el Plan Hidrológico Nacional, que ha encontrado en el Parlamento Europeo el escenario para dirimir el enfrentamiento entre los partidos políticos predominantes en España. Y lógicamente resultan perjudicados España y los españoles.

Independientemente de quien venza en sus contiendas, los países padecen contradicciones internas. La inseguridad ciudadana, una de las cuestiones que más inquietan a los ciudadanos, está directamente relacionada con el aumento de la inmigración que, por otra parte, es inevitable para que el país funcione con normalidad. La duda se sitúa en decidir entre los objetivos a corto y largo plazo. Finalmente, tendremos que aceptar, tal como lo reconoce el libro de Beigbeder, que no hay muchas alternativas al mundo actual.

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