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LA CONVENCIÓN EUROPEA

Roma acude con dos representantes y dos posiciones distintas

En Italia existe enorme interés por los trabajos de la Convención, donde está además representada al más alto nivel. El primer ministro, Silvio Berlusconi, ha peleado duramente para conseguir que figuren en ella dos políticos italianos, en lugar de uno, en representación del país. Aunque, en principio, todo apuntaba a que el Gobierno de Roma se daría por satisfecho con sentar al socialista Giuliano Amato, en la vicepresidencia (después de haber intentado sin éxito llevarlo a la presidencia), Berlusconi esgrimió después una copia en francés de los acuerdos de Laeken para defender su tesis de que Italia tenía derecho a otro representante además de Amato porque éste, dijo, no podía ser la voz del Gobierno de centro-derecha.

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Al final se salió con la suya y será el vicepresidente del Gobierno, el derechista Gianfranco Fini, el que la represente. En vísperas de que se inicien las sesiones de trabajo de la Convención, Fini ha dejado ya claro lo que su Gobierno quiere de este magno foro. 'Se trata de reinventar Europa para lograr que sus ciudadanos se sientan más próximos a las instituciones', ha declarado. Pero, una cosa está clara, 'no queremos un superestado europeo, sino una federación de Estados nacionales', en la que se tenga en cuenta 'nuestra identidad y nuestras propias raíces'.

Por descontado, el vicepresidente italiano reconoce que está todo por decidir y que la delegación italiana 'llega a la Convención sin ideas preconcebidas', pero sí dispuesta a defender los principios sacrosantos arriba expresados. Con un añadido, que resulta sólo a primera vista sorprendente: Italia está dispuesta a dar la batalla para que en la futura Carta Magna de la UE se haga constar que entre los valores europeos figura 'la espiritualidad judeo-cristiana'.

Dar la batalla

Porque, como ha declarado el ministro de Políticas Comunitarias, Rocco Buttiglione, 'una Europa sin historia y sin memoria no podría desempeñar la misión a la que está llamada'. Dicho en otras palabras, Italia se propone dar la batalla en la Convención, donde pesa, sobre todo, la impronta laica, para que no caiga en saco roto la petición de Juan Pablo II de que se hagan constar de alguna manera las raíces cristianas de la UE.

Pero si ésta es la posición oficial, existe otra posición italiana partidaria de construir la 'casa' europea con criterios opuestos. Giuliano Amato no esconde sus preferencias a favor de una Europa común, con un Gobierno fuerte, aunque con todas las cautelas. Amato apuesta por una Europa capaz de crear, además, un importante ejército: 'Nos hemos atrevido a construir una moneda común sin Estado, no hay razón para no usar una defensa común sin Estado'.

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