Los latinos de Silicon Valley, afectados por el corte de ayudas
La asociación Plugged In, que enseña informática a las personas sin recursos de Palo Alto, tiene el 59% de alumnos latinos y el 23% de afroamericanos
If you have a dream, come in (si tienes un sueño, pasa) reza una enorme pintada que recibe al vistante de Plugged In, un centro creado en 1992 que acoge diariamente a medio centenar de adultos y otros tantos niños, el 59% latinos y el 23% de afroamericanos.
Los que entran en la asociación tienen sueños, pero no dinero. La sede de Plugged In es un modesto barracón de madera donde adultos y niños tienen la oportunidad de no perder el tren de la informática.
El centro está en la próspera localidad californiana de Palo Alto , en el corazón de Silicon Valley, donde se han hecho las mayores fortunas a la sombra de las nuevas tecnologías. Pero la lluvia de prosperidad no ha llegado a todo Palo Alto.
El presupuesto de Plugged In es de un millón de dólares anuales, una tercera parte lo sufragaba el Gobierno federal y el resto se cubre con donativos de particulares y de empresas de la región. Pero las cosas han empeorado y la partida gubernamental ha sido cortada por George W. Bush, que considera que la alfabetización digital ya ha llegado a todos.
El profesorado de la institución cobra salario. Algunos son voluntarios de empresas de Silicon Valley que durante unas horas al día trabajan para la comunidad. Angela Booker lleva el programa Greenhouse para niños. 'Se trata de enseñarles a usar las nuevas teconologías', explica.
Unos 30 niños y niñas trabajan con fotografía digital, video, tratamiento de imágenes por ordenador y diferentes tipos de software. Los niños pagan 10 dólares al año.
La mayoría son hijos de latinos. Entre ellos hablan en inglés, como Jorge López, de 11 años, y su hermano Juventino, de ocho, que van a la escuela Menlo Oaks, y por la tarde a Plugged In. Su pasión son las páginas web de las grandes marcas automovilísticas.
Plugged In acoge también a adultos, 'que en su mayoría buscan trabajo', explica la directora del centro, Magda Escobar. Otros intentan mejorar sus condiciones de trabajo aprendiendo informática. Los adultos pagan un dólar cada día que acuden al centro.
'El Gobierno cree que por tener lápiz y papel, la gente sabe escribir', dice Escobar. 'Nosotros vamos a sobrevivir, pero en otros lugares la eliminación de las ayudas va a ser una tragedia'.
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