Los votos de Batasuna
El compromiso de no utilizar los votos de Batasuna no debería aprovecharse, según el autor, para intentar gobernar en minoría como si se dispusiera de mayoría.
Los partidos democráticos vascos han abierto una vía para comprometerse a no usar los votos de Batasuna ni para gobernar ni para hacer oposición, si dicha formación no apoya las mociones que se van a consensuar en defensa de la democracia y del pluralismo, y si continúa sin condenar la violencia. Esto es lo que, parece ser, han aprobado los partidos vascos para que Batasuna no pueda tener la llave de la política en la Comunidad Autónoma Vasca; pensando sobre todo en que esa formación no siga ocupando alcaldías después del 2003 sino en el caso de que las obtenga por mayoría absoluta, y en que la vida del Parlamento vasco no esté condicionada por los comportamientos de Batasuna y las decisiones de los violentos.
Sanz no puede exigirnos, con la excusa de aislar a Batasuna, que apoyemos todos sus proyectos
Es una buena noticia para todos los demócratas españoles y una posibilidad de acuerdo que debe hacernos reflexionar a los políticos navarros acerca del compromiso de 'no usar los votos de Batasuna ni para gobernar ni para hacer oposición'. Aunque la presencia de Batasuna en el Parlamento de Navarra no tenga la llave política: en la situación actual de entendimiento UPN-CDN nada se aprueba en el Parlamento porque lo apoye o no Batasuna, sino por el sentido de voto de los grupos de la oposición democrática.
Me propongo por tanto hacer una reflexión al respecto, y no porque crea que las recetas de la CAV sirvan para Navarra. A pesar de que es una obviedad que en materia de lucha por las libertades y contra el terrorismo (entendido éste en su sentido más amplio, es decir, contra el terrorismo de ETA y contra sus apoyos políticos y sociales) estamos todos los españoles en el mismo barco, y especialmente navarros y vascos, creo que no se deben identificar los problemas ambas comunidades. Porque hay importantes diferencias entre la situación política de ambas; unas tan obvias como que las mayorías y minorías son distintas, y los gobiernos sin mayoría suficiente que puedan favorecerse con la presencia de Batasuna en el Parlamentos son también distintos; y otras tan fundamentales para los socialistas navarros como el convencimiento de que en Navarra, por el comportamiento de los partidos mayoritarios, no hay ningún riesgo de que la minoría nacionalista vasca se convierta en mayoritaria, y pueda, ni siquiera pretender, la imposición de una ideología nacionalista excluyente a toda la Comunidad Foral de Navarra.
Pero vayamos a la reflexión que quería plantear: ¿tiene sentido que el Gobierno de Navarra siga enviando proyectos al Parlamento y adoptando acuerdos que comprometen la gobernación y el futuro de la Comunidad, aun a sabiendas de que los mismos no tienen el apoyo de al menos 26 parlamentarios, al tiempo que nos acusa a los socialistas de querer gobernar desde el Parlamento (algo que UPN está haciendo últimamente al apoyar proposiciones de ley del CDN) y de buscar coincidencias con Batasuna por el mero hecho de tramitar iniciativas para ejercer la oposición y de que este grupo las pueda apoyar?
¿En nombre de qué principios democráticos el señor Sanz exige a los socialistas navarros, en su peculiar concepción del aislamiento político de Batasuna, que apoyemos los proyectos que envía el Gobierno, a sabiendas de que no cuenta con los apoyos necesarios, aunque no nos gusten; y que nos autolimitemos en nuestras tareas de oposición y nos convirtamos en meros seguidores de las iniciativas de un gobierno minoritario?
¿Va a cambiar el Gobierno de Navarra de actitud? Parece que no. Por el contrario, el presidente Sanz se vanagloria de que no va a apoyar ninguna iniciativa legislativa de los socialistas; rechaza la posibilidad de un consenso para aprobar un nuevo Presupuesto para 2002 y 2003; embauca al CDN con el abrazo del oso para impedir que se puedan aprobar iniciativas de la oposición democrática (las de Batasuna en el Parlamento navarro no se aprueban nunca, porque los socialistas nunca apoyamos sus propuestas con nuestros votos); remite iniciativas presupuestarias expresamente rechazadas por el Parlamento, para que éste las vuelva a rechazar; y se dedica a buscar el apoyo de sectores sociales y sindicales para maquillar su minoría parlamentaria.
Por eso no acabo de entender qué quieren decir los señores Sanz y Catalán cuando predican su pintoresca y parcial concepción del aislamiento de Batasuna. ¿Se va a comprometer el Gobierno de Navarra durante esta legislatura a despreciar de verdad la presencia de Batasuna en el Parlamento y a no enviar iniciativas sin el consenso de, al menos, 26 parlamentarios, como si Batasuna realmente no contara a la hora de conformar las mayorías?
Seguro que no. La única satisfacción es saber que, gracias al empeño que los socialistas hemos puesto en modificar el artículo 29 de la LORAFNA, esta situación, (cuya origen en la CAV y en Navarra está en la formación de gobiernos minoritarios que quieren actuar como mayoritarios por la presencia de Batasuna) ya no volverá a repetirse después de las Elecciones forales del año 2003, ya que nadie podrá acceder al Gobierno sin estar avalado por la mayoría absoluta. Una solución que impedirá que nadie pueda ni gobernar ni hacer oposición con los votos de Batasuna. Confío en que para demostrar que esto es así en el 2003 no haya que dar muchas vueltas.Los partidos democráticos vascos han abierto una vía para comprometerse a no usar los votos de Batasuna ni para gobernar ni para hacer oposición, si dicha formación no apoya las mociones que se van a consensuar en defensa de la democracia y del pluralismo, y si continúa sin condenar la violencia. Esto es lo que, parece ser, han aprobado los partidos vascos para que Batasuna no pueda tener la llave de la política en la Comunidad Autónoma Vasca; pensando sobre todo en que esa formación no siga ocupando alcaldías después del 2003 sino en el caso de que las obtenga por mayoría absoluta, y en que la vida del Parlamento vasco no esté condicionada por los comportamientos de Batasuna y las decisiones de los violentos.
Es una buena noticia para todos los demócratas españoles y una posibilidad de acuerdo que debe hacernos reflexionar a los políticos navarros acerca del compromiso de 'no usar los votos de Batasuna ni para gobernar ni para hacer oposición'. Aunque la presencia de Batasuna en el Parlamento de Navarra no tenga la llave política: en la situación actual de entendimiento UPN-CDN nada se aprueba en el Parlamento porque lo apoye o no Batasuna, sino por el sentido de voto de los grupos de la oposición democrática.
Me propongo por tanto hacer una reflexión al respecto, y no porque crea que las recetas de la CAV sirvan para Navarra. A pesar de que es una obviedad que en materia de lucha por las libertades y contra el terrorismo (entendido éste en su sentido más amplio, es decir, contra el terrorismo de ETA y contra sus apoyos políticos y sociales) estamos todos los españoles en el mismo barco, y especialmente navarros y vascos, creo que no se deben identificar los problemas ambas comunidades. Porque hay importantes diferencias entre la situación política de ambas; unas tan obvias como que las mayorías y minorías son distintas, y los gobiernos sin mayoría suficiente que puedan favorecerse con la presencia de Batasuna en el Parlamentos son también distintos; y otras tan fundamentales para los socialistas navarros como el convencimiento de que en Navarra, por el comportamiento de los partidos mayoritarios, no hay ningún riesgo de que la minoría nacionalista vasca se convierta en mayoritaria, y pueda, ni siquiera pretender, la imposición de una ideología nacionalista excluyente a toda la Comunidad Foral de Navarra.
Pero vayamos a la reflexión que quería plantear: ¿tiene sentido que el Gobierno de Navarra siga enviando proyectos al Parlamento y adoptando acuerdos que comprometen la gobernación y el futuro de la Comunidad, aun a sabiendas de que los mismos no tienen el apoyo de al menos 26 parlamentarios, al tiempo que nos acusa a los socialistas de querer gobernar desde el Parlamento (algo que UPN está haciendo últimamente al apoyar proposiciones de ley del CDN) y de buscar coincidencias con Batasuna por el mero hecho de tramitar iniciativas para ejercer la oposición y de que este grupo las pueda apoyar?
¿En nombre de qué principios democráticos el señor Sanz exige a los socialistas navarros, en su peculiar concepción del aislamiento político de Batasuna, que apoyemos los proyectos que envía el Gobierno, a sabiendas de que no cuenta con los apoyos necesarios, aunque no nos gusten; y que nos autolimitemos en nuestras tareas de oposición y nos convirtamos en meros seguidores de las iniciativas de un gobierno minoritario?
¿Va a cambiar el Gobierno de Navarra de actitud? Parece que no. Por el contrario, el presidente Sanz se vanagloria de que no va a apoyar ninguna iniciativa legislativa de los socialistas; rechaza la posibilidad de un consenso para aprobar un nuevo Presupuesto para 2002 y 2003; embauca al CDN con el abrazo del oso para impedir que se puedan aprobar iniciativas de la oposición democrática (las de Batasuna en el Parlamento navarro no se aprueban nunca, porque los socialistas nunca apoyamos sus propuestas con nuestros votos); remite iniciativas presupuestarias expresamente rechazadas por el Parlamento, para que éste las vuelva a rechazar; y se dedica a buscar el apoyo de sectores sociales y sindicales para maquillar su minoría parlamentaria.
Por eso no acabo de entender qué quieren decir los señores Sanz y Catalán cuando predican su pintoresca y parcial concepción del aislamiento de Batasuna. ¿Se va a comprometer el Gobierno de Navarra durante esta legislatura a despreciar de verdad la presencia de Batasuna en el Parlamento y a no enviar iniciativas sin el consenso de, al menos, 26 parlamentarios, como si Batasuna realmente no contara a la hora de conformar las mayorías?
Seguro que no. La única satisfacción es saber que, gracias al empeño que los socialistas hemos puesto en modificar el artículo 29 de la LORAFNA, esta situación, (cuya origen en la CAV y en Navarra está en la formación de gobiernos minoritarios que quieren actuar como mayoritarios por la presencia de Batasuna) ya no volverá a repetirse después de las Elecciones forales del año 2003, ya que nadie podrá acceder al Gobierno sin estar avalado por la mayoría absoluta. Una solución que impedirá que nadie pueda ni gobernar ni hacer oposición con los votos de Batasuna. Confío en que para demostrar que esto es así en el 2003 no haya que dar muchas vueltas.
Carlos Cristóbal es portavoz adjunto del Grupo Socialista (PSN-PSOE) en el Parlamento de Navarra.
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