¿Qué nos queda?
El Gobierno del Partido Popular, sin escuchar las reivindicaciones de los universitarios, aprobó la LOU por la vía de urgencia, y le añadió al proceso sus habituales dosis de insultos e improperios provocadores dirigidos, esta vez, a la comunidad universitaria.
Perdemos una nueva batalla frente a la derecha de este país. Derrotados, agachamos la cabeza y, con la esperanza de que un recurso de inconstitucionalidad salve a la Universidad Pública de una muerte anunciada, nos vamos a casa y sencillamente nos acomodamos en el sofá viendo los valores que inculca el PP para los jóvenes a través de un programa de televisión de audiencia masiva.
Pero no todos hacen lo mismo; queda, cual pueblecito de Astérix, un grupo de estudiantes que mantiene sus esperanzas en la manifestación reivindicativa y que tratan de defender su postura de rechazo a la LOU que, por cierto, también es mi postura. Y cuarenta días de acampada, bajo el frío invernal, en defensa de lo que yo y la mayoría de los universitarios hemos defendido, la Universidad Pública, acaban a patadas. Y 48 horas después estoy presente en una Junta de Gobierno que debe decidir la aplicación de la LOU. Yo, arriba, en la sala de Juntas, y abajo, en el patio del Rectorado, un grupo de universitarios, quizás no con la legitimidad de los votos para ser claustral o miembro de la Junta de Gobierno, pero sí la que les proporcionan cuatro meses de lucha activa en defensa, reitero, de una postura compartida por la mayoría de la comunidad universitaria, el rechazo a la LOU.
Los estudiantes quieren leer un manifiesto en la Junta de Gobierno, pero las puertas están cerradas. Tratan de subir y son recibidos por una Guardia Pretoriana a manguerazos de espuma contraincendios. Pero esta respuesta 'inteligente' no logra apagar el fuego, sino todo lo contrario, aviva la llama agresiva de un grupo de estudiantes, no ya quemado sino carbonizado, que se sentía traicionado por la propia Universidad a la que estaban tratando de defender. Y sucedió la tragedia, la agresividad afloró con ingenuidad, dudo que con premeditación, y lapidaron, en pocos minutos, el trabajo de cuatro meses.
Ahora, toca criminalizar el acto. Como si de épocas pasadas se tratase, se inicia la 'cacería'. El despropósito se supera a sí mismo y son detenidos los estudiantes, primero a la salida de una asamblea y después en una manifestación; algunos incluso son retenidos más de 36 horas antes de ser puestos a disposición judicial. Y mientras tanto, con nocturnidad, la Junta de Gobierno discute, en el reinicio de su sesión, la aplicación de la LOU, esto es, el primer 'hachazo' a la Universidad Pública, y como además es lunes, volvemos raudos y veloces a casa para ver los valores del PP por televisión.
¿Qué nos queda?-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.