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Reportaje:

Realidad y ficción hospitalaria

La autocomplacencia de Zaplana choca con la presencia continua de camas en los pasillos

Problemas en el área de urgencias hospitalarias siempre han existido. Ayer mismo lo reconocía un colaborador del último consejero de Sanidad socialista, Joaquín Colomer. Lo que quizás nunca había sido tan evidente es el empeño actual en esconderlos debajo de la cada vez más remendada alfombra de la sanidad pública valenciana. El último en levantar el faldón y emplearse a fondo con la escoba fue el presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, el jueves pasado, en una respuesta a su grupo parlamentario.

El portavoz popular, Alejandro Font de Mora, le preguntó al responsable del Consell por la situación sanitaria. Semanas antes, se alcanzó el pico de infecciones de gripe y se sobrecargaron los servicios de urgencia de los principales hospitales valencianos y el PP optó por abordar el tema y tomar la delantera a la oposición. En los planes de los populares, sin embargo, no entraba la muerte de un enfermo de 84 años en los pasillos del hospital Virgen de los Lirios de Alcoy. Benjamín Medina Leiva falleció después de pasar alojado los cuatro días que estuvo en el hospital en el pasillo de traumatología del centro, por falta de camas en neumología. Días antes, el consejero de Sanidad había negado con rotundidad que hubiera pacientes en los pasillos.

El PP se empeña en ocultar el crónico problema en el área de urgencias

Zaplana calificó este hecho como un 'episodio aislado', un hecho 'desgraciado y lamentable'. Por lo demás, apenas alteró el registro de optimismo y adjetivaciones redondas del estilo: 'El sistema sanitario funciona perfectamente' o 'excelentemente bien'. Tan generosa autocomplacencia se resquebraja ante una terca realidad hospitalaria en la que, sin llegar al caos o al colapso como denuncia la oposición, persisten los pacientes en los pasillos del servicio de urgencias. Ayer mismo, se reprodujeron los 'incidentes aislados' a los que aludió Zaplana en el hospital Arnau de Vilanova. El diputado socialista José Camarasa contabilizó por la mañana hasta ocho enfermos en los pasillos de urgencias a la espera de exploración o, simplemente de ir a casa. Éste, cuenta, es el caso de una anciana que tras 14 horas en las urgencias, esperaba una ambulancia para volver a su domicilio y morir allí. Tras un primer momento en el que al diputado no le permitieron el acceso, ante la amenaza de llamar a un notario, se entrevistó finalmente con el director del centro, con quien, según Camarasa, bajó a los servicios de urgencia y ambos observaron la saturación de los boxes -las salas donde se alojan los enfermos que aguardan los resultados de las exploraciones y donde reciben las curas-. El subsecretario de la Agencia Valenciana para la Salud, Marciano Gómez, acusó a Camarasa de 'mentir' y señaló que 'todos' los pacientes que estaban en urgencias 'estaban pendientes de diagnóstico o esperando a ser trasladados a sus camas de hospitalización'. Este diario acudió a las 15 horas y los pacientes en los pasillos de urgencias oscilaban entre un número de cuatro y diez, al margen de otros tantos que se encontraban en silla de ruedas.

Los 'incidentes aislados' se reprodujeron el fin de semana. La falta de camas, según fuentes del Arnau, obligó durante el fin de semana al desvío de 22 enfermos al hospital de La Fe. El 'excelente' estado de la sanidad pública tampoco impidió que se fuera la luz en el pabellón central del hospital de referencia de la Comunidad y que no funcionaran los generadores auxiliares.

Pasillo de urgencias del hospital Arnau de Vilanova de Valencia, ayer a las 15 horas.
Pasillo de urgencias del hospital Arnau de Vilanova de Valencia, ayer a las 15 horas.MÓNICA TORRES

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