Ridao rinde tributo a Angola con su novela 'El mundo a media voz'
El escritor afirma que la mirada humanitaria y la racista se parecen
Para José María Ridao (Madrid, 1961), su segunda novela, El mundo a media voz (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), es sobre todo dos cosas: 'Un tributo' a Angola, donde vivió como diplomático una larga temporada, y 'un ajuste de cuentas' con el presente de Occidente. Para Juan Luis Cebrián, que presentó ayer el libro en Madrid, 'es una obra de arte maravillosamente escrita'.
Arabista, abogado, diplomático, comentarista y agitador, Ridao es una de las cabezas españolas más empeñadas en recuperar el pensamiento crítico, radical en el sentido etimológico de la palabra: busca ir a la raíz, al fondo de las cosas.
Lo hace en sus artículos (de EL PAÍS y La Vanguardia) y en sus conferencias y tertulias de radio, donde destaca su espíritu chomskyano, sus análisis despojados de prejuicios, su independencia de criterio.
Y lo hace también en sus novelas. La primera, Agosto en el paraíso (1997), enseñó un escritor emparentado con el realismo español de los años cincueta y sesenta; El mundo a media voz revela un autor más peculiar, más personal, comprometido y cosmopolita a la vez, quizá más parecido al propio autor.
Ridao bucea en medio siglo de la historia de Angola (13 años de colonización portuguesa, cerca de 30 de guerras civiles) a través de Martín, un español que se cura una malaria en un hospital de Luanda mientras busca las huellas de su abuelo, Germán, estraperlista fracasado que buscó mejor suerte en la posguerra tratando de convertirse en indiano.
Desde ahí, la memoria de Martín da saltos sin parar. Vuelve a la depauperada España de los cuarenta, se detiene en el país pequeñoburgués de los sesenta y setenta, viaja por Almería, regresa a los sangrientos conflictos angoleños y, finalmente, encuentra a Nga Margarida, la mujer de Germán, personaje crucial que para Ridao encarna lo mejor de África: los individuos que, pese a guerras y miseria, mantienen la dignidad de los sentimientos.
El editor, Hans Meinke, y Juan Luis Cebrián se encargaron de presentar la novela durante un desayuno. Meinke recordó que Juan Goytisolo ha definido El mundo a media voz como 'un texto literario', y no como 'un habilidoso o mediocre producto editorial'.
Cebrián calificó la novela como 'literatura tres estrellas Michelín', y dijo que está 'escrita con un estilo torrencial y bellísimo, en andante y a media voz, que incita al placer de la lectura y penetra en las sensaciones del lector'.
Tras destacar también el sincretismo de la novela ('mezcla el español y el portugués, espacios y épocas, situaciones y emociones'), y el hecho de que no muestre a África como un sitio exótico o diferente ('se parece bastante a Valdemorillo o a L'Hospitalet', dijo entre bromas y veras), Cebrián subrayó la calidad subyacente en el 'retrato expresionista de la mediocridad de la clase media española de los años setenta'.
Ridao dejó claro enseguida que la novela es, antes que nada, su homenaje personal a África, 'ese sitio lleno de personas exactamente iguales que nosotros en el que hay drama, pobreza y alegría, pero no exotismo'.
El libro, añadió, es para esa gente que 'sufre, sueña, busca y se alegra por las mismas cosas que aquí'.
En segundo lugar, se trata de un ajuste de cuentas con el presente de Occidente, 'con esa idea de la política de familia, hecha para grupos y no para personas, la cual nos burla la verdadera política, la política de los individuos'.
Ridao fue más allá. Afirmó que las dos actitudes más comunes hacia África, la racista y la humanitaria, están completamente equivocadas y se parecen demasiado. 'La mirada racista comparte muchas cosas con la mirada humanitaria. Ambas ven a los africanos como seres infantiles'. El error está en que 'se vincula su cultura con la tradición, en vez de buscar la excelencia, que nos aproximaría mucho, y se permite la impunidad de los asesinos y la subrogación permanente de los políticos'.
Como ejemplo, puso este símil de doble rasero: 'Si en Cuba sucede una barbaridad, se denuncia a Fidel Castro. Si sucede en Guinea, lo que todo el mundo hace es pedir más ayuda al desarrollo. Y ésa no es la solución'.
¿Continente virgen?
Aunque José María Ridao afirma que su novela no es una novela política, el coloquio con los periodistas fue un repaso de asuntos candentes. Sobre la muerte de Jonás Savimbi, el líder de UNITA (Unión para la Independencia Total de Angola), que quizá marque el fin de una de las contiendas más largas del siglo XX, dijo: 'No creo que la situación mejore mucho. Savimbi, como dijo Goytisolo de Franco, ha muerto demasiado tarde, cuando el nivel de corrupción es enorme'. Ridao cargó también contra la idea, fabricada por el colonialismo, de que África era un continente virgen que había que civilizar. 'Eso es una simple coartada para el dominio', afirmó. Además, criticó la creciente criminalización del islam, que está llevando 'a socavar los principios fundamentales de las democracias', y reclamó una conferencia mundial sobre migración que ayude a paliar 'la insensibilización social'.
Babelia
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